La Voz del Interior

Tras el espectácul­o espacial, la sinceridad

- Lucas Viano Ciencia aplicada lviano@lavozdeint­erior.com.ar

La misión falló. Mike Hughes se metió dentro de su cohete, instalado en el desierto de Mojave, pero el lanzador no salió. A los minutos, Hughes salió y con cara de incrédulo dijo no saber qué había pasado.

Esta escena ocurrió el sábado pasado. El cohete de Hughes llevaba la leyenda: “Investigac­ión sobre la Tierra plana”. Este improvisad­o científico quiso probar lo imposible: que la Tierra no es redonda.

La escena contrasta con el espectácul­o espacial ocurrido el martes en Cabo Cañaveral. El cohete espacial más poderoso de la actualidad venció con éxito la gravedad de nuestra bola planetaria, dos de sus tres cohetes impulsores lograron aterrizar y, ya en el espacio, las compuertas se abrieron para que el maniquí Starman, a bordo de su auto Tesla, pudiera ver la esfera terrestre.

Lo más sorprenden­te es que esta misión fue realizada por una empresa, SpaceX, y no por la Nasa o cualquier otra agencia espacial.

Ahora, el vehículo espacial más poderoso está en manos de Elon Musk, un magnate digno de una película de ciencia ficción.

Diego Córdova, un experto argentino en tecnología espacial, no sale de su asombro: “Se probó por primera vez un cohete de alto poder capaz de enviar una carga útil no sólo al espacio, sino a otros planetas. El Falcon Heavy es el primer cohete interplane­tario desarrolla­do por una empresa privada, y fue probado con éxito”.

Algunos comparan el logro de Musk con los logros de la Nasa. Sin desmerecer, SpaceX no le llega ni a los talones. La agencia espacial estadounid­ense envió 12 seres humanos a la Luna, lanzó 135 veces el transborda­dor espacial, envió misiones a todos los planetas del Sistema Solar y construyó gran parte de la estación espacial. En el camino, generó casi dos mil patentes de invencione­s, muchas de las cuales han logrado mejorar nuestra calidad de vida.

Musk también quitó parte de la mística del lanzamient­o del martes, durante la conferenci­a de prensa previa. Allí dijo que no tenía pensado enviar seres humanos al espacio con el Falcon Heavy. Las misiones tripuladas de órbita baja las realizará con el Falcon 9, y los futuros viajes para conquistar Marte (el sueño de Musk) se llevarán a cabo con el cohete BFR, el cual estaría finalizado en la segunda mitad de la década de 2020.

Entonces, ¿para que servirá el Falcon Heavy? La primera sospecha es que se trató de una operación de marketing (una de las más impresiona­ntes de los últimos años) para vender las marcas de Musk: SpaceX y Tesla.

El desarrollo de este gigantesco cohete llevó más tiempo del esperado. En el camino, la ciencia satelital se miniaturiz­ó, por lo que ya no se requieren poderosos lanzadores. Un ejemplo exitoso de esta tendencia es la empresa argentina Satellogic.

Además, el Falcon 9 mejoró tanto que puede llevar satélites tan pesados como nuestro Saocom 1A, de tres toneladas.

Entonces, el Falcon Heavy tendrá un mercado muy acotado de satélites espía pesados y otros con órbitas geosincrón­icas (a 42 mil kilómetros desde el centro de la Tierra).

Otro posible cliente podría ser Donald Trump, presidente de los EE.UU., quien quiere volver a enviar seres humanos a la Luna. Quizá el aviso publicitar­io de SpaceX, Tesla y el emporio Musk del martes lo hayan persuadido.

FIN DE LA MÍSTICA: SPACEX ANUNCIÓ QUE EL FALCON HEAVY NO SE UTILIZARÁ PARA ENVIAR SERES HUMANOS AL ESPACIO.

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(AP) Marketing. Starman y el auto Tesla, en el espacio con la Tierra de fondo.
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