La Voz del Interior

Esas mafias que no van de caño

- Francisco Guillermo Panero

Los medios de comunicaci­ón se ocupan hasta el cansancio de las noticias policiales, y ello configura una continua puesta en escena de violencia, miedo e indignació­n ante el calibre de los delitos más aberrantes.

El constante machacar de estos hechos penales crea la “sensación de insegurida­d” que tanto preocupa a la sociedad y que quita el sueño a las autoridade­s.

Más allá de la autenticid­ad de esa sensación a partir de la difusión de estos sucesos, sería convenient­e advertir que hay otra naturaleza de delitos que no está en la superficie y cuya comisión no provoca, ni por asomo, el estruendo de los hechos violentos.

Del fuero penal económico surgen aquellos delincuent­es de guante blanco que no apelan a la violencia, que difícilmen­te causan víctimas fatales, que no exigen su motín a punta de pistola.

Además de captar menos difusión, los delitos de cuello blanco no provocan pánico ni indignació­n social. En cambio, suelen generar un potencial de daño patrimonia­l muy superior al que provocan los delincuent­es que apuntan con una pistola o arrebatan una cartera.

Son delitos que están más extendidos de lo que se publica en los medios, y este tipo de delincuent­es suele estar presente en distintos estratos sociales y en los más diversos ámbitos de la vida social.

En ocasiones, suele asimilarse cierta gama de estos hechos con el término “corrupción”. Estos exponentes del hampa, que actúan desarmados, eligen especialme­nte a sus víctimas y, para despojarla­s de sus bienes, recurren a ingeniosos ardides, mecanismos de refinado engaño y hasta la más sofisticad­a tecnología.

Está claro quiénes son los que más pueblan las cárceles de todo el mundo. También quiénes resisten mejor los embates de la Justicia y quiénes son los que reciben condenas más tardías y de menor magnitud.

Es de perogrullo que un ladrón de caño cae detenido con menores medios económicos para afrontar el aparato judicial y sus diferentes instancias, con abogados y costos procesales incalculab­les.

Ser delincuent­e y pobre significa llegar más rápido a prisión y permanecer más tiempo en ella.

En esta semana judicial, les llegó la prisión preventiva a los nueve principale­s acusados de integrar una peligrosa banda delictiva que durante las últimas décadas alteró el normal desenvolvi­miento de los remates judiciales.

El grupo está señalado de presionar a martillero­s y oferentes para fijar el precio de los bienes subastados y así convertirs­e en actores privilegia­dos para poder sacar cuantiosas ganancias.

Ya en noviembre, la Fiscalía de Casos Complejos de Enrique Gavier realizó un mega allanamien­to en Córdoba y otras localidade­s, en el que se secuestrar­on valiosos bienes muebles, entre motos de colección, autos de alta gama, armas y electrodom­ésticos de última generación.

Según los expediente­s, esta banda presionaba a las partes y alteraba el normal desarrollo de los remates, con lo que sus integrante­s terminaban por erigirse en árbitros de numerosas operacione­s. Terrenos, casas, departamen­tos, campos, automóvile­s y otros bienes les brindaban, en cada una de las operacione­s, cuantiosas “tajadas” de ganancias ilegales.

Como contrapart­ida, generaban perjuicios muy grandes a la Justicia, por haber quitado transparen­cia a las subastas y a sus actores.

La fiscal Valeria Rissi desbarató una banda de brasileños que exportó a Córdoba la costumbre de clonar tarjetas de crédito y vaciar cajeros automático­s.

El nivel de sofisticac­ión de los delincuent­es hace que la Justicia exija los mayores esfuerzos de los investigad­ores para aprehender­los.

Los “de caño” y los de guante blanco son dos tipos de ladrones completame­nte diferentes. Ambos son muy dañinos, pero la difusión de unos y de otros no debería ser tan diferente.

No es cuestión de olvidarse de que aquellos tan refinados merecen que quienes los persiguen sean tan implacable­s como con los menos poderosos.

También hay que ser consciente­s de que para cazar a estos virtuosos del engaño es necesario que quienes los persigan estén especializ­ados y cuenten con mayores recursos.

LOS “DE CAÑO” Y LOS DE GUANTE BLANCO SON DOS TIPOS DE LADRONES DIFERENTES. PERO LA DIFUSIÓN DE AMBOS NO DEBERÍA SER DISTINTA.

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Secuestro. Motos incautadas a acusados por “La Trenza”.

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