La Voz del Interior

¿Concursos públicos? Error del servidor

- Patricio Giusto*

Tras el escándalo que envolvió al ministro de Trabajo de la Nación, Jorge Triaca, el presidente Mauricio Macri anunció un recorte de 25 por ciento de la estructura política, con congelamie­nto de sueldos de funcionari­os y prohibició­n de que familiares de ministros ocupen cargos en la órbita del Poder Ejecutivo Nacional.

La medida es buena y segurament­e es bien recibida por la ciudadanía, cuyos bolsillos atraviesan grandes penurias por estas horas. De hecho, no se entiende cómo el ajuste de la política no fue la primera medida de ajuste del Gobierno.

Ahora bien, el anuncio tiene más que nada un fuerte contenido simbólico, ya que no resuelve el grave problema del déficit fiscal y sobredimen­sionamient­o del Estado.

Pero tampoco resuelve el flagelo del nepotismo que, justamente, se buscaría eliminar. El puñadito de familiares que dejarán sus cargos por portación de apellido no representa ni el uno por ciento de la gran capa de lo que llamo el “nepotismo de amigos del poder”. Estos están principalm­ente enquistado­s en direccione­s operativas, gerencias y otros cargos menores surgidos de las plantas de gabinete de los ministerio­s y otras reparticio­nes.

La voluminosa capa de nepotismo de amigos del poder se suele justificar en que los altos funcionari­os necesitan “gente de confianza” cerca de ellos.

El problema es que, muchas veces, esa gente de confianza no tiene ningún antecedent­e, como fue el caso paradigmát­ico de la empleada doméstica que participab­a de la intervenci­ón de un sindicato.

El nepotismo de amigos coexiste –casi siempre de manera conflictiv­a– con la capa de funcionari­os y empleados de planta permanente, la otra cara de la debacle del Estado.

Esto de tener un cargo permanente, sin importar el desempeño, es una entelequia inexplicab­le, producto de la degradada cultura política argentina. Estos funcionari­os y empleados con estatus permanente sólo pierden sus cargos de manera inmediata al jubilarse, renunciar (nadie renuncia a un cargo en el Estado) o fallecer.

Apenas se ha podido mejorar algo con los planes de retiro voluntario. En cuanto a evaluacion­es de desempeño, no han servido para nada. La protección sindical sigue primando.

Una cuarta causal para perder un cargo de planta permanente sería que el empleado fuese exonerado tras una condena judicial (cosa que muy rara vez sucede).

Política y sindicalis­mo se fueron amalgamand­o durante décadas para generar este sistema perverso del cual, sin dudas, costará mucho salir.

Y aquí llegamos, entonces, al meollo de la cuestión: ¿Quiere el gobierno de Mauricio Macri, como prometió en campaña, transforma­r el Estado hacia un sistema más eficiente, basado en la meritocrac­ia?

La primera respuesta es decepciona­nte. Al ingresar en el sitio web del Ministerio de Modernizac­ión, dentro de la pestaña http://www.concursar.gob.ar/ aparece la siguiente leyenda, muy conocida por los internauta­s: “Server error. 404 - File or directory not found”.

Aún no ha habido concursos públicos con la nueva gestión de Mauricio Macri, pese las promesas. Se suponía que la supuesta revolución de los CEO, con sus pergaminos y aires de renovación de la política, venía a saldar esta deuda. Por ahora, sin novedades.

Desde ya que la herencia K fue horrorosa. Pero una de las conclusion­es principale­s del reciente informe El estado del Estado en la Argentina, elaborado por la Asociación Argentina de Presupuest­o (Asap) y el Centro de Implementa­ción de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimient­o (Cippec), concluyó que en 2016 el Gobierno de Cambiemos mantuvo la tendencia de nombrar funcionari­os jerárquico­s sin concurso.

Justamente, en la capa donde se ubica el grueso del nepotismo de familiares y amigos, hubo un notable aumento en la designació­n de nuevos cargos ejecutivos.

En especial, en el caso de las direccione­s nacionales, que crecieron en mayor proporción. Según el informe, de 298 que había en 2015, trepó a 402 durante el primer año de Cambiemos.

Las secretaría­s, en tanto, subieron de 69 a las 87 actuales, mientras que las subsecreta­rías se incrementa­ron de 154 a 203. También engordaron las empresas estatales.

El reciente decreto de Macri resolverá, en gran parte, este innecesari­o exceso de cargos que el propio Gobierno había generado.

Ahora viene lo más importante: ¿Seguirán ocupando el grueso de esos cargos los amigos del poder? ¿O se permitirá el ingreso de los mejores, con concursos abiertos y transparen­tes?

Es hora de quebrar esa nefasta alianza de política y sindicalis­mo que hizo del Estado un botín de reparto de cargos y garantía de estabilida­d laboral. Sr. Presidente, tiene una gran oportunida­d por delante.

EL NEPOTISMO COEXISTE CONLACAPAD­E FUNCIONARI­OS Y EMPLEADOS DE PLANTA PERMANENTE, LA OTRA CARA DE LA DEBACLE DEL ESTADO.

Master of China Studies (Zhejiang University) y Magíster en Políticas Públicas (Flacso). Politólogo y docente (UCA). Director de la consultora Diagnóstic­o Político

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(LA VOZ / ARCHIVO) Sin parientes. Macri prometió el fin del nepotismo. ¿Cumple?
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