“Made in” Villa Esquiú
De la cantera celeste no sólo surgieron tres de los arqueros más notables de la Superliga. También están los laterales Guidara y Saravia (hoy en Racing).
Aunque la línea de cuatro defensores sigue siendo ampliamente mayoritaria entre los 28 equipos de la Superliga, la generación de marcadores laterales aún es particularmente deficitaria en el fútbol argentino. Lo dicen los “profes” de inferiores de casi todos los clubes. Por eso casi siempre se buscan refuerzos que puedan acomodarse para la función de “4” o de “3” en casi todos los equipos y en cada mercado de pases.
Belgrano no ha sido la excepción. Salvo Federico Álvarez (hoy en Quilmes) y la fugaz aparición y salida (quedó libre después de jugar un solo partido) de Cristian Gorgerino (hoy en Central Córdoba de Santiago del Estero, después de su paso por Instituto), la “B” no produjo muchos laterales por el sector izquierdo. De ahí que haya tenido que recurrir a Cristian Tavio, a Juan Leandro Quiroga o a Sergio Escudero para reforzar ese sector.
Pero, por derecha, aunque también llegaron algunos jugadores (Hernán Grana y Sebastián Luna son algunos de los que tuvieron rodaje), últimamente la cantera celeste se encargó de producir especialistas bien valorados en el medio.
A las buenas actuaciones que vienen poniendo a Tomás Guidara en la consideración del público futbolero de todo el país, se les suma el gran momento de Renzo Saravia, que se ganó la titularidad y el reconocimiento en Racing Club (está a préstamo, pero es un hecho que la Academia de Avellaneda hará uso de la opción por su ficha).
Y este es un fenómeno similar a lo que ocurre con los arqueros, ya que Lucas Acosta, Guido Herrera (actual guardameta de Talleres) y César Rigamonti (hoy en Vélez) son producto genuino de las inferiores de la “B”.
Dos casos atípicos
Guidara cumplirá 22 años este 13 de marzo, pero parece un veterano en el puesto. Prácticamente no necesitó adaptación, aunque tuvo la virtud de aprender de los errores y reponerse rápido. Es que, después del partido inaugural de esta Superliga (1-2 ante Banfield, en el Florencio Sola), muchos creyeron que las chances para el juvenil se verían reducidas. Y así fue hasta que la salida de Sebastián Méndez y la llegada de Pablo Lavallén le abrieron otro horizonte, que el pibe está aprovechando bien.
Su personalidad férrea se explica en las lecciones de la vida. Tomás tiene una historia personal de carencias y fue criado por sus abuelos. Ganando esa clase de partidos, los de fútbol parecen un juego, aunque los asume con la responsabilidad del caso. Y, técnicamente, supo alternar como volante por el mismo sector, en épocas de los “carrileros”, lo que le dio la posibilidad de crecer en el manejo de la pelota y en la utilización de los espacios en ofensiva.
Para Guidara, la continuidad fue otra clave. Y la logró luego de que, a mediados del año pasado, el cuerpo técnico de Méndez y la gerencia deportiva tomaron la decisión de permitir la salida de Saravia a Racing.
El caso de Renzo merece ser estudiado, incluso desde la sociología: técnicamente dotado para destacarse en un puesto en el que Belgrano improvisaba (ni Gastón Turus ni Pier Barrios se formaron como laterales), surgió como un gran proyecto, pareció malograrse por el hastío y por la irregularidad, y ahora, en otra ciudad y con otra camiseta, parece consolidar todo aquello que había insinuado en sus comienzos.
Cuando llegó a Racing se autodefinió como “un jugador más ofensivo que defensivo”, algo que ya había mostrado en Córdoba. Sin embargo, en Avellaneda entendió más rápido cuál era la función prioritaria de un marcador de punta.
El cambio de aire puede haber tenido una incidencia positiva. Sobre todo, se lo ve mucho más sereno en la toma de decisiones. No perdió la capacidad de desborde y centro, pero tiene otro aplomo a la hora de tomar decisiones. Quizá sólo era cuestión de tiempo y de esperar: apenas tiene 24 años.