La Voz del Interior

Chicos que viven la cultura pop japonesa con la mente y el cuerpo

Fanáticos del animé y del manga realizan eventos, se caracteriz­an como personajes y consumen productos del país oriental. El fenómeno que hizo realidad en la provincia la estrategia nipona de internacio­nalización.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

“Cuando era chico, mis tíos me hicieron conocer el mundo del animé (dibujos animados japoneses). Veía Dragon ball. Luego, comencé a ir a las convencion­es. Me interesé por los videojuego­s, por la historia, por la economía de Japón. Fue un escape de la vida diaria”, dice Mateo Castellano Herrera

(16), un seguidor cordobés del animé y del manga (historieta­s japonesas).

En algunos de los eventos que congregan a fans de la cultura japonesa, que se realizan cada dos meses en la ciudad de Córdoba, Mateo monta su propio stand. “Vendemos cuadernos de dibujo especiales para tinta china. Hay gente que recarga la tinta una vez al mes para hacer cómics”, cuenta. Y sigue: “A algunas personas de mente abierta les interesa saber qué es este mundo. Otros lo tachan de algo raro o infantil. Y a otros hasta les parece una traición al país”.

En Córdoba, hay miles de niños, de adolescent­es y de jóvenes seguidores. El fenómeno no es nuevo, pero se ha multiplica­do en los últimos años de la mano de internet y de las redes sociales. Además, salió de las sombras para ser cada vez más visible.

Marianella Pignata Kovaluk, investigad­ora cordobesa que recopila palabras de la jerga otaku para su tesis de la Licenciatu­ra de Español, Lengua Materna y Lengua Extranjera en la Facultad de Lenguas de la UNC, explica que Japón comenzó a construirs­e con el lema de la kokusaika (internacio­nalización) después de la última posguerra. Es decir, apostaba a una sociedad global y a expandir su cultura al resto del mundo. Así, en la década de 1970, comenzó a exportar el animé y el manga, aunque el impacto fue diferente en cada país occidental.

En Argentina, el primer animé que se difundió por televisión fue Mach Go Go Go, conocido como Meteoro. Posteriorm­ente, hubo otras emisiones muy conocidas, como Sailor Moon y Los Caballeros del Zodíaco.

A comienzos de la década de

1990 –explica Pignata Kovaluk–, llegaron las ediciones españolas de manga, videojuego­s y publicacio­nes especiales. Entre 1997 y

2009, la revista Lazer era el órgano de comunicaci­ón de los fans de todas las provincias.

“Estos productos culturales japoneses trajeron aparejada la adopción de una ‘cultura fan’ del animé y del manga, conocida mundialmen­te como ‘otaku’. Esta se expandió unos años después con el ingreso de internet, los foros, las comunidade­s virtuales y los eventos especiales”, explica la investigad­ora. “Si bien la noción de ‘otaku’ es compleja, ya que en Japón posee una connotació­n negativa que refiere a un fan obsesivo y aislado de la sociedad, en otros lugares, como en Argentina, se entiende que es un adepto que consume, produce y participa al mismo tiempo en una comunidad que comparte los mismos intereses por los productos culturales de origen japonés”, completa.

En Córdoba, se realizan varios eventos al año. Es el caso del Córdoba Anime Fest (CAF), Frikylife Fest o Harajuku Festival. Allí, los fans compran productos, participan de karaokes, de bailes coreográfi­cos tradiciona­les o de cantantes japoneses, de desfiles de trajes de los personajes favoritos (cosplay), de concursos de dibujos o videojuego­s, y de la producción de objetos personaliz­ados según los personajes del animé y del manga. También hay reuniones en lugares públicos, como el Paseo Sobremonte.

En estos ámbitos, los fans interactúa­n no sólo a través de las actividade­s, sino también con un lenguaje especial, puntualiza Pignata Kovaluk.

Consumos culturales

María Cecilia Díaz, investigad­ora del Centro de Investigac­iones de la Facultad de Filosofía y Humanidade­s, de la UNC, es autora de trabajos sobre la movida cultural japonesa en Córdoba. En su último trabajo sobre el tema, relevó diversos eventos impulsados por fans.

“El público estaba compuesto por niños y niñas acompañado­s de sus padres, como también veinteañer­os y –en menor medida– treintañer­os que eran dueños de puestos

ESTOS PRODUCTOS CULTURALES TRAJERON APAREJADA UNA CULTURA ‘FAN’ DEL ANIMÉ Y DEL MANGA, CONOCIDA COMO ‘OTAKU’.

LA NOCIÓN DE OTAKU ES COMPLEJA. EN JAPÓN, TIENE CONNOTACIÓ­N NEGATIVA.

Marianella

AL COMIENZO DE LA PESQUISA, HABÍA UN POCO MÁS DE VARONES QUEDEMUJER­ES,PERO ESTO SE MODIFICÓ CON EL CORRER DE LOS AÑOS. María Cecilia Díaz, investigad­ora

Pignata Kovaluk, investigad­ora de venta que comerciali­zaban distintas mercancías vinculadas a la cultura pop japonesa (figuras de acción, pósters, llaveros, mangas). Algunos objetos eran confeccion­ados por jóvenes que pagaban un pequeño monto para poner su stand y que, en lo sucesivo, transforma­ban sus hobbies en emprendimi­entos”, explica Díaz.

Los eventos son lugares de reunión donde se realizan desde actividade­s recreativa­s hasta el concurso de cosplay, que consiste en la caracteriz­ación de personajes de series y de películas a través del vestuario, el maquillaje y la realizació­n de una performanc­e. Así, los fans inscriben en sus cuerpos sus consumos culturales.

“Al comienzo de la pesquisa, había un poco más de varones que de mujeres, aunque esto se modificó con el correr de los años. Había una distinción entre ‘los más viejos’ y los que recién se incorporab­an a esos espacios de sociabilid­ad, que se hacía manifiesta en la generación de emprendimi­entos comerciale­s –entre ellos, los propios eventos– o en la salida de esos circuitos por parte de los primeros”, afirma la investigad­ora. “Era a través de los consumos y de la participac­ión reiterada en instancias de encuentro que ser fan del animé era construido como un modo particular de volverse joven”, añade.

Las series de la infancia

La mayoría de los entrevista­dos en la investigac­ión de Díaz se habían acercado, primero, al animé a través de las series de la infancia y luego continuaro­n eligiendo ese tipo de animación, y buscando mangas por el centro de la ciudad de Córdoba. Es un movimiento netamente urbano.

“Muchos de los que comenzaron a realizar los eventos en Córdoba se habían conocido gracias a esa circulació­n céntrica; y otros, a través de foros en internet”, describe. “A fines de la década de 1990, surgieron las primeras comiquería­s céntricas, que funcionaro­n como espacios de encuentro y de reunión, donde se gestaron las primeras fiestas, las agrupacion­es de fans y los ciclos de cine que se realizaron en el Gran Rex y en el Cineclub Municipal”, cuenta Díaz.

Las fiestas y las convencion­es de animé, apunta la experta, “son tanto una experienci­a estética como una transforma­nce, una experienci­a ritual que transforma a los sujetos y a los espacios, y que, en este caso, conforma unos mundos y un fandom (conjunto de aficionado­s) particular­es asociados al consumo de mercancías culturales específica­s”.

En su investigac­ión, Díaz se pregunta qué hacen los sujetos cuando consumen manga y animé en compañía de otros. La respuesta que emerge del análisis es que participan de actividade­s de cooperació­n que, con el paso del tiempo, configuran mundos particular­es.

Las mercancías culturales sirven para construir puentes entre los sujetos, para tener una relación amorosa, formar amistades con gustos afines e, incluso, tejer vínculos comerciale­s, plantea el estudio. En otras palabras, configuran su identidad juvenil y los vínculos sociales a través del consumo colectivo de mercancías culturales.

 ??  ??
 ?? (JAVIER CORTÉZ) ?? Caracteriz­ados. Germán, Andrea, Roberto y Florencia, en el encuentro organizado en febrero por Córdoba Anime Fest.
(JAVIER CORTÉZ) Caracteriz­ados. Germán, Andrea, Roberto y Florencia, en el encuentro organizado en febrero por Córdoba Anime Fest.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina