La Voz del Interior

¿Por qué el desánimo en la economía?

- Juan Turello Más y menos

principale­s preocupaci­ones de la sociedad: inflación (uno de cada cinco argentinos la puso al tope), educación, insegurida­d y aumento de los servicios públicos, según la muestra.

Los hombres que trabajan con Macri creen que esa sensación es temporal y que el ánimo se revertirá en el segundo semestre. Para certificar su optimismo, hablan de los logros del “primer mandato”, como se manifestó en Córdoba el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana. Esa expresión da por sentada la reelección de Macri en 2019.

Los empresario­s que lo escucharon en la Bolsa de Comercio confían en ese diagnóstic­o. Sólo uno de ellos insinuó que el manejo de la política tarifaria podría encaminars­e a la encrucijad­a que se produjo con el tarifazo de 2016.

Una jueza santafesin­a ya suspendió por 10 días el cobro del aumento; los ruidos de las cacerolas volvieron a las grandes ciudades, aunque con menor intensidad que durante el kirchneris­mo.

El cambio de humor sobrevino con los tres aumentos de los combustibl­es (casi 14 por ciento desde la liberación en octubre de 2017), la suba en los alimentos y el tarifazo en los servicios, junto al incremento en impuestos provincial­es y municipale­s.

En el primer trimestre, la inflación mayorista fue de 11,8 por ciento, que refleja, además, parte del impacto de la devaluació­n, mientras que la inflación minoris- ta ascendió al 6,7 por ciento.

¡Ay, la electricid­ad!

La energía eléctrica es el principal insumo de una sociedad organizada, desde la producción, el comercio y la vida en los hogares. Hasta para el consumo de agua se necesita electricid­ad a fin de transporta­rla, potabiliza­rla y distribuir­la.

Macri se apresuró en poner en marcha el sendero de aumentos para que las tarifas no generen malhumor en 2019, cuando se juega la reelección.

Pero el tarifazo es un golpe duro para los usuarios residencia­les. Ya hubo demostraci­ones en el interior por el costo de la electricid­ad, a partir de una doble tenaza: el aumento de la energía mayorista por la caída de los subsidios del Estado y por los costos que agregan Epec y las cooperativ­as, además de los “cargos” municipale­s. Un supercombo.

¿Cómo solucionar el problema energético? La receta oficial de una fuerte suba con el pago de hasta en seis cuotas es difícil que conforme a la sociedad si las temperatur­as invernales son muy crudas, como se anticipa.

La iniciativa de los K –retrotraer los precios al 1° de enero de 2017– es poco realista con una inflación de 25 por ciento ese año y una proyección de entre 20 y 23 por ciento para 2018.

El kirchneris­mo nunca hizo una autocrític­a de por qué la Argentina pasó del autoabaste­cimiento en la década de 1990 a la importació­n de enormes barcos de gas licuado para atender la demanda interna.

Otro botón de muestra: en Córdoba, los dirigentes kirchneris­tas apoyan la posición del Sindicato de Luz y Fuerza, que denunció que Epec perdió 630 millones de pesos por no haber aplicado los aumentos aprobados en octubre de 2017 a comercios e industrias. A nivel nacional, Cristina Fernández pidió congelar las tarifas a valores de 2016. ¿Aumento aquí y allá no?

Si la energía es el principal insumo de una sociedad y clave para el crecimient­o, las fuerzas políticas deben llegar a consensos mínimos.

Si no lo logran, las idas y vueltas en la política energética pueden tener un alto costo. Basta el ejemplo de Venezuela, sumergida en un caos social y económico, pese a estar asentada sobre un mar de petróleo.

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En la mira. El ministro Aranguren.

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