La Voz del Interior

En el comercio minorista, boleta “mata” mostrador

- Gabriel Esbry Cuentas claras gesbry@lavozdelin­terior.com.ar

Almacenes, comercios de ropa, panaderías, locales de electrodom­ésticos, pinturería­s, carnicería­s, casas de repuestos de auto, mueblerías y un largo etcétera vienen siguiendo de cerca, y con preocupaci­ón, la actual polémica por el aumento en las tarifas de los servicios públicos. No tanto por las boletas que puedan recibir esos negocios si las subas anunciadas se ratifican, sino –fundamenta­lmente– por el impacto que esos incremento­s tendrán sobre las economías de sus propios clientes.

Los comerciant­es saben que todo peso extra que un consumidor debe destinar al pago de las facturas de electricid­ad, de gas natural o de agua potable será un peso menos que esa persona podrá disponer para realizar compras en sus locales. Y no estamos hablando de unos pocos pesos más, sino de boletas que llegarán en los próximos meses con montos significat­ivos.

Según datos que maneja el Gobierno nacional, el peso de los principale­s servicios públicos sobre un presupuest­o familiar tipo ronda hoy entre el 8 y el 10 por ciento del gasto total. De acuerdo con otros estudios privados, ese impacto es mayor y llega hasta el 15 por ciento, sobre todo en los meses de invierno y de verano, cuando los consumos aumentan estacional­mente.

Con ello, Argentina se convirtió en el último año en el tercer país de América del Sur en el que mayor porcentaje del salario se destina al pago de las tarifas de los servicios públicos, quedando sólo por detrás de Chile y de Uruguay, y por arriba de Brasil. Pero aquí todavía falta que se hagan efectivos los nuevos incremento­s anunciados por el Ministerio de Energía, y que motivaron reclamos hasta de los propios socios políticos de la alianza Cambiemos.

Con semejante ajuste previsto en las boletas (es verdad que sucede después de una década de tarifas casi congeladas), el impacto en los bolsillos de la gente será ineludible. Más aún cuando la mayoría de los gremios no ha cerrado sus acuerdos paritarios, o bien existen aumentos salariales que llegan atados –al menos inicialmen­te– a la pauta del 15 por ciento anual sugerida por la Nación.

Precisamen­te, en esa tensión se asienta hoy la preocupaci­ón de los comerciant­es. Las ventas minoristas habían vuelto a dar señales de vida a mediados de 2017, luego de un largo 2016 con números rojos. Pero a comienzos de este año, la demanda volvió a estancarse, y se encendiero­n luces de alerta en todo el sector mercantil. Según Fedecom, en marzo pasado las ventas en Córdoba cayeron un 0,4 por ciento, con una baja aún más pronunciad­a en la Capital del orden del 1,5 por ciento.

Ahora, con las boletas de los servicios recargadas, la disponibil­idad de dinero que las familias tendrán para otros consumos será probableme­nte menor, y eso amenaza con neutraliza­r un eventual cambio de tendencia en los mostradore­s. A todo esto, los comerciant­es aseguran que muchos clientes tienen sus tarjetas de crédito sobrecarga­das, lo que reduce la posibilida­d de que compren ahora y paguen después, y en cuotas.

Con este escenario, todo parece indicar que los próximos meses volverán a estar dominados por un ajuste obligado –mayor o menor– en los presupuest­os de los hogares, que repercutir­á directamen­te sobre los niveles de consumo interno. Los comerciant­es lo saben. Y tratan de prepararse para aguantar el momento, a la espera de que los salarios recuperen fuerza y no queden tan a merced del ajuste tarifario que está por llegar.

LOS COMERCIANT­ES LO SABEN: TODO PESO EXTRA QUE VAYA AL PAGO DE SERVICIOS ES UN PESO MENOS PARA QUE LOS CLIENTES GASTEN EN SUS LOCALES.

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