Traslapistadelarma robada en el tiroteo de Nueva Córdoba
El grupo de investigadores se abroqueló y en los últimos días todos se llamaron a silencio. Para evitar filtraciones, en medio de una serie de suspicacias que rodean al caso, aquellos que están a cargo de develar lo que realmente ocurrió la madrugada del 16 de febrero durante el tiroteo que asoló a Nueva Córdoba se han concentrado en el robo de la pistola calibre nueve milímetros con la que mataron al policía Franco Ferraro (29).
Entre el jueves y el viernes últimos, por las escalinatas del edificio de Tribunales 2, desfilaron jefes policiales y oficiales principales que fueron citados por el fiscal de Distrito 1, Turno 4, Rubén Caro, para que explicaran qué recuerdan de aquella madrugada.
Fue este ir y venir de los funcionarios policiales lo que llamó la atención de aquellos que conocen los pasillos del edificio judicial, quienes alertaron de que algo estaba ocurriendo.
Según pudo reconstruir La Voz a partir de distintas fuentes, el eje principal de las declaraciones giró en torno a la pistola que desapareció de la escena del crimen.
De acuerdo con la reconstrucción judicial, el arma era portada por Ricardo Serravalle, uno de los dos ladrones abatidos en medio de aquella infernal balacera en la que se contaron más de 90 vainas.
Para la hipótesis principal de la causa, antes de morir, Serravalle mató al policía Ferraro. Aquella madrugada, este delincuente salió del edificio de Rondeau 84 con dos armas, pero al momento de caer muerto en la calle sólo se le secuestró una pistola.
Es por ello que el fiscal y el grupo de investigadores buscan determinar quién se robó la otra arma, que es justo con la que mataron al joven agente. ¿Sólo casualidad? El hermetismo demuestra que nadie piensa en el azar.
Entre otros puntos de este rompecabezas, se indaga sobre quiénes fueron los policías que aquella madrugada tuvieron a su cargo el resguardo de la escena del crimen, o sea, la vía pública en la que cayeron los tres muertos: el policía Ferraro (29) y los ladrones Serravalle (53) y Rolando Hidalgo (62).
En el marco de esta pesquisa se han secuestrado libros de registros oficiales y documentación policial que por estas horas se están analizando en procura de encontrar alguna pista que lleve a encontrar al ladrón de la pistola y a establecer si hubo negligencias o algún delito al descuidar una escena que esa madrugada se convirtió en un verdadero caos.
Desde diferentes ángulos
En paralelo, aparecieron algunos testigos civiles cuyos testimonios también son valorados, a la par de un minucioso trabajo que realiza la Dirección de Investigación Operativa (DIO) de Policía Judicial sobre los videos de las cámaras de seguridad así como de registros particulares.
Pese a todos estos avances, ante una consulta de este diario, desde la fiscalía se evitó cualquier respuesta concreta sobre esta parte de la investigación, que es una de las claves en las que se sustenta esta compleja causa.
Es que no se trata del único cabo suelto en la parte provincial de la investigación (la Justicia federal indaga sobre una supuesta financiera ilegal que operaba la víctima del asalto). A más de dos meses de aquel trágico asalto, todavía hay dos ladrones prófugos, Ariel Gramajo (45) y Ariel Rodríguez Murúa (45), quienes, pese a la recompensa de 200 mil pesos para dar con ellos, hasta ahora han logrado burlar cualquier búsqueda policial.