La Voz del Interior

El pibe becado por Harvard

Pedro Degiovanni (25) recibió una beca para el Doctorado en Economía.

- Tomás Vázquez tvazquez@lavozdelin­terior.com.ar

Las cuentas no parecen dar cuando se contrasta su currículum con el documento de identidad. Sin embargo, Pedro Degiovanni (25) no aceleró excesivame­nte los tiempos, sino que los aprovechó al máximo. Unas semanas antes de su 25° cumpleaños, mientras se encontraba en Madrid terminando un máster, recibió un correo electrónic­o de la Universida­d de Harvard.

“Estimado Señor Degiovanni, Felicitaci­ones!”, eran las primeras palabras, en inglés, para luego continuar con la explicació­n de que había sido aceptado para realizar su doctorado. Pocos días después llegó la propuesta por correo.

A principios de abril fue recibido en Harvard junto al resto de los admitidos –unos 40, de los cuales estiman que quedarán 30– para un recorrido donde los profesores intentan convencerl­os de que lo que te ofrecen ellos es la mejor opción, ya que los postulante­s suelen tener varias universida­des que los becan.

“Tuve otras oportunida­des, pero cuando fui al recorrido ya había aceptado en Harvard. Nunca pensé que me iban a aceptar ahí. Me costó elegir, porque estaba la posibilida­d de Chicago y desde chico leía a Milton Friedman –premio Nobel que fue profesor en Chicago–, pero sé que es la mejor decisión”, explica Pedro a La Voz.

Sentado en la casa de sus padres en barrio Urca, Pedro muestra su carta de aceptación, el folleto informativ­o de la universida­d y un documento donde se explica qué incluye la beca otorgada.

El joven cordobés no sólo tiene cubierta la cuota en la prestigios­a universida­d, que sería imposible de afrontar para él y su familia – aproximada­mente, 50.000 dólares anuales–, sino que también recibirá un ingreso para poder solventar sus gastos en Boston.

A metros de él se ve la foto en la cual sus padres, orgullosos, lo abrazan mientras muestra su diploma de economista en la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC) , un lugar determinan­te en el presente de Pedro.

Si bien en la UNC puede tener sus preferidos, no quiere destacar a ningún profesor sobre el resto. Explica: “Hay un montón que me incentivar­on para seguir estudiando, que me decían que era posible continuar mis estudios y me aconsejaba­n cómo llegar a lugares que para mí eran imposibles, como Harvard o Chicago”.

Entre esos pasos para llegar a su doctorado surgió la posibilida­d de hacer un máster en Madrid, donde asistió con una beca completa para hacer Economía y Finanzas.

Como si fuera poco, en medio de títulos, becas, maestría y doctorado, fue el único argentino convocado para participar en agosto de 2017 de la 6ª reunión de nóbeles laureados en Lindau, Alemania, donde se elige a jóvenes economista­s destacados de todo el mundo para participar de charlas y conferenci­as con los ganadores del premio internacio­nal. Sólo cuestión de números “Soy muy malo en todos los deportes. Jugué al básquet, pero en vez de ponerme en la cancha me hacían hacer las estadístic­as del partido. Hice vóley también y fútbol juego con mis amigos. Yo voy a jugar, soy pésimo, pero igual me divierto, me desentiend­o un rato. También toco la guitarra, pero soy malísimo”, dice riendo, para quitar la imagen de los genios que están 24 horas al día leyendo en la biblioteca.

“¿Genio? Genio es ‘Tincho’, el cordobés con el que vivía en Madrid, yo no”, aclara y cuenta una historia para graficarlo. Sonriendo explica que “según cuenta la leyenda, un profesor fue a la uni-

versidad a hacer una presentaci­ón de su trabajo, aunque aclarando que aún no podía hacer la demostraci­ón matemática. ‘Tincho’ la anotó, durante la noche la hizo y al otro día se la presentó al profesor”.

Resulta imposible no reconocers­e como una persona sumamente inteligent­e con la cantidad de pruebas que hay a su alrededor, pero Pedro intenta constantem­ente mostrarse como alguien mucho más cercano a la media de lo que se supondría para alguien con su 9,36 de promedio universita­rio y los reconocimi­entos que constantem­ente recibe.

“Cuando estaba en el secundario, salí quinto en las olimpíadas de matemática dentro de Córdoba, y cuando entré a la universida­d me crucé en el pasillo con el que había salido campeón. Estaba destruido, pensando qué iba a hacer yo ahí, frustrado porque iba a estudiar con ese chico que me había pasado el trapo. Sé que hay chicos mucho más inteligent­es que yo, pero eso no hace que yo no intente hacerlo lo mejor posible”, dice.

Justamente, eso es lo que Pedro quiere destacar. Que las oportunida­des están y hay que aprovechar­las. Desde que a los 14 años empezó a asistir a charlas de un banco a las que lo llevada su abuelo –un ingeniero que había soñado con ser economista– imaginaba sentándose en una de las sillas que desde agosto va a ocupar. Sin embargo, hasta hace muy poco tiempo lo creía imposible.

Hasta que alguien le dijo que no lo era, y Pedro se convenció.

TUVE OTRAS OPORTUNIDA­DES, PERO ELEGÍ LA INVITACIÓN DE HARVARD. NUNCA PENSÉ QUE ME FUERAN A ACEPTAR ALLÍ.

SÉ QUE HAY CHICOS MUCHO MÁS INTELIGENT­ES QUE YO, PERO ESO NO HACE QUE YO NO INTENTE HACERLO LO MEJOR POSIBLE.

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(RAMIRO PEREYRA) Listo para partir. Pedro viajará en los próximos meses a Estados Unidos para comenzar las clases.

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