Demuestra la exageración de las cifras de muerte
Las estadísticas judiciales del aborto son bajas por tres razones. En primer lugar, porque los médicos no denuncian cuando les toca intervenir en las secuelas del aborto porque se amparan en el secreto profesional. Existe un precedente judicial el fallo conocido como “Natividad Frías”, de 1966, bajo el cual se cobijan.
En segundo lugar, los abortos que se hacen en los hospitales de la Universidad Nacional de Córdoba se amparan en el caso “FAL” de la Corte Suprema y con una sola declaración jurada que queda en poder del médico –y no va a la historia clínica– cualquier mujer que manifieste haber sido violada puede hacerse un aborto y no hay obligación de hacer ninguna denuncia.
En tercer lugar, existe mucha presencia del aborto químico por el descontrol que hay respecto de farmacias y droguerías. En consecuencia, las prácticas de aborto se hacen hoy por fármacos que se venden y son ampliamente publicitados por los grupos que están a favor del aborto.
Esta estadística judicial ínfima demuestra la falacia de la exageración permanente de que mueren muchas mujeres por abortos, ya que generalmente el aborto que llega la Justicia, es el que está vinculado a la muerte o grave daño a la salud de la madre, recién allí el sistema judicial reacciona.
Los médicos u obstetras que se dedican a hacer abortos periódicamente, también como los narcos, o los reducidores de autos robados, tienen protección de sectores corruptos de las fuerzas de seguridad. No hay decisión para enfrentar a los que destruyen los niños por nacer.
En lo personal, me ha impactado durante años presenciar el relato de las familias que han pasado por un aborto, secuela gravísima que destruye la vida del que está por nacer, y luego generalmente destruye la pareja, simplemente por la costumbre que tenemos de esconder las cosas debajo de la alfombra. Hay que ayudar mucho a las parejas que han pasado por un aborto, hay que trabajar por la sanación de estas personas.
El debate parlamentario sobre el aborto legal no está sujeto a mandatos partidarios ni de bloque. Por eso, bajo un mismo paraguas político hay dirigentes y legisladores que están a favor y otros, en contra. Y en los últimos días se produjeron algunas sorpresas. La última fue la del Rodolfo Urtubey, hermano del gobernador, Juan Manuel: el senador nacional por Salta sostuvo esta semana que “la amenaza de pena a una mujer que practica un aborto es una barbaridad” y que “esa amenaza de pena debería desaparecer del Código Penal”.
La postura de Rodolfo Urtubey llamó la atención no sólo porque su hermano está en contra de la despenalización, sino porque representa a una sociedad de perfil conservador como la salteña y por su formación católica.
“Si hubiera un proyecto en ese sentido, el de suprimir la pena, votaría en ese sentido”, dijo Rodolfo Urtubey, aludiendo a la posibilidad de que la despenalización obtenga la media sanción de Diputados y llegue al Senado.
El senador del bloque que lidera Miguel Pichetto (quien estaría a favor de la despenalización) aclaró que no está a favor del aborto legal y gratuito, que es la iniciativa que se discute en la Cámara de Diputados, pero sí de que la mujer no sufra una sentencia en su contra por haber abortado.
A diferencia de la despenalización, la legalización garantizaría la cobertura de salud para las mujeres que interrumpan su embarazo. La mera quita de la pena no legisla sobre los abortos clandestinos y deja a las mujeres sin posibilidad de realizarse estas prácticas de manera segura.
En la otra cámara
Rodolfo Urtubey se pronunció a favor de la despenalización el mismo día en que la exsenadora Hilda “Chiche” Duhalde dijo que cambió de opinión. “Si uno a esta altura de la vida sigue siendo el mismo que era a los 40 o a los 30, es un idiota, no ha madurado”, lanzó la esposa
LOS MÉDICOS U OBSTETRAS QUE SE DEDICAN A HACER ABORTOS TIENEN PROTECCIÓN.