La Voz del Interior

Hacia una democracia participat­iva

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El incentivo de la cultura democrátic­a requiere de una serie de medidas que alienten la confianza ciudadana y la participac­ión en la cosa pública. En consecuenc­ia, todas las autoridade­s políticas elegidas por el voto y con un mandato relativame­nte circunscri­pto no sólo en tiempo sino también en valores, deberían saber dar el ejemplo y crear canales de interacció­n para que la opinión social sea tenida en cuenta de manera casi cotidiana, y no apenas durante las campañas electorale­s.

Si lo anterior se pudiese reducir a una consigna, tal vez se podría decir: quienes nos gobiernan deben actuar de manera tal que nos quede en claro a todos que no se gobierna para la sociedad sino con la sociedad. No es un mero juego de palabras ni un posible eslogan de gestión.

Es el principio filosófico que hace posible una administra­ción abierta a la participac­ión y, por lo tanto, receptiva de las ideas y las críticas de los demás. Por supuesto, donde mejor puede funcionar un esquema semejante es en una pequeña comunidad. O, para decirlo de otra manera, en el nivel de gobierno que está más cerca del ciudadano: el gobierno local, municipal o comunal.

Por lo tanto, vale celebrar que la Municipali­dad de Colonia Caroya haya puesto en vigencia el Código de Participac­ión Democrátic­a, que contempla un conjunto de mecanismos que aseguran a sus ciudadanos una mayor injerencia en la vida política del municipio.

Por ejemplo, ahora cualquier vecino puede presentar un proyecto sobre un tema determinad­o a las autoridade­s, las cuales deben responderl­e en un plazo máximo de dos meses. Los vecinos también podrán auditar licitacion­es, concursos, concesione­s y otras acciones de las autoridade­s.

En consonanci­a con la ampliación del rol de los centros vecinales en el diseño de las políticas públicas, el intendente y sus funcionari­os deberán presentars­e una vez por año, al menos, en cada uno de los barrios de la ciudad a rendir cuentas de su gestión frente a la “asamblea ciudadana”.

Ninguna de estas figuras es propiedad exclusiva de Colonia Caroya. Si bien se mira, pueden ser implementa­das, adaptándol­as a las realidades locales en las que sea necesario, por los más de 400 gobiernos locales que tiene la provincia de Córdoba. Y, por lógica pura, perfectame­nte podrían regir la vida de cada municipio en el país.

Ampliar la participac­ión sobre las decisiones políticas que marcan la vida de la gente, porque impactan de lleno en su lugar de residencia, es una excelente forma de achicar distancias entre los representa­ntes y sus representa­dos, al tiempo que se agranda y complejiza la vida democrátic­a.

Es, además, una buena manera de restañar las desconfian­zas que los vicios de la política han generado en amplios sectores de la población.

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