Cuando se pasa de jugar al exitismo sin escalas
HASTA CIERTA EDAD, LOS NIÑOS SÓLO TIENEN QUE JUGAR A LA PELOTA. SIN PRESIONES NI RESULTADOS QUE LOS CONDICIONEN.
La educación es la clave. Ahí comienza la gran transformación. Y la educación no comienza sólo en la escuela. Nace en la familia, en el barrio, en los clubes, en cada lugar donde hay una interrelación entre personas. Donde todos quieren y están abiertos a aprender, a respetar, a escuchar, a hablar, a disentir, a debatir, a ceder y también a divertirse. De eso se trata. De no sufrir mientras uno aprende cosas nuevas.
El deporte es un gran lugar para aprender valores. Esos que te pueden marcar de por vida. Y el deporte es muchas veces la primera gran ventana por donde los niños interactúan con sus pares. Comparten tiempo y espacios en algo que les gusta. Que les agrada hacer. Jugar. Correr detrás de una pelota, dársela a un compañero, marcar un gol y festejarlo todos juntos. Esa satisfacción es única.
No la de ganar. No la de hacer más goles que el adversario. La satisfacción es poder compartir ese instante único de juntarse con sus amigos, con reglas preestablecidas, respetarlas y a jugar... Con una sonrisa, sin presiones. De eso se trata el deporte en la primera etapa evolutiva de un niño.
El tema por debatir es el límite. ¿Hasta cuándo es formativa y cuándo empieza a ser competitiva? ¿Cuándo se empieza a jugar por los puntos? ¿Cuándo deja de ser un juego de amigos para que valga sólo el resultado?
De eso se trata el Primer plano de hoy. De cómo una madre de un nene de 10 años decidió sacarlo de la escuela de fútbol porque el DT no lo hacía jugar a la pelota con sus amigos. Y el niño volvía llorando a casa por esa frustración.
¿Qué mensaje se le deja a ese chico? ¿Que sólo vale ganar? Si crecen con ese concepto, no es difícil explicar el exitismo que reina en nuestra sociedad hoy. Ese que le exige a la selección argentina que gane todo. Que haber llegado a tres finales seguidas no importa si no se ganan. ¿Sólo importa el resultado final? ¿El proceso no vale de nada? Ahí está la cuestión. Quizá comienza en ese límite que separa la etapa de la formación de la competencia.