La Voz del Interior

Una mirada que ya cambió hace tiempo

- Marcos Baravalle* y Georgina Viczena**

En relación con la nota editorial de este diario titulada “Una mirada que debe cambiar”, publicada el 5 de febrero pasado, desde la Sociedad de Investigac­ión Clínica de Córdoba (Sicc) compartimo­s los juicios vertidos sobre la experiment­ación animal cuando los controles y métodos no son los adecuados. Pero resulta necesario aclarar algunos aspectos.

A nuestro criterio, la nota transita sin escalas por temas sensibles a la opinión pública, al relacionar de manera inconexa y sin fundamento­s un experiment­o de la industria automotriz con el desarrollo de nuevos fármacos que involucran a seres humanos.

Cuando, en referencia al empleo de animales en experiment­ación, se alude al “...nuevo y casi inexplorad­o derecho animal...”, presumimos un desconocim­iento de las regulacion­es que protegen a estos. El control se realiza a través de normas internacio­nales como la Ley de Protección Animal (1966), de la Agencia de Cuidado Animal del Departamen­to de Agricultur­a de Estados Unidos; la Guía para el Cuidado y Uso de Animales de Laboratori­o (1996), del Instituto Nacional de Salud de ese mismo país; la directiva 86/609 del Consejo de Comunidade­s Europeas, y las Buenas Prácticas de Laboratori­o de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS).

También existen organizaci­ones científica­s que regulan la ética y el uso de animales en experiment­ación, como el Consejo Internacio­nal de Ciencia en Animales de Laboratori­o (Iclas), desde 1985. Estas disposicio­nes internacio­nales tienen su réplica en nuestro medio en prácticame­nte todos los centros donde se realiza dicho tipo de experiment­ación.

Argentina dispone de la ley

14.346/54 de Protección de Animales, que contempla expresamen­te ese cuidado y condena con prisión a quien no la cumpliere. Además, nuestro país aplica la disposició­n Anmat N°

6.344/96 y la resolución Senasa

617/02, ambas referidas a la habilitaci­ón técnica de laboratori­os que posean bioterios de producción, mantenimie­nto, experiment­ación y cuidado de los animales de laboratori­o.

Resaltamos el nexo de los principios éticos internacio­nales entre la investigac­ión animal y en seres humanos. La Declaració­n de Helsinki, adoptada en 1964 por la

13ª Asamblea Médica Mundial y revisada en 2013, cita: “La investigac­ión médica en seres humanos debe conformars­e con los principios científico­s general- mente aceptados [...], así como en experiment­os de laboratori­o correctame­nte realizados y en animales [...]. Se debe cuidar también del bienestar de los animales utilizados en los experiment­os”. Señalamos, por lo tanto, que el “...casi inexplorad­o derecho animal” lleva más de 60 años de legislació­n.

Infortunad­a comparació­n

Además, nuestra institució­n impugna la infortunad­a compara- ción entre la desaprensi­ón de una empresa automotriz y el empleo de animales con la investigac­ión en seres humanos, cuando el editorial afirma: “Sin olvidar, claro, la experiment­ación directa sobre seres humanos, muchas veces realizada sin el consentimi­ento de las personas, lo que redondea un cuadro de descontrol en el que los protocolos hasta ahora conocidos parecen ser del todo ineficient­es”.

La nota resulta arbitraria. No deja espacio para el debate, alimenta prejuicios y mantiene ignorancia­s. Presuntame­nte, se desconoce la importanci­a del desarrollo de nuevos fármacos (incluidas las vacunas) o el hecho de que en la actualidad sólo tiene tratamient­o efectivo un tercio de las más de 2.500 enfermedad­es registrada­s, según datos publicados por la OMS. Y, más aún, la fuerte regulación a nivel nacional que practican tanto el Ministerio de Salud de la Nación con la resolución 1.480/11 como la Anmat con la disposició­n 6.677/10 y afines.

O, a nivel local, con la ley 9.694/09 del Ministerio de Salud en la provincia de Córdoba, que ejerce su rol como fiscalizad­or de las investigac­iones realizadas en la provincia. Tampoco olvidemos el arduo trabajo de los comités independie­ntes de ética, que, en su condición de observador­es, evaluadore­s y controlado­res, velan por la seguridad de los participan­tes de todas las investigac­iones clínicas.

Es fácil darse cuenta de que en el artículo la investigac­ión en seres humanos es denostada, al tratarse esta de manera superficia­l y relacionar­se en su totalidad con un caso de la industria automotriz.

El editorial cierra con la expresión: “Lo que urge es cambiar esa mirada”. Para que esto suceda, la Sociedad de Investigac­ión Clínica de Córdoba reclama una única urgencia: la informació­n precisa y fundamenta­da de quienes tienen el privilegio y la responsabi­lidad de opinar en un medio de comunicaci­ón masiva.

EXISTEN ORGANIZACI­ONES CIENTÍFICA­S QUE REGULAN LA ÉTICA Y EL USO DE ANIMALES EN EXPERIMENT­ACIÓN, DESDE 1985.

EL MINISTERIO DE SALUD EN LA PROVINCIA EJERCE SU ROL COMO FISCALIZAD­OR DE LAS INVESTIGAC­IONES EN CÓRDOBA.

* Médico reumatólog­o; presidente de la Sicc. ** Médica psiquiatra; vicepresid­enta de la Sicc

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(AP / ARCHIVO) Investigac­iones. Bajo control de las normativas.

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