La Voz del Interior

Que el laboratori­o no termine en laberinto

- hgarcia@lavozdelin­terior.com.ar

Nadie podrá decir que Sampaoli no avisó. “Este es mucho más el equipo de Messi que el mío”, supo decir en marzo pasado, sin ningún tipo de pudor.

Fue coherente. Lo intentó desde que asumió, en los partidos de eliminator­ias y hasta en los amistosos. Por eso, en el anuncio de los 23 citados, se confirmó una fuerte presencia de los futbolista­s que más han jugado con Messi desde que puso un pie en la selección mayor en 2005, varios de los que estuvieron en los torneos en los que fuimos subcampeon­es al perder las tres finales (el Mundial de 2014 y las Copa América 2015 y 2016). Ángel Di María (93 partidos y 19 goles), Mascherano (142 y 3), Sergio Agüero (84 y 36), Gonzalo Higuaín

(71 y 32), Sergio Romero (94), Ever Banega (61 y 6), Lucas Biglia (57 y

1), Marcos Rojo (55 y 2), Nicolás Otamendi (53 y 3) y Gabriel Mercado (19 y 3). Ayer, Romero quedó afuera por lesión.

Nombres más o nombres menos son los de mayor presencia y, a excepción de Mercado y Banega, todos cruzaron de un Mundial a otro. Se trata de un grupo estable que será complement­ado por aquellos que podrían ser del riñón del DT, como Cristian Pavón, Giovani Lo Celso, Nicolás Tagliafico, Marcos Acuña, Wilfredo Caballero, Maximilian­o Meza, Franco Armani y otros que terminaron entrando por la ventana, como Paulo Dybala y Cristian Ansaldi. Todos con la bendición de Messi, está claro.

Ahora bien, se cree que Sampaoli conoce que el plan de jugar para Messi con los que más y mejor conoce no ha dado el resultado, porque el equipo no ha logrado la identidad que ya debería tener de tanto jugar juntos. Por eso, quizá en la administra­ción de alternativ­as como Pavón y Dybala se pueden mecanizar algunos movimiento­s como recuperar el tridente del lanzador-puntero-goleador. Como para que el panorama cambie y Messi no tenga que recibir a 40 metros del arco y con cuatro rivales para eludir.

Y Sampaoli propone un cambio de distribuci­ón con un 2-3-3-2, un sistema de juego que propone atacar en espacios reducidos y defender en los amplios. La última vez que alguien pensó en esa alternativ­a fue Marcelo Bielsa en la Copa América 2004. Salvo en la final con Brasil, que volvió al 3-3-1-3, sus centrales fueron Ayala y Heinze, mientras que Zanetti y Sorín más Mascherano formaban el primer tridente. Luego, seguían Luis González, Carlos Tevez y Cristian González, y los delanteros eran Luciano Figueroa y César Delgado. Bielsa disponía de ocho hombres en ofensiva. “Pupi” y “Juanpi” llegaban siempre... al área. Como propuesta era bárbara. Es más, Argentina llegó así a la final. Una propuesta genial. Ahora bien, ¿están los elementos para hacerlo? No, porque sólo hay algunos y Sampaoli no es Bielsa, por más que el rosarino haya dicho que el DT de la selección “es mejor que él”. Para este cambio se necesita orden, algo básico que Argentina no tiene y que es elemental para crecer.

Sampaoli trabaja en su laboratori­o y restan dos partidos para el debut en el Mundial. Ojalá no termine en un laberinto.

“ESTE ES MUCHO MÁS EL EQUIPO DE MESSI QUE EL MÍO”, SUPO DECIR EN MARZO PASADO JORGE SAMPAOLI. EL QUE AVISA NO TRAICIONA.

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Hugo García Pase al gol

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