La Voz del Interior

La huella que delató el robo del vehículo de la Fiscalía General

- Francisco Guillermo Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

Una huella dactilar hallada en un lugar insólito permitió descubrir a los tres responsabl­es del robo de la camioneta Dodge Journey de la Fiscalía General, sustraída de la cochera de Tribunales 1 en junio pasado.

La precisión de la investigac­ión y la prueba contundent­e le permitiero­n al fiscal Gustavo Dalma cerrar la instrucció­n y elevar la causa a juicio, 11 meses después. El debate oral se desarrolla­rá en la Cámara 8ª del Crimen.

Una fría madrugada, a las 6.30, Lucas René Ortiz (36) ingresó caminando en la playa de estacionam­iento tribunalic­ia cubriéndos­e la mitad de la cara con un cuello polar y agachando la cabeza. La cámara de entrada no pudo tomarlo, pero cuando llegó a la Journey, otra sí obtuvo una imagen que hoy permite decir: “Es él”.

Luego salió conduciend­o por Bolívar hacia el sur. Su recorrido está registrado en los domos y se corta en barrio Güemes, en la ciudad de Córdoba, a pocas cuadras.

A partir de ahí comenzó un seguimient­o y un rastrillaj­e que no daba mayores resultados. Pero la camioneta “quemaba” y pocos días después apareció en un pasaje de esa barriada.

La Journey, antes de ser “devuelta”, fue lavada y al dejarla estacionad­a le pasaron una franela por todos los sitios, para evitar huellas delatoras.

La camioneta de alta gama había sido “ploteada” con calcomanía­s del Poder Judicial y el Ministerio Público Fiscal. Esas identifica­ciones fueron removidas por los delincuent­es y tiradas a la basura. Pero un trozo de ese vinílico quedó en el baúl: una pequeña porción de centímetro­s alojaba una huella digital en el reverso, en la parte engomada.

La investigac­ión de la División Sustracció­n de Automotore­s de la Policía y de la Dirección de Instrucció­n Operativa (DIO) de Poli- cía Judicial comenzó a dar sus frutos cuando esa huella fue aislada.

¿Pero qué se puede hacer con una huella si no se tiene con quién cotejarla? Una muestra (huella digital, material biológico o ADN, por citar algunas), si no tiene con quién compararse, no sirve.

Pero se encontró un atajo: se relevó una población medianamen­te reducida con personas de la zona que pudieran tener relación con la actividad, ya sea de mecánicos o de reducidore­s de vehículos.

Así, se elaboró un perfil delictivo que permitió comparar con una población más reducida: la huella era de Cristian Fabián Zerdán (42), alias “Nene”, titular de un garaje de la zona. Cuando pudieron unir la huella con el dueño, en la Policía Judicial “descorchab­an” alegría.

El ladrón y el datero

Al detener a Zerdán, este hizo “un llamado en codelincue­ncia”, vinculando a otros dos sujetos que le habían entregado la camioneta: el que la sustrajo y el que le pasó el dato sobre las “facilidade­s” para robarla.

Pero aún no había prueba suficiente para caer sobre ellos. Para afinar esta búsqueda, fue necesario comenzar a “escuchar” algunas conversaci­ones telefónica­s.

Esto permitió reunir evidencia en contra de los otros dos partícipes del insólito robo. Entre otros elementos, se comprobó por los teléfonos celulares dónde estaban los responsabl­es del ilícito a las 6.30 de la mañana de aquel día. Las antenas de telefonía móvil señalaron la zona de tribunales.

Lucas Ortiz quedó apuntado como el autor del hurto, mientras que se descubrió que el taxista Edgardo Sebastián Bustos (39), alias “el Panadero”, era el hombre que había dado informació­n calificada para que Ortiz entre “como Pancho por su casa” a Tribunales, siempre de acuerdo con la causa.

Los tres responsabl­es, con antecedent­es penales por robo de autos, no tenían ninguna relación con el Poder Judicial.

Zerdán, el dueño del taller donde “guardaron” la camioneta, responde por encubrimie­nto y está libre.

A Bustos y a Ortiz se los acusa de “hurto calificado por utilizació­n de llave verdadera hallada”. Es que la llave de la Journey se dejaba escondida en un lugar exterior del auto, para que los choferes la utilizaran indistinta­mente. Bustos (señalado como el datero de la operación) soporta la acusación como partícipe necesario, mientras que a Ortiz se le asigna el rol de autor.

“Estábamos sin mucho por hacer”, confiesa una fuente tribunalic­ia, hasta que apareció la “prueba de oro”. Probableme­nte, quien sacó la calcomanía y se dejó ese pedacito en el baúl, todavía esté lamentando ese “error”.

 ?? (P. CASTILLO / ARCHIVO) ?? Abandonada. Cuatro días después del llamativo robo en la principal sede judicial, la camioneta oficial apareció abandonada en Güemes.
(P. CASTILLO / ARCHIVO) Abandonada. Cuatro días después del llamativo robo en la principal sede judicial, la camioneta oficial apareció abandonada en Güemes.

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