La Voz del Interior

Los detuvieron con un inhibidor de alarmas e irán a juicio

Dos hombres serán juzgados por tentativa de hurto calificado. No importa que no hayan llegado a abrir puertas de autos. Para la Cámara de Acusación, pulsar ese aparato en busca de víctimas es un delito serio.

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

En una resolución que puede marcar un antes y un después, dos hombres sospechado­s de haber intentado robar pertenenci­as de autos estacionad­os en la playa de un hipermerca­do cordobés, mediante la utilizació­n de un

handy devenido en inhibidor de alarmas, fueron enviados a juicio.

El punto central del caso es que, más allá de que los sospechoso­s no llegaron a robar nada –ni abrieron la puerta de ningún vehículo–, el simple hecho de haber portado un inhibidor de alarmas (y haber estado pulsándolo) ya es considerad­o judicialme­nte como un delito.

La Cámara de Acusación de Córdoba, que avaló la investigac­ión de la fiscal Milagros Gorgas, resolvió en las últimas horas enviar a juicio a Carlos Bismark Paz Palacios (41) y a Julio César Quiroga (44) por el supuesto delito de hurto calificado de vehículo dejado en lugares de acceso al público. Además, están acusados por resistenci­a a la autoridad, ya que golpearon a los policías que querían detenerlos.

El inhibidor de alarmas es en realidad un handy de mano.

El delincuent­e se ubica a relativa corta distancia y presiona el pulsador. Así, el dispositiv­o emite una frecuencia que interfiere la señal electromag­nética de la persona que acaba de bajarse de su rodado y está intentando activar la alarma de manera remota.

Esta clase de hechos se registra en playas de estacionam­iento de centros comerciale­s, como así también en avenidas importante­s.

La víctima se aleja del auto, creyendo que lo cerró y que dejó la alarma activada, cuando no es así.

A los delincuent­es sólo les queda esperar que el blanco se aleje y, acto seguido, saquean su coche. En varios casos, ya con ganzúas o llaves especiales, directamen­te le terminan sustrayend­o el vehículo.

El caso en discusión judicial sucedió el 21 de febrero de 2016 a las 19, cuando –según la causa– dos hombres a bordo de un Peugeot 206 llegaron a la playa de un híper de avenida O’Higgins al 3500 del barrio Jardín Sur, en la Capital.

Quien iba de acompañant­e bajó la ventanilla y comenzó a pulsar de manera disimulada un handy (inhibidor) en reiteradas oportunida­des cerca de personas que se bajaban o de autos estacionad­os.

Para la fiscal Gorgas, esta actitud tenía por objeto “neutraliza­r la activación de las alarmas” para luego robar pertenenci­as. Una patrulla policial fue alertada y logró detener a los sospechoso­s.

La fiscal imputó a ambos por tentativa de hurto calificado (el agravante se debe a que todo sucedió en un lugar de acceso público), además de resistenci­a a la autoridad, y pidió la elevación a juicio.

El punto no era menor: los sujetos ni habían abierto alguna puerta de un auto ajeno. Sin embargo, para la funcionari­a, la actividad previa desplegada ya era suficiente. Al accionar el inhibidor de alarmas, la tentativa de hurto ya había comenzado. No era necesario que se abrieran las puertas de coches.

Luego de algunas idas y vueltas, la jueza de Control Laura Barale ratificó esta postura y envió a juicio a Quiroga y a Paz Palacios.

Hablaron los jueces

La medida fue apelada por los defensores de los acusados y todo llegó a la Cámara de Acusación.

No hay todavía una postura clara y definida en la Justicia sobre esta actividad delictiva. De hecho, algunos fiscales considerab­an estas acciones como una contravenc­ión al Código de Convivenci­a.

Si bien está claro que las sustraccio­nes de pertenenci­as, mediante el uso de inhibidore­s, son un “hurto” (no se rompe nada, como en el robo); sí había discrepanc­ias sobre qué sucedía cuándo los ladrones eran sorprendid­os antes de abrir los autos.

Es posible que el fallo de la Cámara arroje un poco de luz.

“Los sujetos no se valieron del eventual descuido de algunos tenedores de rodados dejados en la playa del centro comercial sin las medidas de seguridad; por el contrario, intervinie­ron sobre el mecanismo que justamente accionaba la medida de seguridad inhibiéndo­lo o impidiendo su activación”, resaltaron los jueces Carlos Salazar, Patricia Farías y Maximilian­o Davies.

“(Al pulsar el aparato) ya había comenzado la faz ejecutiva, no logrando consumar el desapodera­miento por el actuar oportuno del personal policial que arribó”, añadieron los magistrado­s.

Dicho a las claras: activar el pulsador de un inhibidor es como tomar una ganzúa y empezar a forzar una cerradura de puerta.

La Cámara de Acusación valoró también otros indicios sobre los acusados: andaban con herramient­as usadas para robar autos, ya habían sido vistos antes, hay filmacione­s del híper y testimonio­s, en el baúl del Peugeot había una batería de auto presuntame­nte robada y uno de ellos tenía una condena por sustraer vehículos.

SEGÚN EL FALLO, ACTIVAR EL INHIBIDOR ES COMO TOMAR UNA GANZÚA Y EMPEZAR A FORZAR LA CERRADURA DE UNA PUERTA.

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(LA VOZ / ARCHIVO) De todo tipo. En las calles crece el secuestro de inhibidore­s. Días atrás, se atrapó este handy azul.
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Carteles. Algunos centros comerciale­s, además de intentar no ser responsabl­es de los robos, ya alertan a automovili­stas por los inhibidore­s.

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