La Voz del Interior

Delito importado con arraigo en Córdoba

- Francisco Guillermo Panero Pulso judicial fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

Siempre se dice que las tarjetas de crédito crean la falsa ilusión de comprar sin tener conciencia de que en algún momento hay que pagarlas. Pero existen inescrupul­osos que han conseguido sortear esa des-ilusión gracias a sus conocimien­tos informátic­os y a llamativas habilidade­s para hacerse de datos confidenci­ales. Ellos logran duplicar esos plásticos mágicos que permiten comprar de todo, sin hacerse cargo del pago.

Pero esos inescrupul­osos también sufren la desilusión cuando se dan cuenta de que fueron descubiert­os y deben pagar, no con dinero sino con la cárcel. Si los descubren, termina siendo mucho más caro.

Hasta hace poco, quienes viajaban a Brasil solían tener “sorpresas” en pleno viaje o a su regreso, cuando comprobaba­n que les habían clonado la tarjeta. En algunos casos, la noticia era que les habían vaciado las cuentas bancarias. En otros, les habían hecho gastos con la tarjeta, a veces hasta agotar el crédito.

No como consecuenc­ia del Mercosur ni del mercado común laboral, muchos de esos delincuent­es informátic­os cruzaron las fronteras en busca de incautos que aún no están prevenidos sobre esta modalidad delictiva tan dañina como novedosa.

Esos incautos no sólo son los usuarios de tarjetas. También lo son las entidades bancarias o comerciale­s que no han logrado frenar el flagelo.

Esos delincuent­es suelen convertirs­e en “trabajador­es golondrina”, porque a medida que comienza a detectarse la estafa, se mudan hacia otras plazas donde no conocen sus ardides. En ese otro lugar, provocan daño hasta que es convenient­e armar las valijas hacia territorio­s vírgenes.

Pero el “ejemplo” ha cundido y arraigado en Córdoba y diversas ciudades del país, con alumnos avanzados en este delito que son nacidos y malcriados en esta tierra.

Los argentinos que se aprovechan de esta modalidad (todavía) no son especialis­tas en instalar dispositiv­os en cajeros automático­s y vaciar cuentas bancarias con los plásticos de débito. Pero sí lo son en la clonación de tarjetas de crédito y las compras sin límites.

Delitos Económicos, Delitos Complejos y todos los investigad­ores especializ­ados están redoblando esfuerzos y conocimien­tos, con trabajo fino, pausado y de hormiga, para establecer relaciones y poder “pescar” a los amigos de las cuentas y del dinero ajenos.

Es que en las últimas semanas, en la ciudad de Córdoba proliferar­on estos casos.

El crimen, en ocasiones, saca ventaja a los conocimien­tos de quienes están encargados de la persecució­n, si bien a la larga los ardides son desenmasca­rados y los responsabl­es paran.

En el ínterin, hasta que se logre desentraña­r las habilidade­s delictivas, bueno es que se haga prevención para que los bancos, los comercios y quienes usan estos plásticos no sufran más defraudaci­ones. No todas las entidades crediticia­s establecie­ron la clave alfanuméri­ca para ingresar a un cajero automático, un remedio que hasta ahora ha sido muy efectivo.

Mientras la Policía y la Justicia provincial acortan la distancia que los separa de los delincuent­es, siempre será útil avivar a un despreveni­do para neutraliza­r a un avivado.

UNA NUEVA MODALIDAD DE ROBO, EN LA QUE APARECE LA TECNOLOGÍA, DESAFÍA A LOS INVESTIGAD­ORES.

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