Una inflación sin control
La inflación sigue estando entre las principales preocupaciones de los argentinos. Esa percepción se renueva todos los meses al conocerse los datos que muestran una suba de precios de los bienes y servicios.
En junio, el índice de precios al consumidor (IPC) a nivel nacional trepó 3,7 por ciento, lo que implica un alza de 16 por ciento en el primer semestre y de 29,5 por ciento en la comparación interanual, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
El rebote del mes pasado es el más alto de los dos últimos años, pese a que una de las principales promesas electorales de Mauricio Macri fue la reducción de la inflación a un dígito y, por consiguiente, el avance en la disminución de la pobreza.
El escenario no es alentador, dado los aumentos previstos en los servicios públicos y en la cotización del dólar, que sirve de termómetro para el movimiento de los precios.
La pérdida del salario real frente a la inflación, la retracción de la inversión en un panorama de incertidumbre económica y la fuerte reducción del gasto público que impone el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional anticipan meses complicados para los distintos sectores.
La intermediación y el comercio minorista serían los sectores más golpeados por un aumento de precios mayoristas de 6,5 por ciento en junio y de 44,1 por ciento en los últimos 12 meses.
La diferencia de casi 15 puntos en un año entre los valores del sector mayorista y los del minorista supone que hay un grupo de empresas y familias que han debido soportar parte de ese diferencial para evitar una mayor caída en las ventas.
Con un sector público financiero concentrado en la venta de dólares y tasas de interés impagables para las empresas productoras, se torna verosímil el diagnóstico de la llegada de una recesión en este semestre. Sólo resta observar si la caída en el nivel de actividad durará entre dos y tres trimestres, como pronostica la mayoría de economistas y consultores.
El Gobierno nacional no esbozó con claridad un plan antiinflacionario ni tampoco una rápida recuperación de la producción para enfrentar una crisis que terminará por golpear al empleo.
No sólo esa carencia exhibe la actual administración, sino que el presidente Macri auguró que el año próximo la inflación bajará 10 puntos. El jefe de Estado incursiona así en un terreno –el de las predicciones económicas– que no resultó fácil de transitar por el oficialismo, con más fracasos que aciertos.
Es necesario que el Gobierno enuncie cuál es la propuesta económica y cómo frenará la inflación, la cual pone en riesgo el funcionamiento de toda la estructura económica y la convivencia social.