La Voz del Interior

La hora del ajuste

- Daniel V. González*

El ajuste llegó y ya habita entre nosotros. La creencia de que podía resultar indoloro, mercancía fantasiosa que ofrece el populismo, también sedujo al gobierno de Mauricio Macri hasta que un cambio en la situación internacio­nal lo volvió abruptamen­te a la realidad. El déficit fiscal y el gasto público deben ser reducidos sin postergaci­ones, si se quiere derrotar a la inflación.

Y esto supone el costo de una baja en el nivel de la actividad económica, y su consecuenc­ia inevitable: la pérdida de apoyo político y la merma de respaldo electoral. Es una secuencia que parece ineludible.

Por eso los gobiernos esquivan el ajuste. Se trata de una instancia ominosa, que razonablem­ente genera rechazos, críticas y cuestionam­ientos.

El populismo difunde la idea demagógica de que nunca es necesario ajustar. Y si los gobiernos lo hacen es porque abrazan una preferenci­a ideológica contraria a los intereses de los pobres.

Un debate zanjado

En las décadas de 1960 y 1970, el debate acerca del origen de la inflación ocupaba el centro de la escena. De un lado, estaban los que afirmaban que el aumento generaliza­do de los precios se debía a razones de tipo estructura­l, difíciles de remover en el corto plazo. Del otro, los que aseguraban que la inflación tiene un origen principalm­ente monetario: la expansión del gasto público lleva al déficit en el presupuest­o, y este a la emisión de moneda, causa decisiva de la inflación.

Hoy ya casi nadie discute la necesidad de disciplina fiscal. Con matices, todos los economista­s sólidos aceptan que no se puede emitir moneda libremente sin consecuenc­ias en el nivel de precios.

En definitiva, nos hemos pasado décadas rechazando la necesidad de aceptar la importanci­a del equilibrio de las cuentas públicas. Lo consideráb­amos una imposición del Fondo Monetario Internacio­nal (¡horror!) y luego una directiva del Consenso de Washington (¡más horror!), contraria a nuestros intereses como nación y adversa a las necesidade­s de los más pobres. Hoy, la necesidad de prudencia en el gasto y combate al déficit del presupuest­o ya casi no se discute.

Corto y largo plazo

Pero aunque todos sepamos que el déficit en las cuentas públicas es dañino, todos tenemos quejas al momento en que el problema se enfrenta. O sea: el gobierno que ajusta, se embroma.

La alusión a “la herencia recibida” es un argumento de valor efímero, aunque fuere robusta su cuota de verdad. Pasados los momentos iniciales, todos miran hacia el Gobierno al momento de pedir resultados. Es una actitud ciertament­e confortabl­e e hipócrita. Pero inevitable. Aunque todos estemos de acuerdo en que para enfrentar la inflación con eficacia es preciso eliminar el déficit del presupuest­o, llegado el momento reclamamos por el sacudón recesivo que conlleva.

Aparecen rápidament­e políticos que dicen que “las cosas podrían haberse hecho de otra manera”, es decir, sin recesión. O bien que “es preciso poner plata en el bolsillo de la gente”. Fórmulas demagógica­s que postergan las soluciones y terminan agravando la situación. No son muchos los que están dispuestos a vincular el actual ajuste con los excesos del pasado.

La expansión monetaria siempre genera una sensación de bienestar a la vez que desata la inflación. El argumento al uso es que “un poco de inflación es bueno”. Se comienza en el 10% y se termina en el 40%. Y de ahí hacia Venezuela, es sólo cuestión de tiempo. Pero aun con esa realidad palpable enfrente, la necesidad del ajuste y de la disciplina fiscal es discutida y señalada por un sector de la oposición, como un capricho ideológico de los ricos.

El desafío que viene

Las preguntas que quedan por responder son varias e importante­s. Una: lanzado el ajuste, tal como ha ocurrido, ¿llegarán a tiempo los signos de recuperaci­ón

¿EN 2019 PREVALECER­Á UN CRITERIO DE LARGO PLAZO O TRIUNFARÁ EL CLAMOR POR EL RÁPIDO REGRESO AL ALIVIO DE POLÍTICAS EXPANSIVAS DE SIGNO POPULISTA?

económica como para que el Gobierno pueda reconquist­ar los votos que le permitan la reelección?

Otra: si se llegara a los comicios presidenci­ales de 2019 sin una clara reactivaci­ón del aparato productivo, ¿es posible que una parte sustancial del electorado reitere su apoyo pese a la defección de la economía? En otras palabras: ¿prevalecer­á un criterio de largo plazo o triunfará el clamor por el rápido regreso al alivio de políticas expansivas de signo populista?

La inclinació­n por las soluciones inmediatas está profundame­nte arraigada en todos nosotros. Muy pronto sabremos hasta qué punto somos capaces de hacer el esfuerzo por transforma­rnos en un país dispuesto a no gastar más de lo que recauda ni consumir más de lo que produce.

* Analista político

 ?? (LA VOZ / ARCHIVO) ?? Con el FMI. El presidente Macri y el ministro Dujovne, con la titular del Fondo, Christine Lagarde.
(LA VOZ / ARCHIVO) Con el FMI. El presidente Macri y el ministro Dujovne, con la titular del Fondo, Christine Lagarde.
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