Cuba: la batalla entre el dogma y la necesidad de pragmatismo
Según los titulares de los más importantes medios del mundo, el nuevo texto constitucional de Cuba, que en pocos meses será sometido a consulta popular, tiene dos aspectos esenciales: la supresión de la palabra “comunismo” y la definición del matrimonio como “unión entre dos personas”, innovación que allana el camino para legalizar el matrimonio homosexual en la isla.
El “Proyecto de Constitución de la República de Cuba”, que desde el 22 de junio cuenta con aprobación de la Asamblea Nacional del Poder Popular, comenzó a pergeñarse desde el año 2013, en vida de Fidel Castro y mientras su hermano Raúl ejercía la presidencia.
Aunque suene paradójico, durante la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista celebrada el 28 de enero de 2012, el menor de los Castro instó a “dejar atrás el lastre de la vieja mentalidad” y reclamó “una intención transformadora y mucha sensibi- lidad política” en la visión presente y futura del país. Un mensaje poco acorde con la fisonomía del poder, donde aún encandilan los destellos de una gerontocracia que, con talante monótono y riguroso, conduce el destino de Cuba desde hace casi seis décadas.
Pero en aquel punto de partida del largo camino recorrido por el proyecto constitucional, el expresidente cubano se encargó de aclarar también que, “ni por un instante”, los cambios significarán el abandono de los pilares ideológicos del régimen instaurado en la revolución de 1959.
Esos pilares son el legado histórico de José Martí (considerado “el apóstol de la independencia de Cuba”) y, fundamentalmente, la doctrina marxista-leninista.
Sin embargo, no hay que quitarle méritos reformistas al último Castro que presidió Cuba. A diferencia de los tiempos de Fidel, en los que era impensable una apertura al mercado y una flexibilización en la narrativa comunista, la era “raulista” evidenció rasgos de pragmatismo que permitieron más espacio a la iniciativa privada y a la inversión extranjera. Aunque sólo fuera por necesidad.
Los observadores internacionales El presidente cubano, Miguel DíazCanel, instó a su nuevo gabinete a preocuparse por la “significativa cantidad de muertos y lesionados” como consecuencia del aumento de accidentes de tránsito, que han dejado 4.446 fallecidos en los últimos seis años. “El tema nos tiene que preocupar a todos por la significativa cantidad de muertos y lesionados que provoca, y las consecuentes afectaciones a la economía”, aseguró Díaz-Canel. El nuevo mandatario cubano trabajó con los ministros designados por su antecesor hasta el sábado 21, cuando anunció su propio gabinete, en el que sólo renovó nueve de los 34 puestos del Ejecutivo. subrayan la relevancia de abandonar en el nuevo texto constitucional la idea de avanzar hacia una “sociedad comunista”, un objetivo que establece expresamente la Constitución aprobada en 1976 aún vigente.
El dato notable es que el proyecto aprobado por estos días mantiene al Partido Comunista de Cuba (PCC) como máximo órgano de conducción del país, pese a que la fase superior del proceso revolucionario ya no aparece como una meta inexorable.
Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, se encargó de aclarar este aparente contrasentido durante las sesiones preparatorias para el análisis del proyecto: “No quiere decir que renunciemos a nuestras ideas, sino que en nuestra visión pensamos en un país socialista, soberano, independiente, próspero y sostenible”. Homero Acosta, integrante de la comisión del PCC encargada de estudiar el nuevo texto, definió como “contenidos pétreos e intangibles” el carácter socialista del sistema económico, político y social cubano, la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios de producción y el papel rector del partido.
Las afirmaciones de miembros de los órganos del poder pretenden despejar dudas sobre la consistencia ideológica del régimen en los nuevos tiempos, aunque la urgente necesidad de oxígeno que demanda la endeble economía cubana hace temblar sus argumentos. El reconocimiento con rango constitucional de la propiedad privada y del papel de la inversión extranjera como dinamizadora de la economía son flechazos que impactan de lleno en el corazón del viejo dogmatismo marxista.
En realidad, el régimen cubano avanza hacia un “blanqueo constitucional” de reformas económicas que ya están en marcha. De no ser así, las actividades cuentapropistas y las iniciativas de pequeños emprendedores que comenzaron a proliferar en los últimos años quedarían en el terreno de la inconstitucionalidad.
En el camino de Dorticós
Cuando dejó la presidencia del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros en manos de Miguel Díaz-Canel, Raúl Castro no imaginó la posibilidad de jubilarse, ni siquiera remotamente. Por eso, desde abril de este año conserva los cargos de primer secretario general del PCC y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, institución cuyo rol es preponderante en la actividad económica de la isla.
Los cargos de presidente del Consejo de Estado, presidente del Consejo de Ministros y primer secretario del Comité Central del PCC fueron ocupados desde 1976 por la misma persona, siempre con el apellido Castro: Fidel hasta 2006 y de ahí en adelante Raúl, que con 87 años quedó ahora al frente del partido hasta el año 2021.
Como para tener idea de lo que esto significa, vale recalcar que el flamante proyecto constitucional ratifica para el PCC el carácter de “fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado”.
Los cambios en la estructura institucional contemplados en la futura Constitución tienden a dar a los próximos gobernantes un poder menos concentrado. En realidad, se vuelve al esquema de gobierno que estuvo vigente en el período 1959-1976, cuando Osvaldo Dorticós Torrado ejerció el cargo de presidente de la República (jefe