El arte de mirar para otro lado Roberto Battaglino
PRIMER PLANO
LA MÁS COSTOSA EN 2015 FUE LA DE UNIÓN POR CÓRDOBA, QUE RECONOCIÓ GASTOS POR 32 MILLONES DE PESOS.
Recordaremos el reciente Mundial de Fútbol Rusia 2018 como el que marcó la bisagra de la incorporación de la tecnología para asistir a los árbitros en los fallos más importantes del juego.
Futboleros y no futboleros hemos incorporado la denominación VAR (el video que asiste al referí) para referirnos a esa serie de situaciones en las que necesitamos una ayuda para resolver sobre una controversia.
Mientras en el deporte y en otras actividades más trascendentes se avanza en soportes tecnológicos en pos de mayor equidad, la Justicia, al menos la de Córdoba en su fuero electoral, parece haber elegido exactamente el camino inverso.
En el contexto del debate nacional por la transparencia de los fondos de campaña, sus orígenes y trazabilidad de ese dinero, apareció un curioso dato sobre la manera en que se controlan en Córdoba los billetes proselitistas: en la elección de 2011 –la primera después de la amplia reforma política surgida luego del controvertido proceso provincial de 2007–, el cuerpo de auditores contables del Tribunal Electoral estaba compuesto por cuatro profesionales en Ciencias Económicas; actualmente, sólo hay una contadora.
En el tema fondos de campaña, como ocurre en otros ámbitos, la Justicia provincial desarrolló una interesante capacidad de mirar para otro lado. Sólo se labran actas para agrupaciones sin representación parlamentaria y con caudal de votos exiguos, y se consienten situaciones en los partidos mayoritarios.
La “preocupación” de los legisladores oficialistas en los recientes debates parlamentarios por dotar al Poder Judicial de los instrumentos que le posibiliten un mayor control parece ser, una vez más, sólo palabras de circunstancias.
Mientras tanto, pasan elefantes al lado de los magistrados, que en el tema electoral observan hacia otro lado para ver si encuentran alguna hormiguita.