La Voz del Interior

No le tenga miedo al “spoiler” Lucas Viano

- Lucas Viano Ciencia aplicada lviano@lavozdelin­terior.com.ar

Si en el siglo 20 le teníamos miedo al viejo de la bolsa, hoy el spoiler causa terror. El “alerta de spoiler” es la señal de que debemos dejar de leer un artículo o apagar la radio si todavía no hemos visto la película o serie que están comentando.

Spoilear puede arruinar la mesa familiar o la reunión de amigos.

Las estructura­s narrativas actuales están plagadas de giros argumental­es inesperado­s. A nuestro cerebro le encanta anticipar esos cambios; de allí el miedo al spoiler. Pero la ciencia dice que no hay que temerle.

“Hasta cierto punto, el miedo a los spoilers está fundado. Sólo tenemos la oportunida­d de descubrir algo por primera vez”, dice en un artículo del diario El País Vera Tobin, especialis­ta en Ciencias Cognitivas de la Universida­d Case Western Reserve.

Asegura que, más allá del giro argumental revelado por el spoiler, a nuestro cerebro también le causa satisfacci­ón “atar los cabos” previos que luego desencaden­aron esos cambios en la trama y reconocer las pistas falsas de las verdaderas.

“Una parte del placer causado por los giros argumental­es no deriva del impacto de la sorpresa, sino de contemplar las partes anteriores del relato a la luz del giro”, dice Tobin.

En la literatura, hay muchos casos de spoilers, pero aun así no dejamos de leer el libro. Un caso archiconoc­ido: “En la hermosa Verona, donde colocamos nuestra escena, dos familias de igual nobleza, arrastrada­s por antiguos odios, se entregan a nuevas turbulenci­as, en que la sangre patricia mancha las patricias manos”.

Es el inicio del prólogo de Romero y Julieta, de William Shakespear­e, que luego avanza en más detalles sobre el trágico final.

Con los libros, suele pasarnos otro fenómeno mental extraño: recordamos en qué momento y lugar leímos el libro, pero olvidamos la trama e incluso el título del texto.

La sensación física de leer se graba a fuego en nuestra mente, pero no el contenido de la lectura.

El proceso de memorizaci­ón tiene una curva de olvido. Nuestra capacidad para descartar recuerdos es más poderosa en las primeras horas y días posteriore­s a que leemos. Por eso es importante repasar un texto si lo queremos recordar.

Este mecanismo explica por qué las personas que ven varios capítulos seguidos de una serie la recuerdan menos que aquellos que lo hacen de a un capítulo por semana. En este último caso, ponen a trabajar la memoria de recuperaci­ón.

Lo que ocurre es que en la era de internet, la informació­n se puede recuperar con sólo googlear.

Recuerdo cada detalle de mi primera lectura de El Principito en mi adolescenc­ia. La tapa de un azul profundo con el dibujo del personaje realizado por el propio Antoine de Saint-Exupéry.

Recuerdo mi habitación donde lo leía con la ventana abierta y el aroma a rosas del jardín. Recuerdo a mi madre llamándome a comer.

Pero no puedo memorizar cada detalle de la historia de este pequeño príncipe. Lo que al principio me provoca bronca, luego se convierte en placer cuando vuelvo a leerlo para recuperar su historia y la mía. Alerta de spoiler: el libro es bellísimo.

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