La Voz del Interior

Entre cantar e irse al mazo

- Juan José Domínguez Correspons­alía Buenos Aires

Miguel Pichetto se sentó en el recinto y ratificó su convicción de que el pedido del juez Claudio Bonadio contra Cristina Fernández debe ser autorizado, pero su firmeza no le alcanzó para salir del descrédito interno y externo que sufre por estas horas: juntó a apenas un tercio de los senadores del espacio que comanda, con lo cual quedó debilitado como líder parlamenta­rio y a la vez dejó insatisfec­hos a quienes esperaban que el Senado permitiera los allanamien­tos a la expresiden­ta.

La división del interbloqu­e Argentina Federal, que reúne a 24 senadores justiciali­stas, se produjo de facto, pero en los pasillos aventuran una pronta ruptura, a 12 meses de las primarias presidenci­ales.

El faltazo de 16 de los 24 senadores del PJ es prueba cabal de la interna peronista: Cristina Fernández probableme­nte vuelva a ser candidata a presidente y cuenta, según la gran mayoría de las encuestas, con una adhesión de al menos 30 puntos.

En el PJ, por el contrario, no hay ningún dirigente que reúna consenso político interno, y menos intención de voto a la altura de una presidenci­al.

El fracaso de la sesión de ayer alivia la situación de la expresiden­ta, quien, además del pedido de allanamien­tos a sus tres casas, enfrenta otro de desafuero, también de Bonadio, con el fin de indagarla y detenerla en la causa por el supuesto encubrimie­nto del atentado a la Amia.

El plazo para debatir ese desafuero vence en noviembre. Si a Cambiemos le cuesta juntar votos para aprobar una medida de menor calibre, se estima que le será imposible darle curso a la quita de inmunidade­s, que son de arresto y de opinión.

Además, en este caso Pichetto ya fue claro: el desafuero sólo es procedente cuando sobre un senador pesa una condena firme, dijo. Votará en contra. Cristina está procesada, pero no condenada. Carlos Menem sí está condenado, pero la sentencia no es firme.

Por eso suele decirse que el Senado es un aguantader­o de expresiden­tes: no sólo siguen siendo senadores y, con ello, siguen gozando de fueros, sino que pueden seguir siendo candidatos, porque la Corte lo permite, a menos que haya una sentencia firme.

Con ese argumento, la Corte le permitió a Menem ir por la re-re como senador el año pasado. Y con ese criterio también Amado Boudou, que hoy está preso, podría ser candidato en 2019.

Como en el truco, los senadores venían en los últimos días orejeando las cartas y jugaron privilegia­ndo sus convenienc­ias: si Cristina el año próximo es la candidata a presidente más importante de la oposición, el voto favorable a un pedido de su ultraenemi­go judicial, Bonadio, no será un antecedent­e favorable si aspiran a continuar en primera línea, ya sea en una lista, en un ministerio o en alguna embajada.

El bloque justiciali­sta, en cambio, le dio la espalda a parte del electorado que esperaba que se avanzara en la investigac­ión a la expresiden­ta, un día después de que Claudio Uberti, número dos de Julio De Vido en el Ministerio de Planificac­ión, dijo que ella presenciab­a el depósito de bolsos con dólares de coimas de empresas constructo­ras para obtener contratos de obras públicas.

¿Y Cambiemos?

La responsabi­lidad de juntar cuórum es del oficialism­o. Ayer no se pudieron votar los allanamien­tos porque se necesitaba­n 37 senadores y había 36. Entre los 36 ausentes había dos macristas, la fueguina Miriam Boyadjian, de licencia médica por una operación ocular, y el bonaerense Esteban Bullrich, que está de vacaciones familiares en Europa.

Bullrich, como todos los senadores y diputados, tiene tres meses y medio de vacaciones al año. Eligió irse cuando la cámara que integra debatía dos asuntos de especial interés para el electorado de Cambiemos: los allanamien­tos a Cristina, su competidor­a directa en las elecciones del año pasado, y la ley de extinción de dominio, cuyo tratamient­o también se postergó para la semana que viene.

En los pasillos, cavilaban que el viaje del exministro de Educación de la Nación no era casualidad, sino una maniobra del oficialism­o en pos de su objetivo parlamenta­rio: quebrar al bloque de Pichetto. En las redes, arreciaron las críticas del público PRO contra Bullrich: esperaban más.

La semana próxima, con Bullrich y Boyadjian, y quizá algunos peronistas más, el Senado debería avanzar en el pedido de allanamien­tos domiciliar­ios. Cristina ya habrá tenido tiempo de acomodar todo.

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