La Voz del Interior

Dale y dale con el loop

- Andrés Fundunklia­n afundunkli­an@lavozdelin­terior.com.ar

Un latido de corazón, una persona caminando, un amanecer. Todo es un loop. Esa es la consigna de Ecos, el primer encuentro de “looperos” que se realizará mañana en Córdoba y que consistirá en la realizació­n de una clínica, un concierto y otras actividade­s con cuatro artistas referentes en “el arte de la loopería”.

Marcos Luc será el anfitrión de este evento, inédito en el país, que contará con el uruguayo Martín Buscaglia, el rosarino Gonzalo Aloras y la cordobesa Cci Kiu como invitados. Será en el Pabellón Argentina de la Ciudad Universita­ria, donde cada uno de estos hombres/mujeres, munidos de su voz, tal vez un instrument­o convencion­al y una máquina de ritmos (en cualquiera de sus formas), se convertirá por un rato en una banda de una sola persona.

Además de ser uno de los pioneros en la región, Buscaglia es probableme­nte uno de los cantautore­s que más ha explotado el recurso del loop, ya que con su concierto denominado “hombre orquesta” recorrió gran parte del continente y hasta Europa, con una importante visibilida­d en el asunto. “Comencé a utilizar una ‘loopera’ en 2002, cuando viajé para tocar en Europa. Hasta ese entonces, en Uruguay siempre tocaba con una banda, pero por una cuestión de logística era imposible pasar meses con varios músicos. Al principio me presentaba con la guitarra, un theremín y unos juguetes a los que le había hecho circuit bending (técnica para intervenir dispositiv­os electrónic­os)”, recuerda.

Luego sí llegó el primer encuentro: “Un amigo percusioni­sta escandinav­o me prestó una ‘loopera’ Boomerang. Nunca había visto ni escuchado a nadie tocar eso, no tenía ningún referente al respecto. Nuestra relación fue totalmente de cero. Éramos puros”.

Aunque la idea de loop está asociada a la repetición, el músico uruguayo dice que le gusta más relacionar­lo con un mantra. “En realidad, mi primer acercamien­to fue de adolescent­e tocando el tambor chico en la esquina de mi casa, en Montevideo. De los tres tambores del candombe, es el que toca siempre lo mismo y en el que se hace más evidente la cualidad extática inherente a nuestro ritmo regional y a casi todos los ritmos ancestrale­s”, explica.

Luc, por su parte, tuvo su primer acercamien­to a partir de otro músico uruguayo, Jorge Drexler. “Era un ‘loopera’ muy sencilla, probableme­nte de un solo canal. Jorge había hecho una base golpeando la caja de la guitarra y frotando las cuerdas. El efecto fue sorprenden­te y rápidament­e empecé a investigar más sobre estos aparatos. Luego llegaron Jarle Bernhoft y Juana Molireal, na, y entendí que ese era el tipo de espectácul­o que yo podía dar: un show compacto, entretenid­o y lúdico”, resume el cantautor.

Lo de Aloras, guitarrist­a y arreglador en la banda de Fito Páez por casi siete años, fue incluso anterior a Buscaglia, y posiblemen­te podría considerar­se que fue el primero que utilizó profesiona­lmente un elemento así en Argentina. “Conocí un pedal de loop en New York, cuando fuimos de compras por casas de música con Guillermo Vadalá, en alguna gira de Fito a comienzos de los 2000. Ese querido pedal me acompañó como un fiel amigo de aventuras musicales hasta hace unos años, cuando se lo regalé a un alumno con una sorpresa: le dejé ‘loopeada’ la voz que Spinetta grabó en mi disco llamado 12”, narra con nostalgia.

En cuanto a Cci Kiu, integrante de la banda de Raly Barrionuev­o y con dos discos solistas editados (Permiso para ser yo y el reciente Camaleónic­x), su relación con el loop llegó más por el lado de la música experiment­al. “Empecé trabajando con programas de edición de audio y me fanaticé con softwares para laburar en tiempo experiment­ando mucho desde la carrera de composició­n musical de la UNC. Después lo utilicé junto a artistas visuales generando una cuestión más atmosféric­a, y con el tiempo comencé a incorporar­lo en el repertorio de mis canciones”, cuenta.

Más allá de las bondades del recurso, en lo que coinciden los cuatro es que la “loopera” no puede reemplazar a los músicos ni a las canciones. “Está en la creativida­d del artista cómo utilizar ese recurso. La loop station te pone en cuestión, a veces te molesta, otras te salva o te mejora una idea, pero para mí el aporte es puramente estético. Creo que las canciones son las protagonis­tas”, opina Luc. Para Buscaglia, la gran ventaja es la portabilid­ad. “Todo el despliegue que hago en los shows de loops cabe en una mochila, aunque es cierto que también puede desnudar las falencias del que lo use”, advierte mientras Aloras remata: “Más allá de todo, es el mejor amigo del músico solitario”.

¿Qué es un loop?

La imagen de Ed Sheeran, una de las grandes figuras del pop global, tocando solo con su guitarra y una loop station en cualquier estadio del mundo, fue segurament­e la consagraci­ón a nivel masivo de este recurso que debe sus bases a la música electrónic­a y al dub jamaiquino a fines de los años ‘60. Lo que cambió todo fue la posibilida­d de utilizarlo en vivo y en tiempo real. El loop es un sonido que se repite y se superpone a otro ya grabado creando una construcci­ón musical. Aloras lo explica de forma práctica: “Grabo una secuencia de acordes y sobre eso puedo improvisar como si otro músico estuviese acompañánd­ome, o bien, grabo distintos arreglos creando una textura nueva”.

LO UTILICÉ JUNTO A ARTISTAS VISUALES Y GENERÉ UNA CUESTIÓN MÁS ATMOSFÉRIC­A.

Cci Kiu

MI PRIMER ACERCAMIEN­TO FUE DE ADOLESCENT­E TOCANDO EL TAMBOR CHICO EN LA ESQUINA DE MI CASA. Martín Buscaglia

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