La Voz del Interior

Empezaron los complejos trámites de la sucesión

- Roberto Battaglino

El peronismo de Córdoba comenzó anoche formalment­e su nueva era, la que implica gobernar sin el socio fundador y principal líder del proyecto que está en el poder provincial hace casi dos décadas.

Los homenajes y condolenci­as por la inesperada muerte de José Manuel de la Sota dieron paso al primer encuentro formal de Juan Schiaretti con legislador­es, funcionari­os y referentes partidario­s.

El gobernador los reunió al caer la tarde en el Centro Cívico, para decirles que se mantiene el rumbo y la cohesión del justiciali­smo cordobés y que él será el garante de esa contención, que permitió algo con escasos precedente­s superadore­s: que la coalición Unión por Córdoba casi no sufriera fisuras en su prolongada permanenci­a en el poder.

Para el peronismo, la muerte de De la Sota representó una tragedia, aunque también, paradójica­mente, una serie de oportunida­des de cara a las elecciones 2019.

Algún dirigente, cuidando la forma de mantener el gesto compungido por la sorpresiva muerte, hasta se aventuró a lanzar la idea de la fórmula Schiaretti-De la Sota para 2019, en alusión a Natalia, la concejala capitalina e hija del fallecido exgobernad­or.

Pero para el gobernador la ausencia de De la Sota implica, asimismo, una serie de amenazas. Fundamenta­lmente porque el peso del exmandatar­io era determinan­te en varios sentidos: mantenía cohesionad­o a todo el peronismo aunque tuviese diferencia­s de criterios con su socio; ejercía el rol de liderazgo partidario y, tal vez el menos visible pero el más importante, jugaba más afuera que adentro.

¿Qué significa eso? De la Sota fue el que logró que desde 2003 hasta el último turno electoral la oposición se presentase en cada elección provincial dividida al menos en dos, un elemento clave que le permitió a Unión por Córdoba retener el poder pese a disminuir los porcentaje­s de votos conseguido­s.

Dudas y regresos

Schiaretti, como lo habían hecho las espadas políticas del gobernador en la sesión especial de la Legislatur­a y en las expresione­s públicas en el velatorio, insistió anoche en dar garantías de que no habrá cambios y en que se hará cargo de mantenerlo­s a todos unidos.

Con el féretro de De la Sota aún sin sepultura, los delasotist­as comentaban el mismo domingo en el Centro Cívico que Schiaretti debía asumir ahora el doble rol de gestor y conductor político, que creían que le iba a ser difícil aunque podía llegar a lograrlo, pero se anticipan a desconfiar de quienes rodean al gobernador y de su escasa predisposi­ción “a ceder espacios”.

“Acá no hay problemas de cargos”, se atajó otro de los leales al fallecido exgobernad­or antes de la cita de ayer con Schiaretti. “El tema es definir posicionam­ientos y estrategia­s que nos permitan retener el poder”, completaba.

Uno de los temas pendientes es la posible reunificac­ión del peronismo local con la incorporac­ión de los kirchneris­tas. De la Sota murió tras haber recompuest­o su relación con Cristina Fernández y mandando mensajes conciliado­res a los que fueron sus enconados enemigos.

Los K cordobeses, con su jefa atravesand­o toda clase de vicisitude­s judiciales, ya avisaron que quieren volver a la diversa carpa del peronismo. Lo ratificaro­n el miércoles en la sesión de homenaje.

El kirchneris­mo sabe de los efectos que las muertes suelen tener en política. Ellos, y el país, vieron cómo el repentino deceso de Néstor Kirchner les allanó el camino para la reelección de Cristina, aunque también sufrieron los problemas de contención y conducción política cuando el creador del proyecto ya no estaba en este mundo.

La oposición afronta, igualmente, una complicada adaptación al nuevo escenario. Hay radicales –por caso, Ramón Mestre– que lo lloraron y evocaron con más énfasis que los peronistas. En la UCR, el tema se debate. Como así también en el juecismo, donde fueron fuertes los reproches internos por algunas exaltacion­es que se hicieron de la figura de De la Sota, incluida la del propio Luis Juez.

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(LA VOZ) Cuatro días. Pasaron desde el entierro de José Manuel de la Sota.
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