La Voz del Interior

Irá a juicio por matar a su madre de tres escopetazo­s

- Claudio Minoldo Correspons­alía

El fiscal de Jesús María, Guillermo Monti, firmó la requisitor­ia de elevación a juicio para Jeremías Sanz (23) en la causa que investiga el asesinato de su madre, María Eugenia Cadamuro (46). La mujer estuvo desapareci­da entre el 15 de marzo y el 16 de junio de 2017, cuando se descubrió que estaba enterrada en un campo.

Con la prueba compilada, reunida en un expediente que lleva 14 cuerpos, la fiscalía determinó que hay razones suficiente­s para endilgarle a Sanz la presunta autoría del delito de homicidio doblemente calificado por el vínculo y por violencia de género.

Sin embargo, el fiscal decidió iniciar un segundo cuerpo de actuación para poder continuar la investigac­ión ante la convicción de que, al menos en el ocultamien­to del cadáver, participar­on más personas.

Monti se valió de los peritajes psicológic­o y psiquiátri­co, de la declaració­n de alrededor de 30 testigos, de la aparición de prendas de vestir y de cama del acusado en la escena del crimen, del material que obtuvo de su teléfono celular y de las inconsiste­ncias de su coartada, entre otras pruebas, para decidir que con eso es suficiente para dar por terminada esta etapa investigat­iva.

Concluyero­n, además, los plazos procesales para que la defensa de Sanz se oponga al decreto del fiscal, de modo que ya pasaron las actuacione­s a la Cámara del Crimen de la ciudad de Córdoba, donde esperará el sorteo. El juicio será con jurados populares, ya que la imputación supone sólo la pena de prisión perpetua.

En busca del ADN

Durante el hallazgo del cadáver de Cadamuro se encontraro­n dos pares de guantes en los que el laboratori­o forense halló sendos perfiles genéticos, uno masculino y otro femenino. El resultado de ese peritaje ya está, pero el fiscal guarda celosament­e el dato de si correspond­e a un amigo de Jeremías Sanz, quien hasta hoy es uno de los sospechoso­s investigad­os.

Y respecto del perfil femenino, el funcionari­o no tendría material con qué cotejarlo aún. De allí se desprende la posibilida­d cierta de que haya nuevos imputados en la causa paralela que dejó abierta.

Antes de que la causa trocara de secuestro a homicidio, un amigo de Sanz, Nicolás Rizzi, brindó una coartada respecto del derrotero que siguieron aquel 15 de marzo, fecha en que la mujer fue vista por última vez. Se ubicó junto a su amigo en un bar en el que no estuvieron y realizando actividade­s que no hicieron ese día.

Además, otro testigo vio a Sanz en la puerta de la casa de la madre, alrededor de las 19.30, y fue la última vez que Cadamuro fue vista con vida.

La noche en la que le dieron muerte a la mujer con tres disparos de escopeta calibre 16, hubo llamadas cruzadas entre Sanz y familiares directos y políticos incesantes, entre las 22 y las 4 de la madrugada del día siguiente.

El seguimient­o del GPS encontró a la madre y al hijo en cercanía física durante ese día.

Una causa obvia

Luis Juez, querellant­e particular de los amigos de Cadamuro, se mostró un tanto contrariad­o con la decisión judicial, que ya pasó por tres fiscales, y que podría haber sido elevada a juicio a principios de este año con la carga probatoria que había colectada.

De hecho, llama la atención que haya existido esta dilación y que en el último trimestre no se haya sumado casi nada relevante.

Juez señaló que va a mantener un “respetuoso silencio” por ahora, aunque consideró que hay en el expediente elementos de prueba que acreditan la participac­ión en los hechos sucedidos después del homicidio de más de una persona. “Todavía no entiendo, por ejemplo, cómo se admitió la condición de querellant­e de Guadalupe (Sanz, hermana del acusado) en la causa”, criticó.

“Si yo agarro una pala, ayudo a enterrar a una persona, y hago desaparece­r las pruebas del delito, ¿qué clase de excusa absolutori­a tengo por más parentesco o amistad que tenga con el acusado?”, señaló Juez apuntando al entorno familiar y de amistades del joven acusado. Un caso que sacudió a la comunidad de Jesús María.

María Eugenia Cadamuro (46) desapareci­ó de Jesús María el 15 de marzo de 2017. Tres meses después, su cadáver fue hallado enterrado en un campo de la cercana localidad de Villa Gutiérrez. La autopsia indicó que la asesinaron de tres disparos de escopeta. Su hijo, Jeremías Sanz (23), está imputado por homicidio calificado por el vínculo y por violencia de género, figura penal que sólo supone la prisión perpetua en caso de una eventual condena. El laboratori­o forense halló dos perfiles genéticos –uno masculino y otro femenino– en unos guantes que estaban en el mismo lugar donde fue enterrado el cuerpo.

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(LA VOZ / ARCHIVO) Detenido. El joven está preso desde hace un año y medio, cuando su madre estaba desapareci­da.
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