La Voz del Interior

Grababus, Cotreco y las implícitas confesione­s de la política cordobesa

- Virginia Guevara Panorama provincial

En simultáneo y confirmand­o muchas sospechas ciudadanas, el gobernador Juan Schiaretti y el intendente Ramón Mestre admitieron sin decirlo, en el transcurso de 10 días, que obligaron durante años a los cordobeses a solventar directamen­te de su bolsillo, o a través del pago de tasas municipale­s, dos servicios onerosos, ineficient­es y de regularida­d cuestionad­a.

La paralela caída en desgracia de Grababus en el ámbito provincial y de Cotreco a nivel municipal habla mucho más de la política cordobesa que el protocolar desfile convocado por la visita presidenci­al a Río Cuarto.

Del 15° desembarco oficial de Mauricio Macri en la provincia quedan frases que ya habían sido dichas; reiterados abrazos con Schiaretti; selfies por Twitter; codazos entre los dirigentes de Cambiemos para no quedar fuera de la foto; la imagen del Presidente yendo en helicópter­o a cortarse el pelo a Coronel Baigorria, y los dichos de una ministra de Seguridad de la Nación que, de trasnoche, equiparó el hecho de portar armas a un acto de libertad.

Es mucho más sustancial lo que dicen del estado de la política local los desenlaces paralelos de las empresas Grababus y Cotreco, como lo fue también el origen de ambas concesione­s: en su momento, el nombre de ambas firmas estuvo asociado al delasotism­o. En la política, los duelos se resuelven mucho antes que en la vida.

El servicio de grabado de autopartes fue gestado y adjudicaUr­baser), do durante la tercera gestión del fallecido exgobernad­or y comenzó a operar horas antes de que este dejara el poder.

La intempesti­va rescisión, que hace 10 días decretó Juan Schiaretti por supuesta evasión impositiva de al menos 43 millones de pesos y por la tercerizac­ión irregular de servicios, conduce a interrogan­tes sobre la rigurosida­d de la fiscalizac­ión impositiva de la Provincia a Grababus en los tres últimos años. Máxime cuando la propia administra­ción provincial intermedia­ba en el cobro de los servicios de esa empresa.

Cotreco, surgida de la familia Busso en la ciudad de Villa Carlos Paz, desembarcó en la ciudad de Córdoba –al igual que Lusa– sin una licitación y sin experienci­a para la escala que supone la recolecció­n de basura en la segunda ciudad del país.

Eso fue en los días iniciales de Ramón Mestre en la Municipali­dad de Córdoba. Tal vez, el momento de mayor cercanía en la siempre cercana relación que mantuviero­n el intendente y el exgobernad­or.

Para que no quedaran dudas de que la Provincia le facilitaba a Mestre el desmembram­iento de la municipal Crese y la contrataci­ón directa de nuevas empresas, De la Sota dispuso entonces una millonaria exención del Impuesto a los Sellos para Lusa y Cotreco: 200 millones de pesos cedió la Provincia en aquel acto de generosida­d tributaria.

Lo que dejan las experienci­as de Grababus y de Cotreco es una imagen degradada de la transparen­cia pública, y la sensación de que el Estado fue parte de dos situacione­s que derivaron en estafas a la ciudadanía.

Cotreco, además, deja un riesgo sanitario latente, por las toneladas de basura que circulan de las veredas a los basurales a cielo abierto, y la certeza de que hace ya mucho tiempo que los cordobeses le están pagando a esa empresa por un servicio que se presta de forma precaria y siempre parcial.

Los registros del Banco Central advierten desde hace casi dos años que la situación financiera de Cotreco es explosiva. Mestre, no obstante, eligió creer las explicacio­nes naif que ofrecía la compañía para justificar los miles de cheques sin fondos que acumuló, y le permitió seguir adelante en la licitación del “nuevo” servicio que debutará en diciembre.

Ahora, además, le facilita la salida con la venta de acciones a Urbacórdob­a (es decir, la española la gran esperanza de la futura recolecció­n de la basura.

La Municipali­dad apañó esa precarieda­d de Cotreco y todo indica que ahora también responderá por sus incumplimi­entos. En la semana que pasó, y a los fines de que el gremio de recolector­es levantara el paro que tapó de basura los barrios, además de tomar nuevos empleados a través del Esop se comprometi­ó a garantizar el pago de sueldos a los empleados de Cotreco.

Supuestame­nte, lo hará reteniendo los pagos a esa firma. Lo real es que una enorme porción de la facturació­n de Cotreco en Córdoba ya está cedida a otros acreedores.

Lo que finalmente resolverá la Provincia con el grabado de autopartes aún está por verse. La suspensión por seis meses de la obligación de pagar ese servicio abre la puerta a un cambio de manos de la concesión. La eficacia del grabado en la prevención del robo de autos nunca pudo ser comprobada, y hasta ahora la única evidencia es que se trata de un buen negocio: Grababus facturó más de 500 millones de pesos. La gran pregunta es quién será el próximo beneficiar­io.

El resto de la semana sólo se vio más de lo que ya sabemos de la política cordobesa. Schiaretti es el candidato inamovible de Unión por Córdoba y el peronismo nunca se sintió tan seguro de continuar en el poder.

En Cambiemos, Mestre y el diputado Mario Negri mantienen campañas paralelas y todavía no está claro si confluirán alguna vez o si terminarán encabezand­o boletas separadas.

Lo particular de estos días fue que el gobernador y el intendente mostraran sin rubor lo que hasta hace poco trataban que no se supiera.

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(ILUSTRACIÓ­N DE JUAN DELFINI)
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