Prevenir la discriminación, una política de salud
Tenemos una sola vida, pero es cada vez más larga. Si todos los involucrados en su cuidado tenemos más presente este dato, es posible que esa vida, además de extensa, sea mejor.
Si junto con la preocupación por nuestra vida, la de nuestro entorno o la del grupo en el que nos sentimos representados, pensamos en la de otros colectivos, eso indirectamente también mejorará nuestra existencia.
Todo aquello que obstaculice las acciones de autocuidado o de prevención y la promoción de la salud de otros grupos, incluyendo los prejuicios, repercutirá negativamente en la calidad de vida de toda la sociedad.
Desde el viernes 2 y hasta el miércoles 6 se realizó en Buenos Aires el 25º Simposio Mundial de Salud Transexual. Estuvo encabezado por el secretario de Salud de la Nación –exministro de Salud–, Adolfo Rubinstein, y fue la primera vez que el simposio se realizó en América latina. El país fue elegido como sede por el avance mostrado en los anteriores años en materia de reconocimiento de derechos de la población lesbiana, gay, bisexual, transexual e intersexual (LGBTI).
Javier Belinky, responsable del área de cirugía transexual del hospital Durand y del sanatorio Güemes de Buenos Aires y presidente local del Congreso, afirmó que fueron contactados para la organización del evento hace cuatro años y que la invitación fue un orgullo, porque se trataba también de la primera oportunidad en la que el encuentro se iba a desarrollar fuera de Europa o de Estados Unidos.
Paradójicamente, en los últimos meses, el país ha exhibido un aparente retroceso en el respeto hacia la población LGBTI, por las reacciones de sectores sociales que ven en el reconocimiento de sus derechos una amenaza.
Ya en 2015, los organismos de Naciones Unidas (Unesco, Pnud, Unicef, Onusida, ONU Mujeres, Programa Mundial de Alimentos, OIT, Naciones Unidas Derechos Humanos, Unfpa y Organización Mundial de la Salud) pedían a los estados poner fin a la violencia y a la discriminación contra las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales.
“El hecho de no respetar los derechos humanos de las personas LGBTI y de no protegerlas de abusos, como la violencia y las leyes y prácticas discriminatorias, supone una grave violación a las normas internacionales en materia de derechos humanos y tiene un impacto significativo sobre la sociedad, lo que fomenta una mayor vulnerabilidad a las enfermedades, incluyendo la infección por el VIH, la exclusión social y económica, la presión sobre las familias y comunidades, y también un impacto negativo sobre el crecimiento económico, el trabajo decente y el progreso para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de cara al futuro”, decía el pedido de los organismos.
Además de continuar en la organización de simposios como el de comienzos de mes, el Estado argentino no debería ignorar los conatos de discriminación y violencia que se observan en los últimos tiempos.
Es clave prevenir comportamientos que afectan a la salud.
EL ESTADO NO DEBERÍA IGNORAR LOS CONATOS DE DISCRIMINACIÓN Y DE VIOLENCIA QUE SE OBSERVAN EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS.