La Voz del Interior

En ciencia, Argentina integra el “G-60”

- Lucas Viano

En el medio de la revolución mediática por la cumbre del G-20 en Buenos Aires, el portal de BBC Mundo se preguntaba por qué Argentina integraba este grupo de naciones poderosas si tiene una de las economías más frágiles del mundo.

Este grupo de naciones surgió antes de la debacle nacional de 2001. Con el cambio “uno a uno”, Argentina era una de las 20 potencias económicas mundiales gracias a la producción agrícola y ganadera, todas commoditie­s.

Nuestro país ya no está dentro de este selecto grupo (figura en el puesto 21°, según diferentes rankings basados en el PIB), a pesar de que sigue siendo uno de los graneros del mundo.

La mayoría de las potencias del G-20 tienen como motor económico vital la inversión que realizan en ciencia y tecnología. En el ranking de naciones según el porcentaje del producto interno bruto que invierten en investigac­ión y desarrollo (I+D), Argentina figura en el puesto 54°, según datos de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

En materia de ciencia, Argentina estaría en los últimos puestos de un “G-60”.

El ranking es liderado por Corea del Sur, una nación que 50 años atrás estaba entre las más pobres y corruptas del mundo. El Tigre Asiático se despertó, entre otros motivos, por el impulso que dio a la ciencia.

Parece que Argentina no está siguiendo ese camino. Los fondos destinados para ciencia y tecnología (CyT) incluidos en el Presupuest­o Nacional 2019 consolidan la tendencia a la baja de los últimos años.

Jorge Aliaga, investigad­or en la Universida­d Nacional de Hurlingham y exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universida­d de Buenos Aires (UBA), calculó que los fondos para CyT cayeron 30 por ciento de 2015 a 2019, si se ajustan por el índice de precios implícitos, un indicador del Indec que refleja los vaivenes de la inflación.

La cifra fue dada a conocer en el encuentro “Dinero para la Ciencia”, realizado hace unos días en el Congreso de la Nación y organizado por la Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC).

También estuvo presente el economista Fernando Peirano, profesor de la UBA. Peirano recordó que el presidente Mauricio Macri había prometido que la inversión en I+D alcanzaría el 1,5 por ciento del PIB durante su gestión. “El último dato de 2016 fue de 0,53 por ciento y representa una baja del 13 por ciento respecto de 2015”, dijo Peirano.

En la misma mesa, Jorge Aguado, secretario de Planeamien­to y Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, reconoció las “restriccio­nes presupuest­arias”, pero advirtió que, en pesos corrientes, el presupuest­o para CyT creció 169 por ciento entre 2015 y 2019. “Esperemos que sea más alto que la inflación para ese período”, dijo.

La frase de Bernardo Houssay, premio Nobel argentino, es remanida pero debería estar grabada en todos los edificios gubernamen­tales del país: “Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico-tecnológic­o, y los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen. La ciencia no es cara: cara es la ignorancia”.

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