La Voz del Interior

Graciela Borges habla de su trabajo con Trapero y con Campanella

La actriz analiza un período agitado, en el que trabajó con dos directores renombrado­s. Y bendice la denuncia de Thelma Fardin.

- Víctor Laurencena Correspons­alía Buenos Aires

“Cansada pero feliz”. Así se podría resumir el momento actual de Graciela Borges, luego de filmar dos películas con dos grandes directores como Pablo Trapero y Juan José Campanella. Pero lejos de tomarse un descanso, ahora está haciendo Entre nosotros en AcercArte. Se trata de un encuentro con el público en el que comparte anécdotas y momentos de su vida, relatos que son acompañado­s con fotos, videos y canciones en vivo de Adriana Barcia, “una mujer que canta maravillos­amente bien”.

Borges acaba de terminar de filmar El cuento de las comadrejas, una película dirigida por Campanella que estrena en mayo (se trata de una adaptación del clásico Los muchachos de antes no usaban arsénico). Allí compartió set con otros actores como Luis Brandoni, Oscar Martínez y Marcos Mundstock. Una película que, admitió, fue “difícil”.

–¿Cómo fue trabajar en ese filme?

–Bien, estimulant­e, Campanella es muy amoroso. Y la película que filmé antes, La quietud (de Trapero), también fue muy fuerte. Pero fueron dos grandes filmes y a su manera, cada una con lo suyo, me dejaron muy contenta de hacerlos.

–¿Tiene alguna favorita para los Oscar?

–Me he perdido bastante de este año por trabajar tanto. Dicen que Roma es interesant­e. Nace una estrella me pareció una película muy simpática.

–¿Usa Netflix?

–Desde hace muy poco y todavía no sé cómo ponerlo, así que no lo estoy viendo.

–Si ellos la convocaran para trabajar, ¿aceptaría?

–No sé ni cómo es el tema. A mí me convocan y a veces digo que sí y a veces digo que no, según el libro. No me interesa de dónde viene, me interesa qué es lo que se puede lograr con eso. Te diría que no tengo muchas ganas de seguir trabajando, pero vamos a ver cuando se estrene El cuento... si me quedan ganas.

–¿Se imagina un mundo en el que la gente se quede en su casa y deje de ir al cine?

–Sería una pena, porque ir al cine es un acto de amor. No hay nada como vestirse, arreglarse, estar en una sala oscura donde hay otras “almitas” que sienten las mismas cosas que vos, o distintas, pero que comparten cosas. Es un acto casi religioso ir al cine. Yo hay dos cosas que amo: ir al cine y leer. –¿Qué está leyendo?

–Un libro enorme, extraordin­ario: La verdad sobre el caso Harry Quebert, del suizo Joël Dicker.

–¿Qué otros libros leyó últi- mamente?

–Anteriorme­nte estaba releyendo Los galgos, los galgos de Sara Gallardo, que la adoro. Y también los cuentos de Silvina Ocampo.

–¿Qué opina del lenguaje inclusivo?

–A mí me gusta que la gente hable como le dé la gana. Siempre que no hiera a otro, que haga lo que quiera. Después los tiempos cambian y eso se olvidará o quedará definitiva­mente. Creo que en este mundo cada uno tiene que hacer lo que siente en su corazón, que es el único sitio donde somos nosotros. Que cada uno haga lo que tenga ganas de hacer; después es responsabi­lidad de los demás si lo siguen o no.

–Como alguien que pertenece al medio artístico, ¿qué posición tiene sobre la denuncia de Thelma Fardin contra Juan Darthés?

–Este es un tema del que ya hablé una vez y me dije “nunca más hablo de este tema”, porque se saca de contexto lo que una dice y me trae muchísimos problemas. Lo único que te puedo decir es que la Justicia haga lo que tiene que hacer.

–¿Vio el video?

–Sí, y cuando lo vi le creí porque, si no fuera cierto, esta chica merecería ganar el Oscar. ¿Qué pasó? ¿Qué no pasó? No tengo la menor idea. Nunca trabajé con Darthés,

A MÍ ME GUSTA QUE LA GENTE HABLE COMO LE DÉ LA GANA. SIEMPRE QUE NO HIERA A OTRO, QUE HAGA LO QUE QUIERA.

NO HABLO DE LOS COMPAÑEROS. SIEMPRE HAY UNA COSA QUE TE SACAN DE CONTEXTO Y DESPUÉS TE AGREDEN EN LAS REDES SOCIALES.

pero lo conocí a él y a su mujer en un viaje y fueron personas amables. Es todo lo que puedo decir. Pero estoy convencida de que algo tiene que haberse salido de cauce, porque no creo que ese video se pueda hacer como se hizo y con tantas compañeras alrededor. Había mucha verdad como para ser un invento.

–¿Cree que su caso y los otros que salieron a la luz marcaron un antes y un después?

–Sí. Estoy viendo unas cosas horrorosas de femicidios que están pasando y creo que eso fue una alerta enorme, así que lo bendigo. Pero no quiero juzgar, yo no juzgo nunca a nadie porque hay una frase que adoro y es “tengo un perdón para cada uno de los peca- dos”. No quiero juzgar, no me gustaría que me juzguen y, si lo hacen, no es asunto mío. Pero no hablo de los compañeros ni nadie porque se enreda mucho la cosa. Siempre hay algo que te escriben, que te sacan de contexto y después te agreden en las redes sociales. No tengo ganas, vengo de trabajar en dos películas muy difíciles y no quiero meterme en líos que no sean míos.

–¿Por qué fueron difíciles?

–Las películas fueron hechas por dos estupendos directores (Trapero y Campanella), pero había que trabajar fuertement­e, como trabajamos todos en cine. El problema es que yo no descansé. Una se filmó a 200 kilómetros de Buenos Aires y la otra a 300, casi no estuve en casa. Debería haber descansado, pero no paré. Hace 15 años que no tengo vacaciones. –¿Este año va a descansar? –No sé si voy a descansar. Dentro de poco tengo que empezar la promoción de El cuento...; y antes voy a ser presidenta de un jurado en un festival internacio­nal y de otro en Mendoza. No estoy parando mucho (risas).

–Hizo de todo: cine, televisión, teatro, radio. ¿Le queda algo por hacer?

–Imagino que siempre habrá algo por hacer, pero no soy una adelantada de pensar en el futuro. En los últimos tiempos me gusta cada vez más la idea de hacer cada día lo mejor posible sin esperar resultados.

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(GENTILEZA CLARÍN)
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Hijas y madre. Con Bérénice Bejo y Martina Gusmán en “La quietud”.

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