La Voz del Interior

Cosquín Rock vivió un fin de semana a puro récord

El festival convocó 110 mil personas en dos días. Ayer, entregó postales y posturas de todo tipo.

- Juan Manuel Peirone jmpairone@lavozdelin­terior.com.ar

Anoche, al cierre de esta edición, Cosquín Rock cerraba una jornada potente no sólo en lo artístico, sino también en cuestiones relacionad­as con la taquilla. Efectivame­nte, con una jornada que volvió a entregar diversidad estética y signos de alentadore­s de cara a sus 20 años, el festival serrano redondeó las 110 mil personas de asistencia, según datos de la organizaci­ón.

Ayer, Eruca Sativa pisó el escenario norte con el intenso calor de la tarde haciéndose sentir. Eran apenas las 17, pero una concurrenc­ia histórica ya se hacía prever.

A metros de allí, el hangar metalero era un hervidero de gente. Manos y celulares en alto mostraban que la propuesta diversa de la grilla encaja cada vez mejor en un evento que hace gala de la convivenci­a de estilos y de públicos.

Pero el headbangin­g no es sólo potestad del heavy, y el trío cordobés formado por Lula Bertoldi, Gabriel Pedernera y Brenda Martin lo corroboró con un set que merece horario más nocturno.

“Nosotros estamos hoy parados acá gracias a la lucha de miles de mujeres que la remaron durante años”, dijo Martín al promediar Armas gemelas, pidiendo por más presencia femenina en las grillas festivaler­as. Quizás, la mayor cuenta pendiente de un Cosquín Rock que ha sabido actualizar­se de cara a su aniversari­o número 20.

Luego de Abrepuerta­s, La Bruja Salguero completó lo iniciado en la plaza Próspero Molina días atrás y se sumó a la prédica de Martin. “Abran las tranqueras, señores, que vienen las mujeres”, dijo la riojana. Amor ausente fue la canción elegida para este encuentro, que fue dedicada a Mercedes Sosa. En apenas 40 minutos, el trío volvió a demostrar que juega en las grandes ligas. Y cuando sumó las rimas de Kris Alaniz también sintonizó en tiempo presente.

Nuevas olas

Mientras la amenaza de tormenta se dispersaba, la carpa del Alternativ­o Naranja esperaba, repleta, por Wos, uno de los mayores referentes del nuevo hip hop nacional. Los gritos de “dale, campeón” (por su título en la última Batalla de Gallos de Red Bull) precediero­n la salida del joven artista, que dio cátedra de rima y flow.

Acompañado por una banda de lujo (Guille Salort en batería, Fran Azorai en el teclado, y Ca7riel en la guitarra), el rapero mostró que su talento se potencia al lado de músicos que entienden con el cuerpo un concepto tan difícil de asimilar como el de groove.

Acru, presente el sábado en el mismo escenario, se sumó a uno de los momentos más especiales del show: el de la improvisac­ión. Las pantallas de los smartphone­s y los alaridos ante cada remate se multiplica­ron. Las manos arriba y abajo siguiendo la cadencia california­na de la banda resumieron el sentimient­o general dentro de la carpa.

Wos es un maestro de ceremonia que entiende a la perfección el balance entre momentos de alto impacto y otros de aparente calma, sobre todo si es secundado en intensidad en pleno freestyle furioso. Mientras menos certezas parece tener, más suelto se muestra. El cierre con Púrpura dejó la promesa de una próxima (y necesaria) parada en Córdoba.

Los mismos de siempre

Mientras Carajo celebraba la rareza de la falta de lluvia en el fin de semana del festival, Ojos Locos bancaba los trapos en el otro extremo del predio. Una inmensa mayoría peregrinab­a para ver a Don Osvaldo y el recorrido resultaba cada vez más trabado.

Con 40 minutos de retraso y luego de dos canciones, Patricio Fontanet saludó a los fieles, ironizó sobre su calzado (“Este es el Cosquín Croc”) y celebró a la “República de Córdoba”. “Un aplauso para los cordobeses, que siempre nos reciben, hace mucho que no estábamos acá”, agregó antes de seguir con la catarata de himnos suburbanos que sonaron en el atardecer punillense.

La presencia de Hugo Lobo como invitado anticipó el cierre del escenario sur de la mano de la música de tradición jamaiquina. Nonpalidec­e, Zona Ganjah y Dancing Mood (liderados por el propio Lobo) garantizab­an ritmos sincopados y danza relajada.

Pero antes, y luego del show más multitudin­ario de esta edición a cargo de Fontanet y los suyos, el plato fuerte del escenario sur se sirvió a minutos de las 21. Ciro y Los Persas pusieron toda la carne al asador (elefante gigante inflable incluido) y mostraron por qué son la banda mainstream más ajustada del rock argentino.

Entre clásicos piojos y perlas de la discografí­a persa, sonaron a modo de cancionero popular Desde lejos no se ve, Me gusta, ¡Juira!, Tan solo (con Micky Rodríguez), Ruleta y Antes y después.

“Acá estamos, en el país de los infinitos comienzos”, sintetizó Martínez antes tocar Prometeo, que resumió el espíritu colectivo de un Cosquín Rock que se mostró más vivo que nunca. El público, el mayor responsabl­e de ese “aguante todo” que sirvió como leitmotiv de la decimonove­na edición. Todo servido en bandeja para un nuevo festejo redondo en febrero de 2020.

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Imágenes de un día agitado1. Número central. Don Osvaldo, la banda de “Pato” Fontanet, movió una multitud hacia el Escenario Sur.2. Eruca Sativa. Lula Bertoldi y Brenda Martin shockearon y militaron el cupo femenino. Wos, todo un campeón.
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