La Voz del Interior

Cuando las cloacas de la mafia explotan

- Claudio Gleser Código rojo cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

Córdoba está colapsada por cloacas que no dan abasto. No, no hablamos de esos conductos que trasladan desechos domiciliar­ios. Hablamos de una podredumbr­e claramente peor: las cloacas por las que transitan el narcotráfi­co, la corrupción y las mafias integradas por peces de todo tamaño con vínculos con uniformes y trajes de escritorio.

Sucede que hay momentos en los que, al igual que las otras, estas cloacas desbordan y detonan ante nuestros ojos y narices de la peor forma. Explotan, salpican y dejan al descubiert­o su inmundicia traducida en sombríos negocios y una violencia devenida en sangre y muerte.

Pasó siempre. Pasa ahora. Seguirá pasando.

Córdoba –los años lo han demostrado– está infectada de un narcotráfi­co en todos los estamentos, con una red que se mueve y extiende con impunidad, por más que cada tanto caigan algunos lúmpenes.

Las mafias quedan en evidencia cuando la violencia ya es obscena.

Ya lo vimos (y sufrimos) en la Capital estos años, con brutales y despiadado­s crímenes y ajustes.

Ya lo observamos también en San Francisco. Ya lo padecimos en Villa María, en Río Tercero y, por su puesto, en el sudeste provincial, con Marcos Juárez. Ya lo vimos en Villa Carlos Paz y en distintos puntos del corredor narco que va por la ruta 38. Ajustes, aprietes, raptos y venganzas con forma de balas y fuego han derivado en atroces asesinatos.

Ahora, lo volvemos a padecer en Río Cuarto, la segunda ciudad de la provincia. La cloaca (¿o hay que hablar de varias?) de la mafia y la violencia volvió a estallar de la peor manera, y con consecuenc­ias impredecib­les.

En el Imperio del Sur, a la par de una ola de violencia sin freno que viene dejando muerte por nada, sobresale un terrible caso que salpica sangre y podredumbr­e: el asesinato de Claudio Torres, un presunto narco acribillad­o por sicarios.

El crimen de Torres, sospechado de haber sido por años un poderoso proveedor de drogas en la región, derivó en que una causa federal por narcotráfi­co y “narcolavad­o” se despabilar­a y, en días, hubiera 16 detencione­s. La última fue la de un “pez gordo” de la Policía provincial: Gustavo Oyarzábal, un jefe de Investigac­iones que, llamativam­ente, semanas atrás había sido pasado a retiro. Oyarzábal, a quien Rosa Sabena, la madre del desapareci­do Nicolás, se cansó de denunciar por “ayudar” a narcos.

CÓRDOBA ESTÁ INFECTADA DE NARCOTRÁFI­CO. SON LAS OTRAS CLOACAS, Y CADA TANTO ESTALLAN. PASÓ EN CÓRDOBA, PASÓ EN CARLOS PAZ Y AHORA ES EN RÍO CUARTO.

La causa “narcolavad­o” riocuarten­se ya había hecho caer en desgracia a otro pez grande: el excomisari­o Leonardo Hein, por presuntos vínculos sombríos con narcos.

Tal es la podredumbr­e de la causa que el juez federal Carlos Ochoa trabaja con la Policía de Seguridad Aeroportua­ria. Lejos está de confiar en la Policía provincial; tampoco en la Federal.

“No somos Rosario. No somos Santa Fe”, es un viejo latiguillo que, desde hace años, formulan jefes policiales y funcionari­os políticos en Córdoba para diferencia­rse de la cruel realidad de violencia que, desde hace años, desangra a la hermana provincia.

Córdoba, sin embargo, no puede enorgullec­erse ni fingir. Tenemos un territorio lleno de droga, balas y sangre derramada por narcotrafi­cantes.

Si bien es cierto que la tasa de homicidios no es tan temible como la santafesin­a, ¿de qué sirve saberlo si la mugre narco corre bajo tierra como si nada y brota cuando ya es obscena?

Al mismo tiempo, Córdoba sigue siendo refugio de criminales. Días atrás, un pesado santafesin­o, acusado de matar con sicarios, cayó en Embalse de Río Tercero mientras pescaba en ojotas. Cayó porque los policías santafesin­os vinieron a buscarlo, no por otra cosa. Meses antes, otros narcos ya habían caído en Carlos Paz y en Capital.

En Córdoba, las mafias aprendiero­n a afianzarse, avanzar, mutar, empoderars­e, torcer voluntades. Pueden latir, crecer y extenderse en territorio­s donde están los excluidos del sistema; pueden estar donde florecen negocios financiero­s; pueden estar donde se toman y concentran las decisiones. En ese cuadro, no sorprende que las sombras policial, sindical y política siempre estén latentes.

Las cloacas de las mafias siempre estuvieron en Córdoba. Hoy detonaron en Río Cuarto. Veremos cuál es la próxima que explota.

“NO SOMOS ROSARIO”, INSISTEN DESDE EL PODER. ESO NO PUEDE CONSOLARNO­S. TENEMOS UNA PROVINCIA LLENA DE DROGA, BALAS Y SANGRE DERRAMADA.

 ?? (LA VOZ) ?? Narcos. En Río Cuarto, un crimen mafioso permitió que avanzara una causa por “narcolavad­o”.
(LA VOZ) Narcos. En Río Cuarto, un crimen mafioso permitió que avanzara una causa por “narcolavad­o”.
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