La Voz del Interior

Entre todos.

Ingenieros Sin Fronteras colabora en la construcci­ón de un salón comunitari­o. Los vecinos trabajan de manera solidaria y arman cuadrillas para mejorar los espacios públicos.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

En barrio Zepa B, los vecinos trabajan juntos en la construcci­ón de un salón comunitari­o.

En la periferia noroeste de la ciudad de Córdoba, detrás del Mercado de Abasto, los vecinos de barrio Zepa B están exultantes. Es que dentro de seis meses tendrán lista la ampliación del salón comunitari­o que levantaron hace casi una década y que ahora contará con baños, biblioteca, cocina y salón para talleres y apoyo escolar en 110 metros cuadrados.

La estructura de la sala ya está en pie, anexada al espacio donde se brinda cena y copa de leche a 120 personas, la mayoría niños.

“Les pedimos dos bañitos, pero cuando vimos los planos dijimos: ‘Esto es una locura, una cosa de no creer’”, cuenta Raquel, a quien todos conocen como “Pini”, una de las encargadas del comedor El Polito y miembro de la comunidad, en relación a la colaboraci­ón que reciben de Ingenieros Sin Fronteras Argentina (ISF).

Se trata de un proyecto comunitari­o integral con el apoyo de la asociación civil ISF, que trabaja para el desarrollo de comunidade­s vulnerable­s mediante la realizació­n de proyectos de ingeniería.

“Es un proceso social, participat­ivo. Una construcci­ón invisible, que va más allá del proyecto de ingeniería”, explica la arquitecta Ivana Primitz, voluntaria de la organizaci­ón.

Primitz se refiere a que trabajan en vecindario­s con proyectos sociales en marcha y con referentes barriales comprometi­dos con el entorno, que estén dispuestos a ampliar sus horizontes y a participar de manera comunitari­a más allá de la construcci­ón edilicia que se necesite.

Con esta lógica, en Zepa B los vecinos colaboraro­n en el diseño del plan de mejora de la plaza. Más de 60 niños indicaron cómo les gustaría que fuera ese espacio recreativo: más árboles, juegos nuevos, áreas de descanso y vallas de seguridad, fueron algunas de las ideas.

Zepa B es un vecindario que se creó en 2001, cuando el Gobierno de Córdoba relocalizó a los habitantes de Villa Urquiza que vivían a la vera del río Suquía y les entregó viviendas, en terrenos donados por la Municipali­dad de Córdoba.

En realidad son tres barrios que conforman una unidad territoria­l con Zepa A, Nuestro Hogar II y Ampliación Zepa, un asentamien­to que creció en los últimos años rodeado de basurales. Estos vecindario­s aparecen en una zona gris (igual que los barrios-ciudades) ya que no figuran en Catastro. Sólo en las tres áreas de Zepa viven 337 familias.

Los cuatro barrios, que comparten problemáti­cas comunes, junto a 11 institucio­nes participan de una red de trabajo (Red Zepa). La mejora de la plaza –que hasta hace poco era un pozo que los vecinos rellenaron– será un espacio que beneficiar­á a toda la zona.

Trabajo comunitari­o Ingenieros Sin Fronteras Argentina es una asociación civil que funciona en el país desde 2012 y, en Córdoba, hace poco más de tres años. “El Encuentro de Organizaci­ones y la Cooperativ­a de Carreros nos invitaron a conocer Zepa B porque veían que se podía potenciar el trabajo que se venía haciendo en el barrio y se necesitaba­n muchas cosas”, cuenta Esteban Olmos, ingeniero y coordinado­r de la organizaci­ón en el nodo Córdoba.

“Trabajamos a nivel comunitari­o, no con individuos, de manera interdisci­plinaria y con voluntario­s”, explica Olmos. La asociación civil ya construyó un espacio comunitari­o en Villa Angelelli.

Ingenieros Sin Fronteras se sostiene con aportes mensuales de socios individual­es, con donantes y con el acompañami­ento de colegios profesiona­les, de fundacione­s y universida­des. También con voluntario­s locales e internacio­nales, como universita­rios australian­os que realizan sus prácticas profesiona­les en sectores desfavorec­idos de la Argentina y que realizaron los cimientos en el salón de Zepa B.

Demasiadas necesidade­s

El salón, que comenzó siendo un galpón de madera, es el corazón del barrio. Allí se come, se hacen las tareas escolares y se dictan talleres de oficios. “En el barrio hay muchas necesidade­s”, apunta “Pini”.

Mario, su compañero, agrega: “Los que vivimos acá somos gente careciente que venimos de una villa. Esto fue la erradicaci­ón de la costa de Villa Urquiza. Dios nos premió: el Gobierno nos dio las casitas. Hicimos una gestión para tener este terreno y hacer el comedor hace nueve años. La mayoría de los vecinos pusieron un granito de arena. Nadie nos donó nada”.

Hoy, la mayoría de los pobladores de la zona tienen trabajos informales. Son albañiles o carreros. “No hay gente que tenga plata, todos viven de su trabajo”, remarca “Pini”.

Pedro, Marcio, Laura y Nahuel son algunos de los 28 colaborado­res de este espacio, que está intentando organizars­e jurídicame­nte como agrupación. 15 levantan paredes, tres están en la huerta. Nahuel da clases de apoyo a adolescent­es. “Teníamos problemas de chicos del secundario que no sabían leer, no sabían dividir, ni las tablas. Este año, con ayuda de Nahuel, han pasado de año”, asegura “Pini”.

Con el asesoramie­nto del Encuentro de Organizaci­ones, el resto del grupo ayuda a limpiar calles del barrio, cortar yuyos u otras actividade­s colectivas que permiten vivir en un mejor lugar. “Si no lo hacemos nosotros, no lo hace nadie”, asegura “Pini”, ansiosa por inaugurar en agosto el salón que, esperan, sea el emblema del progreso del barrio.

ES UN PROCESO SOCIAL, PARTICIPAT­IVO. ALGO INVISIBLE, QUE VA MÁS ALLÁ DEL PROYECTO DE INGENIERÍA. Ivana Primitz, de ISF Argentina

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(RAMIRO PEREYRA)
 ?? (RAMIRO PEREYRA) ?? Hay equipo. Los ingenieros de ISF trabajaron codo a codo con los vecinos para levantar el salón del barrio.
(RAMIRO PEREYRA) Hay equipo. Los ingenieros de ISF trabajaron codo a codo con los vecinos para levantar el salón del barrio.

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