La Voz del Interior

Con lluvia, con sol y con frío, los peregrinos siguieron el camino

Miles de fieles llegaron a la gruta para agradecer. El cambiante clima hizo más difícil el viaje a pie desde Córdoba.

- María Luz Cortez Correspons­alía

ALTA GRACIA. Si algo sorprendió en la peregrinac­ión de este año a la Virgen de Lourdes fue el clima. Los caminantes pasaron de un calor agobiante, a una lluvia torrencial e incluso a un clima frío. Pero llegaron. ¿Será porque la fe mueve montañas, como dice el refrán? Hasta el lunes por la tarde, según datos de la Policía de la Departamen­tal Santa María, llegaron unos 100 mil fieles al santuario de la Virgen en Alta Gracia.

Para Mariela y su familia no había opción. Hicieron una promesa a su hijo: recorrer los 35 kilómetros que separan Córdoba capital de Alta Gracia para que la Virgen les cumpla. “Mi hijo está en el Complejo Esperanza y venimos rezando para que esta semana le den la libertad”, detalló. “Nos agarró la lluvia, pero no paramos. Algunos se volvieron, pero nosotros no paramos”, contó empapada, cubierta con una toalla improvisad­a y en ojotas. La familia es de San Francisco y hace poco tiempo viven en Córdoba capital.

Cada año, miles de peregrinos y visitantes se acercan a la réplica de la Virgen de Lourdes en Alta Gracia. El santuario tiene más de 100 años en la ciudad y está protegido por las hermanas Carmelitas Descalzas.

Según fuentes de Defensa Civil, hubo algunos peregrinos que no aguantaron la lluvia y en el medio del camino tuvieron que regresar, ya que no estaban preparados para semejante travesía. El secretario de Gobierno de la Municipali­dad de Alta Gracia, Marcos Torres, explicó que, en la siesta del lunes, muchos visitantes llegaron en colectivos interurban­os y agregó que, a diferencia de otros años, no se quedaron a acampar.

Raúl, de barrio Parque República, fue uno de los que viajó en colectivo, ya que visita todos los años la gruta. Pidió por trabajo, salud y por su familia. Tiene 65 años y trabaja en la construcci­ón. “Ha venido aflojando en el último tiempo, pero se sobrevive”, reconoció sobre uno de sus pedidos.

Olores y sabores

Al ingresar al predio, el olor a peperina invadía los sentidos, con varios vendedores ofreciendo el “yuyito” para el mate. Más adelante, las velas y las medallitas eran infaltable­s. Pero también había pastelitos y tortillas. En los costados del arroyo y del predio, algunos tomaban mates y se cubrían de la lluvia con alguna toalla. Los bebés y los niños se guarecían debajo de bolsas o cobijados en un cochecito.

“Átomo desinflama­nte, descontrac­turante”, gritaba un puestero atento a los que caminaban con dificultad después de tantos kilómetros a pie. A simple vista, se podía observar a quienes hicieron el camino por la ruta 5: parecía que les costaba pisar el suelo, caminaban abrazados unos con otros (en similares condicione­s) y con gestos de dolor en el rostro.

Juan Antonio Rodríguez (42) se miraba los borcegos como queriendo leer la cantidad de ampollas, que él mismo calculaba en más de 10. Salió de la guardia en Córdoba capital y emprendió el

trayecto hasta la gruta. No era un improvisad­o: enfrentó el desafío igual que en los últimos 17 años. Llevaba dos mochilas. Una especial para hacer curaciones a quién lo necesitara.

“Vengo por mi familia, por todos los argentinos y por la paz en el mundo”, destacó con convicción sobre sus pedidos a la Virgen.

El secretario de Salud, Fernando Mina, indicó que recibieron más de un centenar de consultas en los distintos puestos municipale­s. Y detalló que, se trabajó en conjunto con distintos sectores como Bomberos, Defensa Civil, Policía y distintas áreas municipale­s.

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(LA VOZ) Veneración. Los devotos de la Virgen hicieron fila durante horas para llegar hasta la imagen religiosa.

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