La historia de la imagen y de la gruta
Hace más de un siglo, Guillermina Achával Rodríguez y Delfina Bunge de Gálvez llegaron con una réplica de la Virgen de Lourdes a Alta Gracia para cumplir una promesa. Las dos mujeres nunca imaginaron que, mucho tiempo después, se convertiría en un hito de fe para miles de peregrinos. En 1916, la parroquia seleccionó un sitio pintoresco que pudiese recordar a los Pirineos, donde en 1858 se dio la primera manifestación de la Virgen. El lugar elegido fue un recinto cercado por varios cerros que forman como un pequeño templo natural, a cuyos pies corre un arroyo: hoy se conoce como “la gruta”.