La Voz del Interior

Ajuste narco, la sombra de una brutal ejecución a tiros

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

Los miembros de la banda estaban enceguecid­os y querían vengarse a cualquier costo, cayera quien cayera. El robo de unos kilos de cocaína había sido demasiado obsceno, por lo que el grupo decidió salir a saldar cuentas a bala y fuego. Fueron al menos cuatro los vehículos en los que las distintas facciones del grupo delictivo, según lo determinar­ían luego las cámaras de seguridad policiales, salieron a recorrer las calles y avenidas del barrio, en busca de sus rivales, narcoladro­nes. Eran brigadas de caza.

En el marco de esa búsqueda desenfrena­da, hubo amenazas a un grupo de jóvenes, un ataque a tiros contra las piernas de una mujer y, al menos, una agresión, también con balas, contra una casa donde había varias personas.

Lo más grave, sin dudas, sucedió cuando uno de los autos del grupo (una Chevrolet Meriva) se detuvo finalmente al lado de un Fiat Uno estacionad­o en plena calle.

Desde el lado del acompañant­e del coche recién llegado, se asomó una mano con una pistola 9 milímetros y comenzó a repartir balas.

El conductor del Fiat, Daniel Alberto “el Negro” Juárez, alcanzó a esconderse y corrió a refugiarse en una vivienda, aunque resultó herido de un tiro.

Quien llevó la peor parte, sin dudas, fue su amigo Daniel Alberto Orellana (alias “Pepe”), quien no pudo escapar del auto y terminó ejecutado. La bala mortal dio en medio de su corazón.

“Los tiros iban hacia mi auto. (...). Los tiros eran para mí, por un ajuste de cuentas porque yo tuve una bronca con él. Los tiros no eran para ‘Pepe’, porque él no tenía problemas con nadie. El ajuste de cuentas era por un robo de drogas y el otro tipo creía que los autores eran amigos míos”, declaró en su momento, ante la Justicia, el sobrevivie­nte de la venganza.

Tal fue la impunidad de aquel ataque que se cometió pese a que, a pocos metros, había un patrullero de la Policía de Córdoba custodiand­o una casa. La vivienda, por cierto, había sido atacada a balazos por otra “brigada” en otro auto.

Como si no fuera suficiente, poco después del ataque al Fiat Uno, otros matones llegaron armados al lugar, a pie, con la intención de repartir más balas.

El policía tuvo que bajarse del móvil y hacer disparos al aire.

El brutal episodio de violencia urbana, uno de los tantos que a menudo sucede en las barriadas cordobesas, ocurrió el 21 de julio de 2018 en el barrio Villa Azalais, al norte de la Capital.

De no mediar ninguna sorpresa de último momento, una mujer y cinco hombres comenzarán a ser juzgados hoy, por la Cámara 3ª del Crimen de Córdoba, por la violenta cadena de episodios que terminó en el alevoso asesinato.

Los dos principale­s acusados son Marcos Gustavo Quiñónes (45 años, empleado municipal) y Gerardo Emanuel Toledo (28, changarín), quienes serán juzgados por los delitos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y tentativa de homicidio.

De ser condenados, podrían recibir hasta 25 años de cárcel.

“Fue una seguidilla de locura criminal por calles y avenidas, que terminó con una ejecución a tiros de un hombre y su amigo, herido. Tranquilam­ente podrían haber sido dos los muertos, si no fuera porque el herido sobrevivió. Y hubo más víctimas. Todo tiene la sombra de una venganza narco por detrás”, comentó el fiscal de Cámara, Marcelo Hidalgo.

Los dos principale­s acusados estarían por admitir los cargos y aceptar la realizació­n de un juicio abreviado, que redundaría en una pena sensibleme­nte menor.

“El Gringo” Quiñónes y “el Bocha” Toledo, según la sospecha judicial, serían presuntos miembros de una banda que estaría asentada en la zona conocida como “la Favela”, un asentamien­to próximo al CPC de Centro América.

Este grupo, a su vez, tenía “problemas” con una banda asentada a pocas cuadras, en Villa Azalais.

Cadena de violencia y locura Siempre según la causa judicial, las dos facciones estaban enemistada­s en aquel helado julio del año pasado por un presunto robo de cocaína (una versión da cuenta de que lo sustraído fue pasta base).

Lo concreto es que, de acuerdo a la pesquisa, la banda de “la Fave- la” salió a vengarse a como diera lugar de sus rivales de Azalais.

El episodio más grave sucedió alrededor de las 6 de la mañana del 21 de julio de ese año en calle Arboleda al 2500, en Villa Azalais, y derivó en el asesinato de Daniel Alberto Orellana, quien estaba a bordo de un Fiat Uno.

Sin embargo, horas antes, ya se habían registrado otros graves episodios como amenazas y ataques armados en la zona.

De allí que en el juicio haya más personas imputadas.

Por caso, se encuentra Ángela Alejandra Varela (30), quien está señalada de haber circulado en uno de los autos de caza y habría amenazado a unos vecinos de Azalais. Debe responder por el supuesto delito de coacción.

Asimismo, hay otros tres jóvenes acusados: José Antonio Leyva Toledo (34), Gerardo Emanuel Toledo (28) y Mario Fernando Apud Dragisich (39); señalados de haber integrado otra “brigada”. La que baleó a una mujer.

 ?? (J. HERNÁNDEZ/ARCHIVO) ?? Ataque callejero. Los círculos de tiza fueron trazados, en aquel julio, por los peritos que recogieron los casquillos de las balas.
(J. HERNÁNDEZ/ARCHIVO) Ataque callejero. Los círculos de tiza fueron trazados, en aquel julio, por los peritos que recogieron los casquillos de las balas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina