La Voz del Interior

Afip, un hermano que todo lo ve Diego Fernández Viña

La cantidad de informació­n que fluye hacia el ente recaudador acerca de lo que hacemos con nuestro dinero y nuestras vidas es escalofria­nte.

- Diego Fernández Viña*

Adónde te fuiste de vacaciones, cuánto hablas por celular, qué cantidad de energía consumiste este invierno. Todo esto y mucho más conoce de vos la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos (Afip). Es que, a través de sus herramient­as de fiscalizac­ión permanente llamadas “regímenes de informació­n”, no te pierde pisada.

Estos regímenes consisten en generar controles cruzados, requiriend­o datos a terceros sobre las transaccio­nes económicas de los contribuye­ntes.

Con el tiempo, esta práctica se fue extendiend­o en forma desmedida. Se sumaron cada vez más obligacion­es de informar, a un nivel en el que el derecho a la privacidad se vería por lo menos cuestionad­o.

El caso de nuestro amigo Pedro nos sirve para entender de qué se trata. Pedro, persona bastante discreta y muy celosa de su privacidad, acaba de dejar su trabajo en relación de dependenci­a en una multinacio­nal, para fundar su propio emprendimi­ento Pyme.

Cobraba un buen sueldo y la Afip obviamente lo sabía, ya que su empleador lo informaba todos los meses a través de la liquidació­n de cargas sociales.

Afip también se enteró de su desvincula­ción, pues el empleador está obligado a comunicarl­a dentro de los cinco días de ocurrida. Y de igual forma, la gratificac­ión que cobró fue informada por el banco, como lo hace con todo movimiento bancario que excede los 30 mil pesos, de acuerdo con lo establecid­o por las resolucion­es generales (RG) 3.421 y 4.298.

El organismo, además, se enteró de su incorporac­ión a la nueva Pyme como socio, ya que esta estuvo obligada a informarlo de inmediato a través del régimen de informació­n de participac­iones societaria­s (RG 3.293).

Con el dinero cobrado, lo primero que hizo fue cambiar el auto. El organismo estuvo en condicione­s de felicitarl­o al enterarse de la compra por la presentaci­ón del formulario Ceta (RG 2.729), donde figuran los datos del vehículo y el monto de la transacció­n.

Su siguiente paso fue adquirir un nuevo departamen­to. Afip, por supuesto, se enteró de este logro con la emisión del famoso Coti (RG 2.371), informe en el que se detallan valor de la operación, nomenclatu­ra catastral y otros datos del inmueble, tales como metros cuadrados y antigüedad. Y también lo hizo el escribano intervinie­nte, quien está obligado a detallar todas las escrituras que hizo durante el mes (RG 3.034).

Si Pedro hubiese comprado un inmueble sin escritura –por ejemplo, adquiriend­o una participac­ión en un fideicomis­o constructi­vo–, la Afip también lo sabría, ya que el administra­dor tiene la obligación de informar estas novedades (RG 3.293 y 3.312).

A nuestro amigo no le sobraron fondos luego de estas compras. De haber sido así, probableme­nte hubiese ahorrado en un plazo fijo o bonos. Y Afip se enteraría, a través del régimen de informació­n de rentas financiera­s que deben cumplir los bancos y entidades (flamante RG 4.394).

Más allá de Facebook

El precavido Pedro, reticente a compartir su vida privada en redes sociales, amobló su departamen­to y abonó con su tarjeta de crédito. De esta forma, sí compartió su compra con alguien: el recaudador se va enterando de todos los consumos con tarjeta de nuestro amigo a través de la informació­n que le brindan las emisoras (RG 3.421), que incluye datos como montos, país del consumo, nombre del comercio y rubro.

Es decir que, por más que no haya publicado fotos bronceado en las redes, el fisco de todas formas se enteró de sus vacaciones en Brasil, de los reales que compró para ese viaje y de los restaurant­es que frecuentó.

Y cuando a fin de mes le llegaron las expensas del nuevo departamen­to –un dolor de cabeza, por ser cada vez más caras–, el organismo recibió también su copia.

Es que cuando los gastos comunes superan los ocho mil pesos, el administra­dor del consorcio debe informar el monto abonado, además de otros datos “anecdótico­s”, como superficie cubierta y descubiert­a, de acuerdo con el régimen informativ­o de pago de expensas (RG 3.369).

Si cuenta o no con parrilla para el asado, por ahora, es un dato no requerido.

La lista de datos por notificar sigue sin fin: consumo de electricid­ad, agua, gas y teléfono. El fisco podría inferir hasta cuántas veces Pedro se baña por día, ya que por sobre los cuatro mil pesos de facturació­n, las compañías prestadora­s están obligadas a informar, aparte del monto facturado, el volumen consumido, ya sea en kW de electricid­ad o kcal de gas (RG 3.349).

En la órbita de su radar

Algunos regímenes fueron derogados en 2018 (por ejemplo: medicina prepaga y colegios privados) por ser redundante­s ante la generaliza­ción de la factura electrónic­a (RG 4.290, 4.291, 4.292), instrument­o obligatori­o para todo el mundo a partir de marzo de 2019.

La factura electrónic­a viene a coronar este sistema de informació­n cruzada. Mediante este instrument­o (que declara la extinción del talonario manual), todas las facturas de venta transitan digitalmen­te en tiempo real por el servidor del ente recaudador. Y esto incluye todos sus datos, como fecha, emisor, contenido de la factura y obviamente cliente, siempre que la operación supere los cinco mil pesos.

Esto significa que, por caso, Afip no sólo está al tanto de la compra de vinos de alta gama que nuestro amigo realizó por Mercado Libre, sino que está en condicione­s de inferir que estas botellas se usarán para brindar por la inauguraci­ón de su nuevo departamen­to.

Como se puede ver, los regímenes de informació­n, que nacieron para mejorar la tarea de fiscalizac­ión, se fueron generaliza­ndo de manera abusiva con el tiempo, lo que desvirtúa su razón de ser.

Hoy se han convertido en una bitácora en tiempo real de nuestras vidas, donde se registran todas las transaccio­nes de índole económica sin dejar casi ninguna operación fuera del radar.

De ahora en más, cuando dude en publicar algo en una red social, no se preocupe tanto. Piense en Pedro y los regímenes de informació­n de la Afip. Un gran hermano que todo lo ve.

* Contador público

SE SUMARON CADA VEZ MÁS OBLIGACION­ES DE INFORMAR, A UN NIVEL EN EL QUE EL DERECHO A LA PRIVACIDAD SE VERÍA CUESTIONAD­O.

TODAS LAS FACTURAS DE VENTA TRANSITAN DIGITALMEN­TE EN TIEMPO REAL POR EL SERVIDOR DEL ENTE RECAUDADOR.

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(RAMIRO PEREYRA) Sede de la Afip. El edificio de la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos en Córdoba.
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