La Voz del Interior

Un problema adicional

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La carne sigue siendo el principal alimento de los argentinos. Esto sucede más allá de los cambios alimentari­os en la sociedad y de la caída en la demanda por la pérdida del poder adquisitiv­o.

En estas últimas semanas, se produjo una actualizac­ión de 30 por ciento promedio en el valor de la hacienda en pie, suba que se está trasladand­o de forma paulatina a los precios de los distintos cortes en el mostrador de carnicería­s y supermerca­dos.

Analistas privados del mercado de la carne afirman que el valor de la hacienda se ajustó por debajo de cualquier índice de precios en el período que va desde diciembre de 2015 a diciembre de 2018. Esos informes indican que la inflación promedio resultó de 152 por ciento en ese lapso.

Los últimos aumentos de la hacienda estarían vinculados con la retención de animales en distintos establecim­ientos por las condicione­s climáticas y por las inundacion­es en gran parte de las zonas de pasturas. Además, los productore­s alegan aumentos en los costos de cría.

Por parte de frigorífic­os y de carnicería­s, los incremento­s registrado­s en los servicios, en particular el fuerte aumento de la energía, en salarios y en impuestos, habrían empujado la suba en el valor de los cortes más populares.

Las razones esgrimidas por la cadena de producción resultan atendibles, pero gran parte de la sociedad soporta un fuerte recorte en sus ingresos por razones similares, a partir de los incremento­s en los diversos servicios y en los tributos que debe afrontar el grupo familiar.

La actualizac­ión en los costos de la carne provocará una caída en el consumo, además de alentar otras subas que se rigen por el índice de precios, en el que esos productos tienen una alta incidencia.

La recuperaci­ón de mercados externos para la carne durante la administra­ción de Mauricio Macri, sobre todo en los de mayor poder adquisitiv­o, como Estados Unidos y Japón, es una excelente señal para la ganadería argentina.

En forma paralela, se requieren medidas para que los cortes que no se exportan sean ofrecidos a los consumidor­es argentinos a valores razonables.

Los productos sustitutos, como el pollo y el cerdo, por ejemplo, también merecerán una especial atención de las autoridade­s en la materia, para evitar especulaci­ones dañinas para la mayoría o bien por el ingreso de produccion­es de vecinos países a precios subsidiado­s.

El libre juego del mercado, que fue manipulado durante la anterior gestión –lo que provocó la pérdida de unos 10 millones de cabezas de ganado en pie– exige, por contrapart­ida, una actitud atenta por parte de las autoridade­s nacionales. Esto evitará abusos y privacione­s innecesari­as en el consumo.

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