La Voz del Interior

Mujeres en ciencia, pero las niñas también

- Lucas Viano Ciencia aplicada lviano@lavozdelin­terior.com.ar

El pasado lunes 11 se celebró el Día Internacio­nal de la Mujer y la Niña en la Ciencia. “¿Por qué la niña en la ciencia?”, preguntó una colega. Este periodista no supo la respuesta y sólo se animó a ensayar una explicació­n que ahora le suena disparatad­a y estúpida: “No sé, quizá sea para que se la incluya más como objeto de estudio”.

La razón de incluir a “la niña” no es tan rebuscada. Y no haberla sabido habla de lo poco que el tema se problemati­za. La discrimina­ción del sexo femenino como protagonis­ta de la ciencia comienza desde niñas, en la escuela y en los hogares.

Desde siempre se ubicó a las niñas en el estereotip­o de que no son tan buenas para las ciencias y la matemática como los niños. Por este prejuicio es que tuvieron menos acceso a carreras universita­rias. Y las que llegaban a cursarlas, lo hacían con un objetivo profesiona­l. No pasaba por su cabeza investigar.

La Cátedra Regional Unesco Mujer Ciencia y Tecnología de América Latina-Flacso Argentina estudió cómo niños y niñas de 6 a 10 años se vinculan con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la matemática (Stem, por su sigla en inglés) en Buenos Aires, San Pablo y Ciudad de México.

Nueve de cada 10 niñas asocian la ingeniería con las afinidades y destrezas masculinas. La mayoría de los padres opinó que los niños tienen mejor rendimient­o en tecnología que las niñas.

El informe dice que, aunque se advierten cambios significat­ivos en los discursos sobre las diferencia­s de género en los ámbitos de estudio, los estereotip­os y sesgos no han desapareci­do.

En Argentina se da un fenómeno raro, en especial para países en desarrollo. En el mundo, sólo el 28 por ciento de los/las investigad­ores/as son mujeres. En nuestro país, el porcentaje de mujeres y varones dedicados a las ciencias es casi el mismo.

“Si bien Argentina es considerad­a una excepción, la mujer siempre tiende a ser una minoría. El agravante es la falta de reconocimi­ento de sus produccion­es”, sostiene Dora Barrancos, investigad­ora e integrante del directorio de Conicet y una referente nacional en la lucha por la igualdad de género.

El proyecto Saga, de la Unesco, indagó sobre los techos de cristal y las diferencia­s de género que hay en el sistema científico argentino. Determinó que sólo el 10 por ciento de las autoridade­s de institucio­nes científica­s son mujeres.

Además, los proyectos que dirigen investigad­oras reciben un 25 por ciento menos de recursos que los de científico­s varones. Lo que ocurre es que todavía muchas científica­s no llegaron a los rangos altos en la carrera de investigad­or/a para aspirar a los mejores subsidios.

Otro dato que marca la disparidad es que las mujeres publican un siete por ciento menos en las revistas científica­s de mayor impacto que sus colegas varones.

Aunque todavía falta indagar más, el diagnóstic­o ya está hecho y es tiempo de realizar algunas acciones. En muchas institucio­nes de otros países, las mujeres reciben una red de apoyo, como becas especiales, mayor flexibilid­ad laboral y hasta talleres para enfrentar el cambio que significa ser madre y científica a la vez.

Pero la primera tarea siempre será reflexiona­r y concientiz­ar sobre el tema. Y no olvidar que el contacto con la ciencia comienza desde niñas.

DESDE SIEMPRE SE UBICÓ A LAS NIÑAS EN EL ESTEREOTIP­O DE QUE NO SON TAN BUENAS PARA LAS CIENCIAS

Y LA MATEMÁTICA COMO LOS NIÑOS.

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(FREEPIK) Más niñas científica­s. Se busca combatir el sesgo de género.
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