Talleres, Chile y un homenaje a sus pioneros
Era orgulloso de su proficua obra literaria, pero le gustaba más presumir acerca de su longevidad. Juan Filloy sacaba “chapa” con aquello de ser escritor “de tres siglos”. Había nacido en 1894, transitó de punta a punta la centuria del 1900 y apagó sus días el 15 de julio de 2000, a los 105 años, con una lucidez mental intacta.
Apenas unos meses antes de su fallecimiento, quien escribe tuvo ocasión de entrevistarlo por última vez. En medio de una charla amena y plagada de recuerdos, la conversación derivó a su relación con Talleres y la alegría reciente por el título de la Conmebol ‘99.
–Don Juan, algunos sostienen que usted fue uno de los fundadores de Talleres. ¿Es así?
–Sería muy pretencioso decir eso. Talleres se fundó en la Biblioteca Popular Vélez Sársfield, en barrio General, donde yo me convertí en bibliotecario con sólo 11 años. No participé activamente de esas reuniones, pero estuve allí por ser amigo de varios de los jugadores de origen criollo. Después integré comisiones directivas durante casi 10 años y el club me designó presidente de la delegación que realizó el primer viaje del club fuera del país: a Chile, en 1923.
A sólo cuatro años del centenario de su desembarco internacional, Talleres volverá ahora a cruzar Los Andes para recorrer el camino de aquellos pioneros , cuando el club de barrio Jardín recién comenzaba a descubrir otras canchas, amén del precario “campo de deportes” que poseía detrás de los talleres del ferrocarril Central Córdoba, en el actual barrio Pueyrredón.
Una excursión con legado
Aquella primera incursión por suelo trasandino dejó, además de la cosecha de buenos resultados (tres victorias y una derrota ante cuadros de Santiago y Valparaíso), un legado que recogió la actual comisión directiva para trasladarlo a su camiseta alternativa: el escudo antiguo del club, diseñado artísticamente sobre metal en la tapa del álbum con que Filloy –también eximio caricaturista y dibujante– retribuyó a la institución su nombramiento. Hoy, y gracias a la conciencia histórica de las autoridades albiazules, la pieza se exhibe en el Museo Provincial del Deporte del estadio Kempes.
El grabado, con la tres letras entrelazadas formando la abreviatura CAT, fue el antecesor del actual logo del club, cuyos primeros esbozos también se muestran en el álbum que el literato le dejó a la institución tras regresar de Chile. En honor a aquella gira que fue el trampolín para proyectarlo fronteras afuera, la nueva indumentaria lo luce en el lado del corazón.
Ahora, con Palestino en la mira, Talleres pisará canchas chilenas por quinta vez, tras las visitas de 1923, 1981, 1999 (ante Deportes Concepción, por la Copa Conmebol) y la más reciente de 2017 (amistoso contra Everton 1-1, en Viña del Mar). En la misma tierra en que inició su campaña foránea hace 96 años, la “T” va ahora con su marca grabada en el pecho en busca de un nuevo despegue internacional.