Jubilación: la edad de la incertidumbre
Más allá de tanta ilusión de trascendencia que nos desvela entre la confusión del anonimato, e incluso de la vanidad de la historia como cielo de una perpetuidad posible con nombre y apellido, el mayor logro de la vida acaso sea, justamente, vivir.
Compartimos con el resto de las especies la alerta constante de los instintos para resistir a la muerte, aunque los humanos, montados en nuestra gran aventura del conocimiento, la cultura y la tecnología, hemos conseguido ampliar la frontera temporal de la vida: estamos cada vez más cerca de durar un siglo.
Este contundente dato es quizá la mayor prueba del éxito evolutivo de la especie, al que de algún modo van a confluir casi todas las demás conquistas. Claro, la superpoblación subrayada por la longevidad plantea su propio desafío a la inteligencia.
Entretanto, aparecen reacciones de tono apocalíptico. “Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía mundial”. El diagnóstico recurrente es de Christine Lagarde, la presidenta del Fondo Monetario Internacional.
A partir de esa idea, el ente rector del capitalismo financiero y del orden neoliberal prescribe prolongar la edad laboral de las personas y disminuir los montos de las jubilaciones, entre otras cosas. Argentina, adscripta a su voluntad, se prepara a cumplir.
Es una cuestión de números: los aportes de los activos no alcanzan para sostener a los pasivos. Y los números son neutros, sí, pero no las manos de quienes los dibujan. Que en estos casos las dificultades se resuelvan siempre con más adversidad para los más débiles es el efecto de un envase ideológico que reviste el interés de los fuertes: menos el derecho de acumulación de riqueza de unos pocos, todo es revisable.
Reparemos en otros números, que tal vez sugieren respuestas que no se quieren mirar. Según el Credit Suisse Research Institute, la riqueza mundial aumentó un 4,6 por ciento en 2018; en otro estudio, de 2017, señaló que en una década el incremento había sido del 27 por ciento.
Mientras tanto, la organización caritativa británica Oxfam aseguró que el 82 por ciento del dinero que se generó en el mundo en 2017 fue a parar al uno por ciento más rico de la población global. Y por semejante desigualdad responsabilizó a “la evasión de impuestos, a la influencia de las empresas en la política, a la erosión de los derechos de los trabajadores y al recorte de gastos” (BBC News, enero de 2018).
Cada año vivido es una medalla, pero la vejez se vuelve un terreno cenagoso cuando los recursos para sobrevivir son dramáticos.
Y la edad de la angustia y de la incertidumbre no es sólo para quienes se encaminan al tiempo de la jubilación sin saber cuándo ni cuánto, sino también para los jóvenes que afrontan un horizonte laboral cada vez más estrecho y, pronto, más ocupado por adultos que demoran su retirada.