La Voz del Interior

Fabricante de “hits”

Pedro Capó cuenta su fórmula para componer éxitos.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Pedro Capó llega a la Redacción con la guitarra, muy en el plan “cantautor que tiene que hacerse de abajo”.

Y en alguna medida en eso está, por más que la visita se ampare en una gira promociona­l de la canción Calma, cuyo remix con participac­ión de Farruko lleva hasta el momento 238 millones de

streams en Spotify y 588 millones de vistas en YouTube en su versión clip.

Es que este puertorriq­ueño de

30 y pico tiene que armarse una historia, acercar un contexto que explique cómo llegó al que fue, sin lugar a dudas, el hit del verano. O a la canción que combina reggae con los sonidos urbanos de Farruko para musicaliza­r una “carta de amor” a la isla en la que nació.

“El vídeo musical es una invitación a desconecta­rse, una solicitud a escapar. El sol, el Caribe y sus playas son el antídoto de la desolación”, dijo Billboard en su momento.

Un punto de vista que Pedro Capó refuerza delante del grabador. “En el estudio fuimos tres caribeños (George Noriega, Rec

808 y yo) tratando de imponer una estampa muy común entre nosotros, que es la de ir a la playa y disfrutar de las bendicione­s de la vida a la que todos tenemos acceso libre de costo. En nuestro caso es la playa, así como en el de otros la montaña, el bosque o el parque... Siempre con una buena plática. De ahí nace”, explica este fan asumido del rock & pop argentino que, ayer nomás, brilló como shadowmake­r (compositor en las sombras) de Ricky Martin y como buen compañero de Thalía y Kany García a la hora de contrapunt­os de género en el pop latino.

“No me imaginaba que Calma pudiera funcionar a este nivel –confiesa–. No tengo una fórmula y no creo que exista una. Si así fuera, estaríamos todos engan- chados con un tema nuevo a cada segundo. A Calma lo hicimos sin la necesidad de buscar un sencillo; un éxito mundial, mucho menos. Lo escribimos pensando en una idea de bienestar”.

“Yo iba a la playa los domingos con mi madre para crear un paréntesis a la locura, al ajetreo. Buscábamos disfrutar de lo que teníamos mano. Por eso digo ‘cierra la pantalla y abre la medalla’. La pantalla es la del móvil, y la medalla es la tapa de la cerveza. Sobre este verso me dijeron ‘guau, qué profundo’. Y yo, ‘no, que no es otra cosa que abrir una cerveza’”, añade entre risas.

Legado

Como músico, Pedro Capó continúa el legado de su abuelo Bobby Capó, quien compuso el clásico Piel canela, populariza­da por Eydie Gormé y el Trío Los Panchos, y recreada en tiempo presente por Natalia Lafourcade.

Pedro mantiene la resonancia de su apellido de manera incuestion­able, ya que ganó un Grammy latino y tiene probada experienci­a en el circuito de musicales de Nueva York.

Además, entre sus bombazos para Ricky Martin y su reciente pegada, se ha convertido en referente pop de una generación de artistas puertorriq­ueños que no paran de tomar por asalto a los charts.

Tal cual, Pedro Capó se abre camino entre su amigo Ricky Martin, Luis Fonsi, Bad Bunny.

“Es bien bonito que una canción sobre las buenas cosas esté conectando en esta dimensión. No cualquiera puede tener un Ferrari pero sí disfrutar un día bonito. Había un espacio para una canción así, evidenteme­nte. Farruko es otro factor fuerte. Primero, su contribuci­ón artística, que refresca el original, le da una onda muy al tiempo que corre. Y el empuje de sus plataforma­s, que lleva trabajando desde hace años, ni hablar. Esta canción nació en tres horas, tres horas y media. Fue muy visceral. Se plasmó con honestidad e ingenuidad”, completa.

–¿Por qué creés que San Juan de Puerto Rico es una meca para el pop hispano global del último tiempo?

–Soy de San Juan de Puerto Rico, estuve allí hasta los 20 años. Luego de 10 en Nueva York, estuve cinco años más, y ahora me volví a ir para establecer­me en Miami. Supongo que todo tiene que ver con nuestras raíces, la convergenc­ia de lo africano con lo español, con nuestra relación política con Estados Unidos. De los millones que se fueron a Nueva York, muchos volvieron con influencia­s artísticas de todo tipo. Nuestra posición geográfica también suma, recibimos cosas de México, de Jamaica... Puerto Rico es un país muy, pero muy, musical. Y tal como sucede en el boxeo y en el baloncesto, en las barriadas tratan de emular a sus ídolos de la música. No sé, debe haber algún ingredient­e especial en las habichuela­s. ¡¡¡Sale mucho talento de nuestra islita!!!

–¿El éxito de “Calma” te reforzó como creador por su propio nombre en detrimento del preciso creador en las sombras?

–Siempre he estado en el camino como intérprete. Esta es la primera oportunida­d que se me da de hacerlo en grande, pero siempre estuve en esa pelea. Llevo 20 años sacando produccion­es. En Puerto Rico ha funcionado, en México alguna que otra cosa. Siempre he sido parte de esas conversaci­ones en la música pop. Nunca me había tocado vivirlo en mi propia piel a esta escala. Como sea, disfruto el espacio de escritura para otros colegas.

–¿Es muy difícil componer para terceros? ¿O acaso componés para vos y luego decidís entregar la canción?

–Cuando es para Ricky, se diseña algo para él, de alguna manera. Pero aun así, la canción tiene que resonar en quien la crea. Tienes que encontrar la verdad dentro de ti. Eso conecta con todo, ahí está la magia. Si hay trucos en la canción son esos: buscar denominado­res comunes a toda la humanidad en lo que respecta a la emoción. Pero sí, a veces, se impone un poco de diseño. A La mordidita la hice con toda la picardía pensando que la cantaría Ricky.

Disparo al corazón era para mí pero terminó quedando para él. Entiendo al mundo de Ricky porque crecí escuchándo­lo.

–¿Cómo fue tu vida en Nueva York?

–Intensa. Siempre digo que Nueva York fue mi escuela, mi formación. Ahí encontré mi sonido. Me tocó actuar en cuanto bar

A CALMA LO HICIMOS SIN LA NECESIDAD DE BUSCAR UN SENCILLO. LO ESCRIBIMOS PENSANDO EN UNA IDEA DE BIENESTAR.

EL GÉNERO URBANO SE ESTÁ VOLVIENDO POP. SIENTO QUE SE DESTILÓ HACIA ALGO DE MAYOR SENSIBILID­AD SOCIAL.

había, a veces por dinero; otras, por cerveza y comida. Y allí fue que se me puso la piel dura, porque esta industria es hermosa pero también es muy fuerte en cuanto a demandas. Tuve la oportunida­d de compartir jams con muchísimos músicos del mundo. Tuve que luchar. Llegué a estar cinco meses sin pagar la renta. La cosa se ponía difícil pero terminé a puro empuje. Ahí empiezo a hacer teatro musical. Siempre digo que la música y la actuación tienen una relación simbiótica. La actuación apoya a la música porque le da proyección escénica al que la hace. Y la música apoya a la actuación porque esta necesita del ritmo y del histrionis­mo que provee una buena canción.

–¿Para el vivo sos más de banda o de respaldo electrónic­o?

–Siempre he sido de banda. A

Calma la he interpreta­do en su versión original. De todos modos, podría interpreta­r la versión remix, porque podría hacer sin problemas la parte de Farruko. He rapeado en canciones mías. Lo ideal sería contar con Farruko, a quien no conocía antes de la canción.

–¿Cómo surgió el vínculo con él?

–De la manera más loca y fluida de la vida: yo había sacado el original y puse un post en el que le daba gracias a los fans porque a la canción le iba bien. Y Farruko comenta “Felicidade­s”. Luego, voy al mensaje directo a darle las gracias. Y a la semana me dice: “Oye, hagamos un dueto”. Todo pasó en Instagram, la red social de los últimos milagros del pop.

–Días atrás se lo pregunté a Luis Fonsi y ahora te toca a vos. ¿Qué opinión te merece el sexismo y la misoginia del llamado género urbano?

–No estoy de acuerdo con que se insulte a la mujer ni con que se hable de violencia. Especialme­nte cuando la mayoría de los intérprete­s no vive todo eso que relatan. Entiendo que venga un beneficio comercial porque es fácil tentar a los jovencitos con ilusiones de grandeza y poder. También entiendo que muchos de los géneros pasan ciertas etapas de crecimient­o, como el punk en el Reino Unido, el rap en Estados Unidos. Primero es sexo, violencia y droga, pero luego todo se depura o cambia el foco. El género urbano se está volviendo pop. Se fusiona más, agarra más el romance. No lo justifico, pero siento que veo una evolución en algo que empezó como una vibración

undergroun­d. Se destiló y va hacia algo de mayor sensibilid­ad social.

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(GENTILEZA SONY MUSIC)
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(FACEBOOK PEDRO CAPÓ) Alto dúo. Farruko y Pedro Capó se piropearon por Instagram, la red social de los nuevos milagros del pop.

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