La Voz del Interior

La acción y la contemplac­ión

- Alejandro Mareco amareco@lavozdelin­terior.com.ar

“Lo importante es cambiar el mundo. Es posible y necesario hacerlo”. Este Ernesto Cardenal, que desde su inconmensu­rable edad de 94 años aún pelea por la luz y cuyo corazón religioso acaba de recibir el bálsamo del perdón del papa Francisco, ha tenido esta frase como el gran asunto de su vida. Ya sea como poeta, como sacerdote o como revolucion­ario.

Se la escuchó decir en enero de 2011 al amparo del cielo cordobés. Aquella noche en el encuentro de Poetas de Cosquín había un Ernesto Cardenal en dos planos: el hombre de la leyenda que hablaba en la imagen proyectada del documental Solentinam­e, dirigido por Modesto López (argentino, residente en México), y el hombre de carne y hueso que, sentado, se miraba y se oía a sí mismo.

En ambos casos portaba camisa y barba blanca, y esa boina negra que es parte de su encarnadur­a. Pocas veces se lo ha visto sin ella; fue la que se quitó segundos antes de recibir el reto de Juan Pablo II, en marzo de 1983, en Managua. Sin boina y de rodillas, parecía un blanco frágil.

Pero la potencia de su voz y la fortaleza de su espíritu lo convirtier­on en una sustancia que recorrió el continente y más allá. Su palabra estaba unida a la acción, como pocas veces sucede con tanta intensidad.

Pero más allá de su condición de rebelde, de ministro de la revolución sandinista, de sus intentos en la escultura, es sobre todo un poeta.

Polvo de estrellas

“Mi primer recuerdo es ser poeta”, decía su propia definición vital. Sus obras resonaron en el mundo, algunas con especial eco: Epigramas, Oración por Marilyn Monroe, Hora 0, Salmos, Cántico Cósmico... Y entre tantos poemas, hubo uno que en un momento corrió en un reguero de pósters y señaladore­s: Al perderte (“Al perderte yo a ti/ tú y yo hemos perdido)”.

Entre tantas distincion­es que recibió, algunas fueron: el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoameri­cana (2012), el Premio Iberoameri­cano de Poesía Pablo Neruda (2009) y el Premio a la Paz del Comercio Librero Alemán.

“La contemplac­ión y la acción”, dice de él Jorge Boccanera, también poeta y uno de sus amigos argentinos.

Pues así como Ernesto Cardenal echó sus versos al fuego de una revolución, también ha mirado hacia el cielo y más lejos aún: “¿Qué hay en una estrella?/ Nosotros mismos./ Todos los elementos de nuestro cuerpo y del planeta/ estuvieron en las entrañas de una estrella./ Somos polvo de estrellas”.

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