La Voz del Interior

Sobre gatos, aviones y nazis

Agustina Triquell y Manuel Fernández presentan el primer episodio de “El hombre que amaba a los gatos”. Una historia de “ciencia y ficción” que se remonta a la Córdoba de 1940 y a los pilotos nazis.

- Verónica Molas vmolas@lavozdelin­terior.com.ar

Sembraron la intriga al presentar la muestra “El hombre que amaba a los gatos“, como “el primer episodio de una historia de aviones, gatos, (posibles) espías, energía atómica en botellas de leche, equívocos, genios y dudas”. Una historia, agregaban, en la que existen los rayos delta, los cascos para pensar y, sobre todas las cosas, la racionalid­ad científica: “Una historia de ciencia y de ficción. O de ciencia ficción. Un fracaso que posibilitó algo inimaginab­le”. Tratándose de los artistas Agustina Triquell y Manuel Fernández, la fotografía estaba involucrad­a. El lugar: la Academia Nacional de Ciencias (Vélez Sársfield 249).

En palabras como episodios, ciencia y ficción, o ciencia ficción resuena una trama misteriosa, posibles pistas. Un desplazami­ento hacia el relato que aunque plagado de zonas inciertas permite asomarse a ciertos hechos que sucedieron o podrían haber sucedido. ¿Un guiño a la historia? ¿O fragmentos de historias que quedan en la sombra, como la de los pilotos nazis que trabajaron en Córdoba en la década de 1940, posterior a la Segunda Guerra Mundial? ¿Habrá que hurgar entre las imágenes y un texto que acompaña?

“Se trata justamente de alejarse de la definición de verdades”, señala la dupla, y toma este hecho histórico (la llegada de los pilotos alemanes a Córdoba) para pensar versiones, “todas válidas en tanto relatos, sobre un cruce que a ambos nos interesa: la relación entre la ciencia y la ciencia ficción, entre la historia como verdad y las historias como diseminaci­ones posibles”.

“Cómo fueron las cosas nos interesa bastante menos que cómo podrían haber sido o mejor aún: cómo las personas imaginan, creen o sospechan que fueron”, declaran Agustina y Manuel. Les interesó especialme­nte la idea de “episodio”, pensando en la estructura de las trilogías o las películas que se encadenan unas a otras: “Tienen su lógica hacia adentro de cada una pero también responden a un relato mayor, que las contiene y relaciona”. Además, sostienen, “es una manera también de compromete­r a quién mira a hacer un trabajo”. Lo que pretenden es un “espectador detective, que haga el trabajo de unir pistas y sacar sus propias conclusion­es, todas posibles e igual de válidas”.

La imagen como verdad ¿Entonces qué lugar tiene la imagen, la fotografía, en el entramado del relato? “Usamos el peso de la fotografía como discurso de verdad, y asociado a eso, para pensar posibles historias dentro de una historia más grande”.

Otra idea importante del trabajo de Triquell y Fernández era activar la muestra en su contexto: “En el mismo edificio de la Academia de Ciencias, de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, las imágenes proponen otros cruces. Este episodio es el episodio cordobés de esta historia, sucedió en esta ciudad y por eso decidimos exhibirlo en este espacio”.

El texto, en las manos de quien recorre la sala, funciona como un mapa de pistas e indicios para interpreta­r las imágenes, advierten. A la vez que aclaran que el texto no explica la muestra, sino que “más bien se propone como una hoja de ruta para que cada quién, libremente, encare el recorrido. Y que se lo pueda llevar, para seguir rastreando, queriendo saber más”.

Esa búsqueda suele ser lo que inmediatam­ente hace quien visita la muestra, descubrien­do la huella de los protagonis­tas de la historia y quienes la cuentan: “Lo primero que nos contaron fue que había venido por el gato, que no podía entrar a Estados Unidos con él. Que llegaba por recomendac­ión de Kurt Tank, que estaba en Córdoba desarrolla­ndo el Pulqui”. Ingresar por esa vía, la de Kurt Tank (“un notable ingeniero aeronáutic­o y piloto de pruebas alemán” se lee en Internet) es lanzarse por rutas de informació­n inquietant­es.

Más si se vuelve al texto de la muestra y lee: “Ya en Bariloche, Carlos nos contó que ellos se habían encontrado en París, pero después nos enteramos de que el encuentro había sucedido en Londres. Eran las ciudades de la postguerra, donde estos cruces eran frecuentes, donde cada quién estaba buscando definir el próximo movimiento, el lugar donde establecer­se. Arturo, desde su casa del lago, nos contó que lo que le había interesado a Tank era la posibilida­d de propulsión de aviones con energía atómica (cuando nos lo dijeron, pensamos en el DeLorean)”. Y por si quedan dudas, se aclara a pie de página sobre el DeLorean: “La nave de la película Volver al futuro, cuya propulsión tenía estas caracterís­ticas”.

La aparición en este texto de palabras como accidente, incendio, o un “lugar ultra secreto” alimentan la intrigante trama, sobre todo cuando se revela algo con certeza. “Como sea y por lo que sea, lo que sí sabemos es que el episodio Córdoba duró poco más de cuatro meses, a comienzos de 1949”.

Esto recién empieza. Se trata del primer episodio, han adelantado los artistas. ¿Buscan una particular forma de relato a través de las imágenes? “Cada artista tiene sus mecanismos y procedimie­ntos para traducir en sala un pensamient­o estético, que puede o no ser narrativo”. Revelan que es la primera vez que trabajan colaborati­vamente, llevados por “la fascinació­n compartida por esta historia”.

“El desafío aquí fue construir imágenes para este universo que nos interesaba contar”, afirman, tomando “dispositiv­os propios de los discursos museográfi­cos de ciencias que pusimos en relación con fotografía­s contemporá­neas”. En este plan, pusieron en diálogo la fotografía documental, la de paisaje y otros géneros.

“Resulta difícil pensar la fotografía contemporá­nea desde una distinción en géneros”, observan, desde el momento en que “los géneros son una manera de definir la dimensión técnica del hacer fotográfic­o, de la misma manera que la cámara digital propone diferentes algoritmos para resolver lo que tiene enfrente: paisaje, retrato, fotografía deportiva o nocturna, por ejemplo”.

“Sí nos interesa la condición documental de lo fotográfic­o en tanto contrato de lectura: cuando vemos una fotografía la asociamos a un discurso de verdad, de documento. Justamente esta condición, en esta obra, nos permite jugarla a nuestro favor para construir imágenes que parecen verdaderas pero se ajustan y desajustan a múltiples verdades.

Las imágenes abren más y más preguntas. “El hombre que amaba los gatos” continuará. Otros proyectos de los artistas los vuelven a reunir por estos días en una de las salas del Museo Caraffa, en la muestra del premio Aamec.

 ??  ?? Primer episodio. La historia de “El hombre que amaba los gatos” será el comienzo de una serie de muestras relacionad­as.
Primer episodio. La historia de “El hombre que amaba los gatos” será el comienzo de una serie de muestras relacionad­as.
 ??  ?? Una ficción realista. ¿Restos del accidente? Una posible pista que da la muestra de Triquell y Fernández.
Una ficción realista. ¿Restos del accidente? Una posible pista que da la muestra de Triquell y Fernández.
 ??  ?? La imagen como documento. A los artistas les interesa explorar la condición de veracidad que hay en torno a la fotografía documental.
La imagen como documento. A los artistas les interesa explorar la condición de veracidad que hay en torno a la fotografía documental.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina