La Voz del Interior

Cuando Brasil fue China

- Gustavo Scarpetta*

Brasil creció, entre 1950 y 1980, como lo haría China años después. Brasil creció a “tasas chinas” durante 30 años, y luego se estancó.

“Entre 1950 y 1980, el producto interno bruto (PIB) se expandió

8% anual y el ingreso per capita creció 6,5% por año”, afirma el analista internacio­nal Jorge Castro sobre Brasil.

Luego de ese período dorado, la economía brasileña no creció en los siguientes 25 años y se convertirí­a en un caso de estudio.

China exporta 2,263 billones de dólares, contra 217 mil millones de Brasil. En 1970, Brasil vendía al mundo más que China.

La década de los superpreci­os de las materias primas que impulsó China fue un buen momento para Brasil, ya que hizo crecer su comercio internacio­nal y benefició a toda América latina. Los famosos términos de intercambi­o que tanto debilitan a la región subieron hasta un 40%.

Pero nada es permanente, el escenario cambió, la gran demanda china disminuyó y los “superpreci­os” se fueron como llegaron, dejando a América latina envuelta en sus problemas y debilidade­s de siempre.

Una debilidad recurrente de los países de Sudamérica es el déficit fiscal. En palabras más simples: gastar mucho más que lo que se ingresa por impuestos.

La solución para ese déficit puede ser: imprimir dinero para solventar los gastos y generar inflación; endeudarse con el exterior; acomodar ingresos y gastos.

La inestabili­dad económica debilitó el comportami­ento exportador de la región y dificulta la mejora de la competitiv­idad.

Industria que no exporta

La diferencia tal vez más fuerte en el perfil de China y Brasil es que mientras los asiáticos se preparaban para comerciar con el mundo, Brasil se cerraba. Es hoy una de las economías más cerradas del globo, si se compara su producción con su comercio internacio­nal. Este proceso tuvo varias etapas, en las cuales, pese a ser un líder regional, apostó poco al crecimient­o de la integració­n.

En 1960, con el primer acuerdo de integració­n latinoamer­icano denominado Asociación Latinoamer­icana de Libre Comercio (Alalc), Brasil, Argentina y México debieron asumir un papel de impulsores que no pudieron o no quisieron. El resultado fue que en 1968, un grupo de países se aislaba para conformar el Pacto Andino, al no obtener un trato preferenci­al de parte de los socios más avanzados.

El relanzamie­nto de la integració­n en 1980, a través de la Asociación Latinoamer­icana de Integració­n (Aladi), que buscaba conformar una zona de libre comercio regional, hubiera sido una plataforma esencial para estar preparados para el escenario futuro. Los años 1990 llegaron con más apertura, más comercio en el mundo, y el siglo 21 nos encontrarí­a en otras condicione­s.

La integració­n propuesta por Aladi aún no se configuró. Los problemas internos de los países le quitaron prioridad al proceso de integració­n. El resultado fue una industria encerrada en sus privilegio­s, y políticas de Estado con poco impulso a la exportació­n.

El Mercosur llegó en un momento justo. El mundo caminaba hacia una apertura económica. El bloque regional nacido en 1991 logró multiplica­r el comercio entre los socios, pero ante la primera crisis económica, su comportami­ento fue el de una tortuga encerrándo­se en su caparazón. Luego de 1997, “efecto caipiriña” y crisis asiática mediante, el Mercosur perdió dinamismo y cayó su participac­ión en el comercio mundial.

Por las crisis recurrente­s, ningún país pudo tomar el papel de líder regional. Argentina, implicado siempre en sus ciclos de déficit-inflación-recesión-devaluació­n. Brasil, en su idea de ser una economía tan grande que puede permanecer cerrada al mundo. El resultado de esa política es que exporta la mitad que México, menos que Australia e igual que Vietnam.

Las buenas

Como dice Jorge Castro, Brasil es el tercer país del mundo en atracción de inversión extranjera directa, tiene un superávit comercial de 60 mil millones de dólares, como el tamaño de todas nuestras exportacio­nes.

Además, para envidia de los argentinos, unas reservas de 380 mil millones de dólares.

La industria brasileña necesita de Argentina porque es su principal comprador. Los aviones brasileños son los únicos productos con fuerte mercado fuera de la región, pero todo lo demás que produce la industria es vendido en América latina.

La mitad de lo que exporta Brasil es poroto de soja, petróleo, hierro, madera, café y azúcar.

Todos los automóvile­s y autopartes significar­on 12.600 millones de dólares; máquinas y aparatos, 14.700; y barcos, 5.700

(2018). Representa menos del 14% del total exportado por ese país.

Durante la etapa de los superpreci­os, las exportacio­nes de Brasil tuvieron una primarizac­ión y una caída relativa de la importanci­a de las ventas de bienes industrial­es, y este proceso fue similar en la mayoría de los países de la región.

Brasil volvió a crecer en 2018 y los pronóstico­s son que también crecerá en el bienio 2019-2020. Todo crecimient­o de Brasil mejora a la Argentina y a la región. La posibilida­d de que vuelvan tasas similares al período

1950-1980 dependerá de múltiples factores, aunque parece difícil en el mediano plazo. Lo interesant­e es que si Brasil logra crecer por un período extenso, toda América latina se beneficiar­á.

* Docente UNC y UCC

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(PRENSA RENAULT) Automóvile­s. Una de las industrias fuertes de Brasil.
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