La Voz del Interior

Sin cloacas, no hay posibilida­des de sanearlo

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La presencia de materia orgánica, principalm­ente por la falta de cloacas en la cuenca, es la causa de la proliferac­ión de cianobacte­rias y de algas que dan esa coloración al dique San Roque, además de malos olores.

Este proceso se llama eutrofizac­ión y ya es el estado natural del San Roque. El problema es que en verano, e incluso hasta mayo, el dique emblema de Córdoba alcanza una hipereutro­fización.

“El incremento de nutrientes provenient­es de vertidos de efluentes cloacales sin tratar o con escaso tratamient­o, el aporte de suelo con contenido de plaguicida­s, fertilizan­tes y las cenizas provenient­es de incendios, junto con las altas temperatur­as, favorecen el desarrollo de las cianobacte­rias”, explicó Claudia Daga, docente e investigad­ora de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC).

El Centro de la Región Semiárida del Instituto Nacional del Agua (Cirsa-INA) realiza un monitoreo mensual de la salud del San Roque. El último informe, realizado el 29 de enero pasado, indica que su situación es “crítica”.

“La transparen­cia del agua está por debajo de la media en la mayor parte del embalse producto de la floración de cianobacte­rias y en desembocad­uras por crecidas de los ríos”, concluye el trabajo.

Y señala que el lago tampoco está en condicione­s de poder reponer los niveles de oxígeno, por lo que es probable que ocurran eventos de mortandad de peces. En enero de 2018 también estuvo en estado crítico.

De los últimos 13 meses monitoread­os, sólo alcanzó un estado “normal” de mayo a septiembre. En el resto de los meses, la salud del lago fue categoriza­da como “regular” o “crítica”.

Daga detectó la presencia de microorgan­ismos potencialm­ente peligrosos para la salud. Entre ellas, la más preocupant­e es Microcysti­s aeruginosa, que es la que causa los colores verdeazula­dos y el mal olor en el lago San Roque. Pero además es toxigénica para el ser humano.

La experta aclaró que las plantas potabiliza­doras están equipadas para filtrar esta contaminac­ión, pero que el problema sanitario más grave se da con las poblacione­s que aún consumen agua en forma directa (sin potabiliza­r) del dique. También advirtió que bañarse en esas aguas puede provocar dermatitis.

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