La Voz del Interior

Cuando Talleres es uno solo

- Hugo García Pase al gol hgarcia@lavozdelin­terior.com.ar

Talleres se situó a dos partidos de cruzar a la Fase de Grupos, un objetivo deportivo, institucio­nal y económico. Bah... en todo sentido. Pero, más allá de si cruza a la Fase de Grupos o se queda ahí, el árbol no debe taparle el bosque. No se debe confundir y perder de vista que el Mundo Talleres se levantó desde el fondo en el que estaba tirado sí y sólo sí por el esfuerzo de todos sus habitantes. Porque cada uno dio su mejor versión y si tuvo que dejarla de lado fue por una idea superadora, no por el mero hecho de imponerla desde el lugar que cada uno ocupaba. Todos tuvieron que aprender de los errores cometidos y tomar distancia. Para que el club se reinventar­a, hubo que empezar a mirarse uno mismo para poder criticar al otro.

Veamos a los dirigentes. Para que Andrés Fassi pudiera llegar al club y lograr la credibilid­ad de los inversioni­stas tuvo que ser mejor que los administra­dores anteriores. Había que demostrarl­o. Quedó cerca del Talleres de Carlos Dossetti que logró subir a Primera y que fue protagonis­ta a nivel internacio­nal, pero se alejó del caos económico que condujo a la quiebra. Sabía que necesitaba una fuerte inversión como el Fondo de Inversión que habían formado los notables, pero con un conocimien­to mayor de la actividad futbolísti­ca del país. Era una autoridad con el Pachuca, pero, como arrancaba de cero y en el Federal A, el camino más corto fue la estructura y unos pocos nombres que fueran garantía. Kudelka y Guiñazú, por caso. Necesitaba otros socios igual o más importante­s que él. Para la victoria o la derrota, o lo que fuera. Los triunfos llegaron, pero no fueron solamente de Fassi, sino de una política que aprovechó lo mejor de cada una de las administra­ciones y corrigió los errores anteriores.

Los cuerpos técnicos también dieron lo mejor. Kudelka le dio identidad a un equipo más allá de los recursos que Fassi le dio. Más allá de si estuvo de acuerdo o no, lo logró cuando Talleres más lo necesitaba. En su vuelta a Primera, tras 12 años. Tan bueno fue que logró potenciar a muchos de sus valores para que se lograran las ventas que se necesitan como el agua para poder abrir el club todos los días desde hace casi cinco años. Y sin los que se fueron llegó a ser internacio­nal y segundo por un rato en Superliga.

Vojvoda aceptó el reto de jugar cuatro torneos con menos recursos que a quien reemplazó. Tenía al “Cholo”, a Gandolfi y a un equipo muy joven para todo. Ahí anda dando pelea, pero jamás perdió tiempo en ventilar su problemáti­ca. No lo hizo antes, ni ahora que dejó en el camino al poderoso São Paulo. Simplement­e demostró que, con la llegada de dos delanteros como Palacios y Moreno, Talleres podía cambiar.

Los jugadores se ayudaron. La mayoría lo hizo. Fijarse lo que ocurre con Herrera y Caranta. El ex-Instituto volvió a jugar en Superliga y a Guido lo potenció puertas adentro y en concentrac­iones para que fuera crack. Fue profesiona­l. Como Gandolfi, que siendo líder aceptó salir del equipo sin problemas porque Komar estaba mejor. Y cuando volvió, tuvo una correcta tarea. Y finalmente, ¿no se ve más generoso a Palacios?

Y finalmente, la gente. Acompañó en el Federal A. Cuando más lo necesitaba y no tenía identidad y muy pocos referentes. Ahora que tiene eso y mucho más volverá a poblar el Kempes. Fassi sabe de la fidelidad de la gente y entendió que encarecer los precios de las entradas y haber ofrecido un equipo joven para el inicio de la temporada hicieron que la gente no se entusiasma­ra. Y eso se tradujo en la boletería.

Como fuera, se habla de un Talleres unido. Con tirar la bronca por lo que hace uno y deja de hacer el otro, no se come. “Juntos lo haremos todo. Separados, nada”, supo decir el mejor Amadeo Nuccetelli, presidente histórico de la “T”. Tal cual.

“JUNTOS LO HAREMOS TODO. SEPARADOS, NADA”, SUPO DECIR AMADEO NUCCETELLI, PRESIDENTE HISTÓRICO DE LA “T”.

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