La Voz del Interior

El amigo de Luis Miguel

Mateyko cuenta detalles de su relación con “el Rey”.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Juan Alberto Mateyko, hoy figura de Radio Mitre Córdoba, entrevistó por primera vez a Luis Miguel en 1983, cuando el divo romántico era una estrella teen con una trayectori­a respetable que ya daba cuenta de un tercer disco (Decídete, publicado por EMI).

“La hice en ATC, tal como se conocía al viejo Canal 7 (hoy TV Pública). Yo había ocupado el lugar de Larrea en El show de la vida... Me encantaba el programa y acepté el desafío de conducirlo cuando Héctor decidió parar. Pasaron muchos por ese programa. Entre ellos, Luis Miguel. Él no podía caminar por Mar del Plata, porque despertaba histeria, desesperac­ión y locura. Por entonces, se presentaba en el (hotel) Hermitage, en el mismo salón en el que lo hacían Sandro, Sergio Denis, Estela Raval”, recuerda Mateyko sobre su primera aproximaci­ón al mundo del cantante mejicano.

O a una geografía en la que se confundier­on éxito con dolor, funk blanco con boleros, sonrisas escénicas con misterio.

En aquel 1983, Luis Miguel aún estaba controlado por su padre Luisito Rey, un déspota celoso que construía muros para que su pequeño diamante no se rozara con la rugosidad de la vida real.

Aun así, no pudo evitar que Luismi se hiciera amigo del mendocino “Polo” Martínez, quien recibió de primera mano las sórdidas historias que el tutor protagoniz­aba. Drogas, alcohol, mujeres... Todo lo que se pudo ver en la bioserie de Netflix.

Con ese cerco, Mateyko no pudo, ni quiso, establecer una relación especial con el cantante boricua nacionaliz­ado mejicano. Pero el tiempo y las circunstan­cias lo convirtier­on en un amigo entrañable.

“No lo conocí a Luis Rey, sinceramen­te. Y si le estreché la mano o algo así, no lo recuerdo. Cuando Luis Miguel iba a Mar del Plata, lo conducían otras personas. De hecho, a esa primera entrevista lo llevaron los jefes de la disquera. Mi relación con él nace con Hugo López, el mánager que, en 1987, lo recibe en su oficina cuando estaba a punto de ser mayor de edad y le dice que el padre le está haciendo mucho daño. Cuando se le mezcló lo de la estafa de su padre y la desaparici­ón de su madre”, añade.

El nexo

Mateyko cuenta que López fue productor de un programa suyo de la década del ’70, que se emitía por Radio del Plata: “Luego se fue a probar suerte a México, donde aun tomando distancia del ‘Tigre’ Azcárraga, el dueño de Televisa, llega a pertenecer a su staff como asesor. Ya en el mundo de Luis Miguel, puso todo sobre rieles con seriedad; con pautas, con marketing. Luis Miguel le consultaba todo. Lo vi llorar a Luis Miguel por la salud de Hugo López”.

Mateyko retoma contacto en 1989, cuando viajó a México para hacer un par de entrevista­s. La de Luis Miguel era prioritari­a, ya que el astro se encontraba en un momento crucial, de cambio de discográfi­ca (de EMI a Warner) y de consolidac­ión de su emancipaci­ón como joven artista. “Hugo López tuvo mucho que ver, pero si Luis Miguel no daba su última palabra... En fin, tengo la impresión de que todo se consolida con

20 años (1990, Warner). Es un disco de transición que reúne a Hugo López y a Julio Sáenz, integrante de Los de Siempre convertido en presidente de Warner. Curiosamen­te, años después, Gustavo Yankilevic­h lo trae a Sáenz para que se desempeñe como director musical en Telefe”.

–¿Cómo te reencontra­ste con Luis Miguel?

–Siempre a partir de entrevista­s, de comidas, de buenos momentos juntos. Así se fue construyen­do una relación de confianza. En el

’94, viajé con él a Tucumán y después de que cantó en un estadio, fuimos a comer un asado a lo de Palito (Ortega), que era gobernador. En el ’95, fui a Mónaco con Dady Brieva. En el ’96, como había firmado con Telefé un contrato de exclusivid­ad de cara a dos River, me fui a su casa en Acapulco. Conocí su casa y recuerdo que él estaba en un momento muy difícil. Después, lo presenté en la conferenci­a de prensa. En el ’98 estuve con él en Madrid, en la antesala de un show en el Palacio de los Deportes. Volví a España cuando presentó Amarte es un placer, que le dedicó a su entonces pareja, Mariah Carey. Me une una historia de mucho afecto con Luis Miguel, definitiva­mente. –Pero…

–(Interrumpe) Estuve en su primera presentaci­ón en Las Vegas, también en otra en el Auditorio Nacional de Ciudad de México. Una nota en cada lugar del mundo. A todo lo que te enumeré, sumale Miami y Mónaco por una vez más. Porque antes del viaje con Dady, en 1990 fui a esa ciudad con Andrea del Boca y su madre. Lo que me quedó de aquella visita fue cómo se le pegó Brigitte Nielsen, que recién se había separado de Sylvester Stallone.

–¿Y cómo describirí­as el momento actual de Luis Miguel?

–Para mí, es similar al de la aparición del primer Romance. Por el fenómeno que despertó. También atestigüé ese momento con Hugo López y Julio Sáenz. Lo entrevisté en Miami y fue una sorpresa para él la repercusió­n del disco. Él estaba muy (pero muy) feliz. Ahora se me viene a la mente Cacho Fontana, quien cuando escuchó Romance me dijo “es un pibe de 20 años que canta estas legendaria­s canciones como si los hubiera vivido”. Cacho intuía que más allá de cuestiones técnicas Luis Miguel había vivido lo suficiente como para cantar lo que cantaba. Después pasó por diferentes situacione­s y, hace poco, nos llegaron noticias de abandono, de suspensión de shows. Me sorprendió porque nunca él había llegado a eso. Pero la serie y la cantidad de shows en la que tomó confianza construyer­on una expectativ­a total.

–¿Vas a ir al show del martes?

–Tengo programa... Y son escasas las horas que él estará por acá. Caso contrario, intentaría verlo. Pero cuando él está en plena gira, es muy difícil. Lo he acompañado en esa situación, así que sé muy bien que cuida la voz y que prefiere quedarse en el hotel descansand­o, aislado de todo. Tengo entendido que eso se acentuó en el último tiempo. Es curioso, porque, en los primeros tiempos, Luis Miguel era feliz siendo famoso. Ahora no, no le queda otra que esconderse. Sale sólo en Miami, donde no lo persiguen. Acá despierta una locura colectiva tremenda, que hace imposible que asome la nariz. Viene a un país que lo ama. Por lo tanto, espero que sea una noche memorable.

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 ??  ?? Bisagra. Para Mateyko, el presente de Luismi marca un antes y un después.
Bisagra. Para Mateyko, el presente de Luismi marca un antes y un después.
 ??  ?? Confianza. Mateyko estuvo muy cerca de la “mesa chica” de Luis Miguel.
Confianza. Mateyko estuvo muy cerca de la “mesa chica” de Luis Miguel.

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