La Voz del Interior

El Camino del Té. Distintos locales de Calamuchit­a proponen un recorrido por el valle para degustar los distintos “blends”.

Cinco locales de Villa General Belgrano, La Cumbrecita y Villa Berna proponen a los visitantes un recorrido diferente por el valle. Es una iniciativa colectiva. Algunos establecim­ientos elaboran sus propios “blends”.

- (LA VOZ)

El Valle de Calamuchit­a es conocido por varios atractivos: entre ellos sus ríos y lagos, las montañas, el clima y su gastronomí­a. A esos encantos se suma ahora El Camino del Té: una ruta diferente guiada por la pasión por el té en hebras.

El recorrido al mundo serrano de esta bebida milenaria, que por ahora incluye a tres locales en Villa General Belgrano, uno en Villa Berna y otro en La Cumbrecita, es una invitación a activar los sentidos, especialme­nte el gusto y la vista. También a hacer una pausa en el ritmo frenético moderno y disfrutar, casi a la velocidad del paisaje que rodea a cada uno de estos sitios, del té y de las tortas caseras.

Desde las distintas postas se puede apreciar un entorno de imponente belleza natural: las Sierras Chicas, el Cerro de la Virgen y el cerro Plumerillo. También la mítica plaza de Villa General Belgrano, donde durante muchos años se realizó la tradiciona­l Fiesta de la Cerveza.

Los viajeros que terminan el recorrido reciben un regalo. “Un auto cero kilómetros”, bromea uno de los impulsores de la iniciativa. No son pocos los que lo completaro­n. Incluso hay quienes lo hicieron más de una vez.

“Algunos turistas empiezan el recorrido un año y lo terminan al siguiente”, apunta Eduardo Akoskin, dueño de Hebras, una de las casas de té del circuito.

Cada uno de estos locales tiene algo que lo distingue de los demás: puede ser su arquitectu­ra, los tipos de té y sus paisajes. En dos de ellos sus dueñas elaboran los blends que luego sirven a los visitantes.

Para Ken, de Madre, en Villa General Belgrano, la elaboració­n del té es algo muy personal. Ella realizó ocho blends propios. En todos los casos dice que se inspira en su historia personal, que empezó en Londres, aunque también tiene raíces en China y derivó en Argentina. “Que sean ocho variedades no es azaroso; para nuestra cultura el ocho es un número importante. En cada té que servimos hay mucha historia”, revela.

La otra tienda donde se elaboran los blends es La Domanda, en Villa Berna.

Los cinco locales del circuito comparten al menos tres cosas: la repostería que ofrecen es casera, abren todo el año y son atendidos por sus dueños, varios de ellos llegados a las sierras de Córdoba desde grandes ciudades, buscando, al igual que la mayoría de los turistas de esta zona, paz y tranquilid­ad.

Según acuerdan, la “temporada fue entre buena y muy buena”, en parte por el clima lluvioso y hasta algunas veces frío, que favorece este tipo de actividade­s.

Y dicen que cada vez son más los clientes que se interesan por el té en hebras, incluso fuera de temporada de verano.

En Hebras, cuenta Eduardo, más de la mitad de los clientes eligen tomar distintas variedades de té, en lugar de los clásicos café y café con leche, que por supuesto todas las casas también ofrecen.

Además de las localidade­s más grandes, en el valle funcionan casas de té en zonas más alejadas, como Intiyaco, Monsalvo o Pinar de los Ríos.

Trabajo colaborati­vo

Hace cuatro años, cinco casas de té del Valle de Calamuchit­a decidieron emprender un trabajo en conjunto, y en lugar de competir, unieron fuerzas. Inspirados en los loyalty card o tarjetas de fidelidad londinense­s, con beneficios a los clientes recurrente­s, y en el camino de Santiago de Galicia, donde en cada puesto “sellan” la experienci­a, crearon este recorrido.

Algunos establecim­ientos fueron cambiando en este período, se bajaron unos y subieron otros, pero la iniciativa nunca se apagó.

“Empezamos en un momento en que no había tanto público, las cosas estaban un poco difíciles, entonces decidimos, particular­es del mismo rubro, unirnos y hacer algo en conjunto que es más fácil que hacerlo en forma individual”, apunta Roxana Hoffmeiste­r. La mujer cuenta que el recorrido funciona bien, pero que no es masivo.

De a poco, la cultura del té se va instalando en la zona y la propuesta ayuda a afianzarlo y difundir

este nuevo producto turístico.

La mejor clienta

Cuando comenzó a hacer el camino del té, Susana Pietrani (63) creyó que tenía que completar el recorrido en un solo día. Al llegar a la tercera casa, sólo pidió un té digestivo, recuerda entre risas. Ahí le contaron que el camino del té no tenía vencimient­o y que lo que más se promovía era que la gente se tomara su tiempo para disfrutar con tranquilid­ad de cada lugar. Ya va por la quinta o sexta vuelta, y hasta perdió la cuenta.

Esta exdocente oriunda de Leones, pero radicada hace unos años en Villa del Dique, se convirtió en una gran difusora de la iniciativa: cuando sus amigas la visitan, entre el recorrido turístico por el valle no podrá faltar una visita a alguna de las casas de té. “Todos quedan encantados”, confiesa. La mujer revela que encontró la propuesta en Facebook y no paró más.

El té la remonta a su infancia. En su casa, su familia siempre lo consumió en lugar de café o mate cocido y a toda hora, “en el desayuno, después de almorzar o cenar”. Ya tiene una colección de cajas de obsequio, que obtuvo con el sellado completo de cada recorrido, aunque ella, a su vez, ya regaló varias. Susana asegura que planea muchas vueltas más.

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(LA VOZ) Deliciosos. Además de los tés, los locales ofrecen una variada carta de tortas y tartas caseras.

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