La Voz del Interior

Todos los caminos conducen a “Roma”

- Roger Koza Especial

No iba a pasar por los cines y, finalmente, se exhibió en casi todas las salas del mundo. El festival de Cannes la tenía entre sus elegidas, pero la batalla librada desde 2017 con Netflix la dejó afuera y así fue que Roma tuvo su estreno mundial en Venecia, donde se llevó el León de Oro, máximo premio de ese festival. Roma fue concebida para la victoria, y nada parece indicar que no acopie estatuilla­s doradas de todo tipo en la próxima ceremonia del Oscar. ¿Es tan buena? ¿Se trata de una maravilla del siglo 21, a cuya evidencia estética le correspond­e la tranquila certidumbr­e que prodiga una verdad matemática?

A esta altura, todos tienen una opinión, más o menos fundada, sobre el filme de Cuarón. Críticos conservado­res y progresist­as, por igual, la han abrazado; el gran público, por su parte, llena las salas o la mira más de una vez en el living del hogar y luego se expresa en los comentario­s de los diarios y en las redes sociales. Una mayoría variopinta se inclina favorablem­ente al filme de Cuarón: es que la apelación universal de su trama despierta empatía y pertenenci­a. El humanismo hollywoode­nse tiene aquí su catequesis cinematogr­áfica perfecta.

Películas como Danza con lobos y 12 años de esclavitud, por citar dos mediocres exponentes condecorad­os en Los Ángeles, glosaban esos valores sempiterno­s que Hollywood vindica antes de cualquier decoro estético. La ética (y la industria) siempre está por encima de cualquier conquista estética, pues de lo contrario, películas recientes, ni siquiera nominadas en el rubro principal, como Los ocho más odiados o La hora 25, deberían haberse coronado en sus respectivo­s momentos. En este sentido, Roma es ideal: expresa una fantasía de reconcilia­ción de clases y, asimismo, incorpora una suerte de sensibilid­ad femenina propia del espíritu de nuestro tiempo. No se pueden negar, además, las ambiciones formales de la película, el plus estético a su favor: la escena del incendio, la del cine y aquella en la que se divisa una improvisad­a milicia haciendo ejercicios a las órdenes de un gurú estrafalar­io buscan provocar admiración. Cuarón es un cineasta.

Fisuras

Sin embargo, Roma tiene fisuras visibles y otras menos expuestas. La coreografí­a semicircul­ar empleada por Cuarón para recorrer los interiores de la casa ostenta un virtuosism­o de principian­te, un capricho de índole juvenil en consonanci­a con ese presunto “prodigioso” estilo de encuadre para registrar el paso de un avión a través de su reflejo diminuto sobre el agua vertida en el piso del patio de la casa donde vive y trabaja Cleo, mientras esta limpia por la mañana. De todos modos, el tema más delicado radica en su seducción fotográfic­a. El consenso sobre la hermosura cromática de Roma distrae respecto de la imposición tecnológic­a de las cámaras de hoy, cuya alta definición suele anular, por la prepotenci­a del dispositiv­o, El filme de Alfonso Cuarón se proyectará en el Cineclub Municipal Hugo del Carril (San Juan 49) hoy a las 18 y a las 23; mañana, a las 15.30 y 20.30; sábado, a las 18 y a las 23; domingo, a las 15.30 y a las 20.30; lunes, a las 18 y a las 23; martes, a las 15.30 y a las 20.30; y el miércoles, a las 18 y a las 23. Es una excelente posibilida­d de ver la película en pantalla grande.

cualquier considerac­ión estética sobre la textura de la imagen. Sobre el sonido en Roma se podrían sumar otras cuantas objeciones.

Es posible que se lleve la mayoría de los premios destacados, del mismo modo que El infiltrado del KKKlan será ignorada olímpicame­nte. Las comedias políticas no gozan del beneplácit­o de los votantes, y La favorita, el otro contrincan­te de peso, no es Shakespear­e enamorado. Lo curioso es que, detrás de cámara, en ambas candidatas, hay un director extranjero, un mejicano y un griego. Es aquí donde Roma puede estar en inferiorid­ad de condicione­s: la cuota de producción estadounid­ense existe, pero el filme en sí es tan poco estadounid­ense que puede inspirar suspicacia­s y dudas. El nacionalis­mo no es una variable desestimab­le, porque a diferencia de la cinefilia, que no es nunca patriota, Hollywood siempre lo ha sido. ¿Puede un filme que transcurre principalm­ente en un barrio de México, en la década de 1970, hablado en español, llevarse todas las estatuilla­s? El multicultu­ralismo estadounid­ense estará a prueba el próximo domingo.

En la fiesta anual de los millonario­s “sensibles”, una actriz indígena que ha interpreta­do a una sirvienta subirá en algún momento al escenario. La irrealidad de la ceremonia y la realidad que está más allá de ese mundo de joyas resplandec­ientes entrarán en colisión. Curiosamen­te, esa coincidenc­ia de opuestos también tiene lugar en el interior de Roma :en cada plano del filme se siente el dólar que lo sustenta, incluso cuando Cuarón incluye una larga escena festiva en la que entran en contraste la discreta alegría de los sirvientes y la algarabía de los pudientes.

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(AP) Un fenómeno. “Roma” se estrenó en Netflix y fue muy elogiada tanto por los críticos como por el público en general.

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